La actitud de muchos
líderes en Europa y la del propio presidente Francés frente a los actos
terroristas, vuelve a poner sobre la palestra la contraposición de dos
principios fundamentales de la democracia moderna: La libertad y las
limitaciones a la misma impuestas por la autoridad del estado, las cuales
suelen expresarse con toda intensidad en
situaciones como esta, el debate ideológico queda expuesto en su máxima
expresión, sustrato inevitable que demuestra aún que no estamos claros del todo
en esta materia. Ejemplos de ello hay muchos. El hecho que existan presos sin ningún
estatus jurídico en Guantánamo, que haya bombardeos de toda índole de occidente
en el Oriente, drones, sin ningún respeto por las normas del derecho internacional,
refleja que las malas costumbres de la guerra fría siguen vigentes y que ellas
siembran actitudes de consecuencias inesperadas como la ocurrida este mes en
Francia.
Recordé el libro de Erich
Fromm cuyo titulo tomé prestado para este artículo, este es una disertación que mira
este tema con todo rigor, pues en aras de la seguridad, el estado genera serias
limitaciones al derecho de libertad, el Estado impone el interés general al
individual basado en un pacto social que excepcionalmente le permitiría tomar
estas medidas. El libro de Fromm es un análisis desde el psicoanálisis a los
tiempos modernos, la cual constituye una contribución a la teoría sociológica,
nos cae como anillo al dedo, para entender la dinámica social, en principio
desde el sujeto como poseedor de derechos, al fin y al cabo, es el que padece
todo el peso de estas decisiones, para poder entender como los gobiernos manejan
esta potestad, racional algunas veces, absurda en otras, problemas, que entre
otras cosas, sólo ellos han fomentado,
pues son los progenitores de todos los odios, la historia está ahí, cualquiera
la puede revisar y esta no miente, por ello su actitud, que no contempla una
revisión de sus políticas, ni menos el mea culpa, solo ve en la guerra y
las medidas de corte fascista la salida a un problema que es muy complejo y por lo tanto exige una mirada más amplia que solo la salida policiva.
El terrorismo, que desde el
siglo XX se convirtió en el mecanismo de persuasión de ciertas minorías, pone
en jaque a los gobiernos occidentales, quienes de cierta manera constituyen las
únicas democracias modernas, racionales,
y de hecho, lo que buscan los grupos terroristas es desestabilizarlas,
recurriendo al miedo, con actos en apariencia irracionales y barbaros, tácticas
que paradójicamente han sido aprendidas en prácticas de guerra lideradas por occidente en la
disputa de sus intereses económicos, corresponden a una lógica, no son
ni casualidad ni locura, eso lo saben muy bien los dirigentes occidentales, quienes fomentaron estos niños malos.
No es olvidándose de la
civilización como estructura, de la libertad como principio y menos de la
concepción moderna del estado, menos fomentando nacionalismos y odios
racistas, discriminando que se enfrenta este flagelo; cualquier
estrategia que se emprenda para luchar contra el terrorismo debe respetar los
principios y la concepción del estado moderno, eso que llamamos las garantías civiles.
En términos Kantianos: “No basta que atribuyamos libertad a nuestra voluntad,
sea por el fundamento que fuere, si no tenemos razón suficiente para atribuirla
asimismo a todos los seres racionales. Pues como la moralidad nos sirve de ley,
en cuanto que somos seres racionales, tiene que valer también para todos los
seres racionales, y como no puede derivarse sino de la propiedad de la
libertad, tiene que ser demostrada la libertad como propiedad de la voluntad de
todos los seres racionales; no basta, pues, exponerla en la naturaleza humana
por ciertas supuestas experiencias (aun cuando esto es en absoluto imposible y
sólo puede ser expuesta a priori), sino que hay que demostrarla como
perteneciente a la actividad de seres racionales en general y dotados de
voluntad”. Esta según Kant es independiente del estado. Sartre corre por otras
aguas: lo que somos y lo que la humanidad es, es consecuencia de nuestros
actos, nosotros somos los únicos responsables, y debido a esto, debemos
afrontar las consecuencias que resulten de lo que hagamos. Además, la filosofía
de Sartre es una filosofía de la acción, ya que al ser el hombre el único
responsable de lo que es y de lo que le rodea, él es el único que puede
arreglar las cosas, y esto lo incita a superarse, ya que nadie más lo va a
ayudar, ningún dios ni ninguna naturaleza”.
El estado, es la máxima expresión
del pacto social en las democracias modernas, en el caso países como Francia,
no debe renuncias por vía de excepción a sus principios, las normas
excepcionales, deben ser excepcionales y la máxima garantía del sujeto que es
la libertad, debe prevalecer sobre cualquier otra prioridad de manera radical.
Otra cosa son los controles.
Inexplicablemente los partidos de derecha y el radicalismo sigue
manteniendo posiciones que atentan contra la libertad, fomentan la xenofobia y
afrentan la libertad de credos. Europa no puede caer en los fundamentalismos
que crítica, el problema debe atenderse con las herramientas que la democracia
brinda y con el respeto absoluto de las garantías esenciales al sistema.
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