La recesión económica que enfrenta el mundo, que lleva más de tres años, pese a los buenos índices de los últimos tiempos en su variable inflación, sobre todo en el sector alimentos; los conflictos bélicos actuales, para solo citar dos de los más relevantes, la invasión Rusa a Ucrania y el conflicto Israelita-Palestino, en la zona de Gaza y que ya escaló a Líbano, multitud de guerras civiles, son sólo algunos hechos que mantienen al ciudadano de a pie, en un pesimismo exacerbado y una incertidumbre galopante. A un amigo muy agudo, le escuche esta frase lapidaria: Un optimista es un ser mal informado.
Empiezo por la definición más simple de pesimismo: El pesimismo es la tendencia a ver o interpretar la realidad en su peor aspecto, es decir, a pensar que las cosas siempre saldrán mal. Constituye lo exactamente contrario al optimismo. Lo mismo hago con la incertidumbre: la incertidumbre es la imposibilidad para predecir un evento futuro o hacerse una idea de lo que va a ocurrir, o también la imposibilidad para determinar si algo ocurrió verdaderamente de la manera en que se lo piensa.
En lo económico es un hecho que la desigualdad a cambiado muy poco, que los paises en desarrollo y los más pobres están lejos de superar estas brechas y el mundo parece galopar hacía un proteccionismo y aislamiento que pondrá en este aspecto las cosas más difíciles. Aun así expresa Naciones Unidas que un estudio que, explica que los salarios mundiales han crecido más rápidamente que la inflación, apunta a un aumento salarial desigual entre regiones, con las economías emergentes por encima de las avanzadas.
La OIT señaló los trabajadores asalariados de Asia y el Pacífico, Asia Central y Occidental, y Europa del Este experimentaron sus aumentos salariales reales a un ritmo más rápido que los de otras partes del mundo.
La OIT, calificó de positivo el hallazgo, aunque recordó que “millones de trabajadores y sus familias siguen sufriendo la crisis del costo de la vida que ha erosionado sus niveles de vida, y que las disparidades salariales entre y dentro de los países siguen siendo inaceptablemente elevadas”.
Pese a los avances registrados, la agencia sostuvo que los altos niveles de desigualdad salarial siguen siendo un problema acuciante.
A esto se suma unos niveles de competitividad cada vez más altos en el mundo, exigencia que obliga a inversiones muy altas en educación y actualizaciones constantes. Las presiones son muchas y las personas cada vez invierten más tiempo en su formación con resultados laborales muy deplorables, por no decir oprobiosos.
En 2024, la población de América Latina y el Caribe alcanzó los 663 millones de personas, un 3,8% menos de lo que se había previsto en el año 2000, cuando se proyectaba que sería de 689 millones de personas. En la década de 1960, las tasas de crecimiento superaban el 2,5% anual. Sin embargo, a partir de mediados de esa década comenzó una tendencia decreciente debido, sobre todo, a la disminución de la fecundidad. Si bien en la revisión de 2000 se preveía que esa tendencia descendente continuaría, los datos de 2024 muestran que, en realidad, el descenso fue más acelerado de lo que se había previsto.
Con la llegada de Trump al poder, la economía y la globalización comercial, entran en una opacidad expectante e incertidumbre. Aunque conocemos su estrategia de amenazar, crear pánico para, negociar a su favor. Recordemos que más que un estadista es un negociante empedernido y astuto.
Los jóvenes cada vez sienten más miedo sobre su futuro, les será más difícil su posicionamiento en esta sociedad donde sólo se triunfa cuando se crea valor agregado en la vida que debe ser traducido en dinero, lo demás no cuenta. Más altos niveles de preparación sin ninguna garantía de retorno efectivo en términos de estabilidad y por ende tranquilidad.
Hay otros elementos sociológicos que es importante tener en cuenta. La familia tradicional se está acabando, el núcleo familiar como lo conocimos está teniendo cambios sustanciales que desfavorecen en la etapa de crecimiento la confianza y el sentimiento de protección que son variables vitales para el sentimiento de seguridad en una sociedad donde ganar es cada día más complicado. No me extenderé en las secuelas psicológicas que son muchas: Depresión, ansiedad, inseguridad y una alta tasa de suicidios en la población más joven
Las proyecciones del Fondo Monetario preocupan y confirman lo aquí planteado: "Las proyecciones sitúan el crecimiento mundial en 3,1% en 2024 y en 3,2% en 2025, lo que supone que las previsiones para 2024 son 0,2 puntos porcentuales superiores a las de la edición de octubre de 2023 de Perspectivas de la economía mundial (informe WEO); esto se debe a una resiliencia mayor de lo esperado en Estados Unidos y en varias economías de mercados emergentes y en desarrollo importantes, así como al estímulo fiscal en China. De todos modos, las previsiones para 2024–25 son inferiores al promedio histórico de 3,8% (2000–19), ante las elevadas tasas de interés de política monetaria para combatir la inflación, el repliegue del apoyo fiscal en un entorno de fuerte endeudamiento que frena la actividad económica y el bajo crecimiento de la productividad subyacente".
Estoy pensando en el ciudadano comun, en el joven, en el futuro de nuestros niños y adolescentes. Es un hecho, su miedo e incertidumbre es mucha y las presiones las viven a diario.
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