LA PARAPOLITICA BALANCES DEL 2007
La relación entre política y paramilitarismo refleja en gran parte al país (nos referimos a ese país enredado con lo ilícito, el camino fácil, narcotráfico, corrupción) y representa la encrucijada de tramas y acuerdos por debajo de la mesa que han sometido a Colombia a sangre y fuego. Como se explica que un numero considerable de políticos, en algunos casos representantes de la nueva clase dirigente, algunos desafortunamente cercanos al Doctor Uribe, hayan hecho alianzas tan oprobiosas para repartirse el país a través de micropoderes, soportados en delitos como: Secuestros, masacres, Chantaje, desplazamiento forzado, actos insolitos frente al nuevo contexto político que se impone en el mundo, fenómeno que está enquistado inexplicablemente en casi todos los estamentos sociales y políticos del país, situación que nadie aceptaba a pesar de las evidencias, con la fatal excepción de las victimas quienes padecieron sus decisiones implacables. La cifra de congresistas detenidos por orden de la corte ya llega a la penosa cifra de cuarenta, las masacres confesadas sobrepasan las diez mil victimas, los secuestros y asesinatos de líderes para permitir ciertas elecciones está por encima del centenar y el abanico del escándalo simplemente está dando las primeras luces.
La negociación de Ralito fue la caja de pandora que develo la punta del iceberg que hoy nos tiene sorprendidos. Como siempre, medio país sabía lo que estaba pasando, en algunos casos se conestaba con los facinerosos y en otros existía la aprobación tacita, sobre la base que a la guerrilla y a la delincuencia común hay que desaparecerlos a sangre y fuego a costa de lo que fuera, salida nefasta que estamos pagando tristemente y que creó micropoderes que fueron sometiendo a la sociedad, las instituciones y que termino como opción real de poder con pretensiones propias. Colombia se lleno de acuerdos entre la clase política y estos varones, que en el 2007 se han conocido a través de los juicios abiertos por la Corte Suprema De Justicia y que cada vez nos entregan sorpresas más aterradoras.
Este fue el año de los desvelamientos entre paramilitares y la clase política. Desde la perspectiva judicial, el país muestra su mejor carta y es evidente que es la institucionalidad quien produce los efectos que hoy mantienen a la parapolitica en pleno cuestionamiento y entre la espada y la pared. Inexplicablemente la alianza entre la clase política y estos varones se mantiene y existe la intención de saltar a la visibilidad a través de su propio partido en cabeza de los mismos señores que hoy enfrentan los juicios. El gobierno les hace el juego y está en pleno acuerdo con ellos. El futuro inmediato está marcado por esta encrucijada. En medio de este galimatías, afortunamente Colombia tiene una capacidad de reacción impresionante, las instituciones y el poder judicial funcionan y existe una gran parte de las fuerzas civiles dispuesta a dar la batalla para recuperar la dignidad en todos los estamentos.
La relación entre política y paramilitarismo refleja en gran parte al país (nos referimos a ese país enredado con lo ilícito, el camino fácil, narcotráfico, corrupción) y representa la encrucijada de tramas y acuerdos por debajo de la mesa que han sometido a Colombia a sangre y fuego. Como se explica que un numero considerable de políticos, en algunos casos representantes de la nueva clase dirigente, algunos desafortunamente cercanos al Doctor Uribe, hayan hecho alianzas tan oprobiosas para repartirse el país a través de micropoderes, soportados en delitos como: Secuestros, masacres, Chantaje, desplazamiento forzado, actos insolitos frente al nuevo contexto político que se impone en el mundo, fenómeno que está enquistado inexplicablemente en casi todos los estamentos sociales y políticos del país, situación que nadie aceptaba a pesar de las evidencias, con la fatal excepción de las victimas quienes padecieron sus decisiones implacables. La cifra de congresistas detenidos por orden de la corte ya llega a la penosa cifra de cuarenta, las masacres confesadas sobrepasan las diez mil victimas, los secuestros y asesinatos de líderes para permitir ciertas elecciones está por encima del centenar y el abanico del escándalo simplemente está dando las primeras luces.
La negociación de Ralito fue la caja de pandora que develo la punta del iceberg que hoy nos tiene sorprendidos. Como siempre, medio país sabía lo que estaba pasando, en algunos casos se conestaba con los facinerosos y en otros existía la aprobación tacita, sobre la base que a la guerrilla y a la delincuencia común hay que desaparecerlos a sangre y fuego a costa de lo que fuera, salida nefasta que estamos pagando tristemente y que creó micropoderes que fueron sometiendo a la sociedad, las instituciones y que termino como opción real de poder con pretensiones propias. Colombia se lleno de acuerdos entre la clase política y estos varones, que en el 2007 se han conocido a través de los juicios abiertos por la Corte Suprema De Justicia y que cada vez nos entregan sorpresas más aterradoras.
Este fue el año de los desvelamientos entre paramilitares y la clase política. Desde la perspectiva judicial, el país muestra su mejor carta y es evidente que es la institucionalidad quien produce los efectos que hoy mantienen a la parapolitica en pleno cuestionamiento y entre la espada y la pared. Inexplicablemente la alianza entre la clase política y estos varones se mantiene y existe la intención de saltar a la visibilidad a través de su propio partido en cabeza de los mismos señores que hoy enfrentan los juicios. El gobierno les hace el juego y está en pleno acuerdo con ellos. El futuro inmediato está marcado por esta encrucijada. En medio de este galimatías, afortunamente Colombia tiene una capacidad de reacción impresionante, las instituciones y el poder judicial funcionan y existe una gran parte de las fuerzas civiles dispuesta a dar la batalla para recuperar la dignidad en todos los estamentos.