Se hace necesario volver a los fundamentos
clásicos de esta ciencia. Es preciso leer de nuevo a los clásicos,
empezando por "La política" de Aristóteles, los contractualitas
y los análisis sobre la racionalidad de la misma tratados en detalle
por Habermas en su texto "Facticidad y validez". De igual manera es
pertinente estudiar los textos que la cuestionan.
Ahora que Europa y
Estados Unidos viven una crisis financiera y económica absolutamente grave,
quedó claro que las decisiones políticas que involucran la seguridad social de
los pueblos han pasado a un segundo plano y cedieron inexplicablemente a una
pléyade de tecnócratas que tienen al mundo en un caos, pues sometieron al
mercado y la especulación aspectos fundamentales del desarrollo de los pueblos.
En mi país estamos
en elecciones para elegir alcaldes, concejales, gobernadores y diputados de las
principales ciudades y departamentos. Colombia presencia los escándalos más
grandes por corrupción donde está en cuestión el manejo del poder a favor de
los intereses privados. Las campañas de la mayoría de candidatos son industrias
electorales, donde se negocia con las aspiraciones y lo que es peor, se asumen
unos gastos impresionantes que de antemano pone en duda el ejercicio de quienes
resulten ganadores, todos estos hechos hablan de la crisis de la política.
Cuando la ley y el
discurso que le sirve de sustrato a través de sus normas, no tiene validez
práctica, cuando el soporte racional de la relación gobernante-gobernado pierde
sentido, las sociedades entran en crisis. A esto se suma una delincuencia que
cada vez obtiene más poder, remplaza al estado y somete la sociedad
a su arbitrio, en una actitud intimidadora: Controla territorios,
cobra tributos, imparte justicia, realiza cobros, asesina y extorsiona. Esta es
la situación de la mayoria de ciudades Colombianas
En un portal
Peruano alguien escribía con mucha lucidez: "Pero ahora, donde se han
perdido difusamente las fronteras entre lo público y lo privado, vale decir,
entre la gama dual de lo político, entendido en su concepción clásica, como
aquello que rige sobre los asuntos públicos, y lo social, como una institución
de interrelaciones privadas; se ve la necesidad primigenia de la disección para
entender los límites del sistema democrático y con esto lograr su movilidad, ya
que la carencia de este elemento lo ha tolerado y fosilizado, a tal modo que se
habla desde varios siglos atrás de su crisis".
Es preciso volver
a los fundamentos del ejercicio de la política, del estado y la sociedad. Ahora
que he vuelto por textos clásicos: Aristóteles, Rousseau, Locke, Hobbes, Carlos
Marx, Max Weber, Aron, Foucault, Habermas, se comprende la importancia de
la política en todo su contexto, para cualquier sociedad y para el
desarrollo de los pueblos.
La ciencia
política es una ciencia social que estudia la teoría y práctica de la política,
los sistemas y comportamientos políticos. A partir de sus conceptos básicos, el
interrogante a resolver, es cómo hemos llegado a un escepticismo tan intenso
con la política en general. Vivimos una época donde, los intereses particulares
están por encima del interés general, esta imposición del individualismo como
regla general, acabó con todo proyecto colectivo: se murieron los sindicatos,
el movimiento estudiantil, los partidos, (Sobra decir que estamos felices con
lo que está pasando en Chile y Colombia con los estudiantes) y por su puesto la
sociedad civil quedó al garete de las famosas redes sociales, que aun no
sabemos cómo se desenvolverán en este galimatías.
Hay algo cierto:
si seguimos educando con los presupuestos de una sociedad de consumo sin ningún
contexto político ni responsabilidad, es difícil que comprendamos la
importancia del ejercicio de la política, la importancia de la democracia, del
sufragio, de la participación y de la dialéctica del poder. Es imprescindible
volver a educar para ser ciudadanos en el sentido más amplio.
No es fácil el
tema, pero ese es apenas un esbozo de un situación que no deja de ser grave
para la sociedad en general. Citando de nuevo lo que pasa en mi país, el
pesimismo es absoluto. No hay futuro, estamos en las mismas.
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