Siempre me ha interesado la obra de Michel Foucault, sobre todo lo que tiene que ver con la relación poder y saber, además de los procesos de subjetivación del poder. Nunca antes el ciudadano de a pie, el hombre común, había sido sometido de manera tan invasiva por este fenómeno. El poder es connatural a la sociedades, su análisis es más importante de lo que suelen creer quienes lo detentan y quienes lo padecen. La filosofía, la sociología y la politología han sido conscientes de ello y hay infinidad de trabajos muy serios que lo conforman.
Cada día el ciudadano de a pie es más vulnerable. En un momento en que la democracia está en crisis, los micropoderes de todo tipo se vuelven cada vez más invasivos y modeladores de conductas y conciencia frente a muchas variables, desde lo más mínimo, su cuerpo en todos sus matices, la manera como se valora, hasta imponer el consumo desde lo más ínfimo hasta lo más complejo. Lo mismo pasa con los procesos de ideologización y con sus posiciones políticas.
Foucault cuando se le preguntaba, sí sus trabajos estaban centrados en el poder, respondía: "Quisiera decir, antes que nada, cuál ha sido la meta de mi trabajo durante los últimos veinte años. No ha consistido en analizar los fenómenos del poder ni en elaborar los fundamentos de tal análisis. Mi objetivo, por el contrario, ha consistido en crear una historia de los diferentes modos de subjetivación del ser humano en nuestra cultura. Me he ocupado, desde este punto de vista, de tres modos de objetivación que transforman a los seres humanos en sujetos". Aclara con mucha contundencia: "Así, el tema general de mi investigación no es el poder sino el sujeto. Es verdad aclarar que, me involucré bastante en la cuestión del poder. Muy pronto me pareció que, mientras que el sujeto humano está inmerso en relaciones de producción y de significación, también se encuentra inmerso en relaciones de poder muy complejas".
Al sujeto lo deciden infinidad de poderes superpuestos, lo modelan y le crean mecanismos de valoración, los cuales son muy difíciles de resistir. Hoy más que antes se le impone todo y de manera paradójica, la gente no se inmuta e incluso está pidiendo dictaduras para sentirse más seguro, increíble.
El mundo está geopolíticamente en crisis, al portas de una recesión, en presencia de un genocidio oprobioso, sometido a unas potencias indolentes. Cómo queda el ciudadano común. Me imagino un padre palestino, si logra salir de Gaza, será un inmigrante ilegal, que hacer, todas sus decisiones no valen. Así pasa en muchas esferas de nuestra vida. Nunca antes el poder fue tan perverso, ni siquiera en el imperio romano.
Colombia esta muy cercano a unas elecciones de congreso, de presidente, ahora, que terminará el primer gobierno de izquierda (El primer semestre del 2026). El tema aquí, no es sí, el actual gobierno ha sido bueno o malo. Es otro. Cómo un sector de la sociedad que ha detentado el poder hace muchos años, dueño de la mayoría de medios de comunicación, desdibuja una realidad a su favor, para crear una conciencia de: Somos los merecedores del poder, porque sabemos de gestión y desde tiempos lejanos hemos construido este país. Es decir, son los únicos que pueden manejarlo. Hablo del poder en todas sus connotaciones. Esto sería lo de menos frente al tema de la vulnerabilidad de los ciudadanos del común, ósea todos nosotros. Es como nos crean significaciones sociales a partir de los micropoderes enquistados en una sociedad. Y peor, como nos alienan para hacernos sentir que votar diferente es estar por fuera de la realidad, de las significaciones ciertas y con sentido. Amen.
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