GP no solo fue uno de los grandes economistas de Colombia, sino uno de
los pensadores más influyentes e inteligentes que hemos tenido, un investigador
riguroso y un excelente escritor. Ahora que estoy leyendo juicioso la obra de
Chucho Bejarano, exconsejero de paz asesinado hace mucho tiempo y economista
excelso, siete tomos publicados por la universidad nacional, pienso que la
academia ha producido desde hace mucho tiempo un grupo de excelentes
profesionales en materia económica, la muerte de GP deja un vacío enorme para el país,
solo espero que su obra tenga la divulgación que amerita.
Nuestros exministros de hacienda, incluyendo a GP, resultan ser, pese a
su acidez, una de las mejores reservas intelectuales de Colombia, estos han
consolidado de alguna manera, no solo un manejo de la hacienda muy serio con
respecto a los demás países latinoamericanos, sino instituciones muy sólidas,
una verdadera escuela de buenos tratadistas, así estemos en desacuerdo con
ellos. Es una generación que poco hemos valorado.
El doctor GP, exministro de Hacienda, director de Fedesarrollo,
tratadista, académico, dejó una vasta obra, incluyendo su último libro: “Decidí
contarlo todo”, donde relata la historia de esos hombres y mujeres que
trabajaron en los últimos 50 años por fortalecer y modernizar el Estado
colombiano a pesar de la violencia, la corrupción y el narcotráfico. Leer sus
documentos constituye un aprendizaje.
He repasado las columnas escritas en el periódico “El tiempo” de Colombia
y comprobé de nuevo que, a los aportes más valiosos en materia macroeconómica, se
le agrega esa facultad de los grandes pensadores, estar siempre presente frente
a lo que nos sucedía como sociedad, aportaba desde su óptica, que siempre fue
no solo la de un economista, sino la de un humanista a carta cabal, puntos de
vista siempre claros.