La clase política en Colombia es absolutamente inferior a las
condiciones históricas que vive el país (Colombia elige el próximo domingo, en
32 departamento y 1051 municipios, alcaldes, gobernadores, concejales y
diputados). En este proceso electoral las practicas clientelistas son el pan de
cada día, las alianzas espurias, variopintas, entre grupos políticos corruptos; lo corriente es ver
partidos y candidatos anquilosados en el usufructo perverso de lo público (Recomendados
por el mandatario de turno, quien asegura su continuidad), sin ningún peso
específico, ni autoridad moral, cuestionados hasta decir no más; la
participación de sectores del paramilitarismo; campañas manejadas por
verdaderas industrias electorales empoderadas en lo local, quienes mantienen sus manos en lo público, sin importar cómo,
para expoliar las arcas del estado, a través de los mecanismos super conocidos por todos; no existe ninguna posibilidad de renovación
política del país en esta materia, menos, la depuración de las prácticas políticas que representen alguna
mejora o viso de democracia real, que
nos nos permitan tener esperanzas de cambio. Es un hecho que estamos lejos de alcanzar el
mínimo, con gran responsabilidad de nosotros mismos, me refiero al electorado en general, quienes estamos alejados
de la política, no participamos, no estamos informados, esta actividad, se mantiene en
manos de una clase política específica, profesionales en estas materias, viven del poder en todas sus formas, son expertos en usufructuarlo.
En cada municipio de este país, ciudad importante, las
prácticas políticas están enrarecidas, solo basta tomar algunos ejemplos que lo
confirmarían:
1.- Si gana Cambio Radical, como muchos vaticinan,
ganaría en La Guajira la mafia de Kiko
Gómez. Su candidata Oneida Pinto, a quien el periodista Gonzalo Guillén señala
de ser la responsable del asesinato de su contrincante político en las
elecciones de 2004 a la Alcaldía de Albania, coronaría la Gobernación de La
Guajira. Ganaría también la familia Char
de Barranquilla –que tan bien se mueve en el filo de los negocios y de la
politiquería–. Los Char ampliarían su
poder político en la costa al capturar para sí las gobernaciones del Magdalena
con Rosa Cotes y la del Cesar con Franco Ovalle. Y si gana Ovalle también
ganarían no solo el Turco Hilsaca, un turbio empresario que está investigado
por sus vínculos con los grupos paramilitares y por homicidio, sino los Gnecco
que en el Cesar no son propiamente los Kennedy (María Jimena Duzan Revista
Semana).
2.- En Barranquilla, una de las cuatro principales capitaqles
de Colombia, los Char ganan la Alcaldía con Alex y la Gobernación con Verano
(lo apoyaron pese a ser liberal),
también saldrían ganando los Gerlein, tanto el contratista que ha vivido
de los contratos como el político que se ha reelegido por cuenta de estos,
desde sécula seculórum. En ese barco de la victoria también ganarían los
empresarios –contratistas emergentes como el grupo Daes–, quienes a pesar de
ser grandes benefactores de la nueva Barranquilla tienen un pasado escabroso que se remonta a
vínculos con el narcotráfico revelado hace unos meses en un excelente informe
de La Silla Vacía (María Jimena Duzan
Revista Semana). Miremos sólo un caso, el gobernador de Cundimarca, el señor Cruz, quien está destituido y detenido, acaba de declararse culpable ante un juez en investigaciones sobre contratación indebida, fraude procesal, soborno, con cifras que escandalizarían a cualquiera, su candidato, osea el del señor Cruz, está en estos momentos ganando sobrado en las encuestas, será el próximo gobernador, que nos espera.
Estas son las constantes que se repiten a lo largo del país,
que hablan mucho de nuestra democracia.
1.- Apatía general, poca participación, mucha des-información
y falta de conocimiento de un electorado en cierta forma irresponsable,
escéptico sí se quiere, des-vinculados del proceso.
2.- Existe mucha participación amarrada por vía del
clientelismo, en las múltiples formas que se expresa: Contratistas en busca de
tajadas, funcionarios buscando conservar sus puestos, otros aspirando a
tenerlo, líderes comunales detrás de presupuestos participativos o tajadas de
diferente índole, todos canalizados a través de verdaderas industrias
electorales que dominan este negocio de la A a la Z, verdaderas sanguijuelas, que saben a la
perfección que está en juego.
3.- La existencia de campañas negras, se han contratado
asesores extranjeros, expertos en este tipo de acciones, su labor principal, denigrar
al adversario, fomentar su descrédito, sus estrategias son rastreras y no
tienen límites, se acabaron los debates serios, la confrontación de ideas y el
liderazgo positivo.
4.- Los candidatos repiten las frases de cajón, insulsas, sin
contexto, sus asesores de imagen parecen
utilizar los mecanismos propios del comercio, vacíos, los gastos en este rublo
son desorbitantes y penosos, de antemano supone que los costos de una campaña
de alcaldía o gobernación,son tan altos, que es imposible evitar
compromisos espurios.
5.- Las alianzas perversas, los enemigos de ayer, son los
amigos de hoy, es una campaña des-ideologizada, el componente programático,
político brilla por su ausencia en este proceso.
En pleno proceso de paz, a las portas de un acuerdo y de un
cambio, que nos obliga a estar preparados para asumir los roles que el mismo
exige, el panorama político visto desde la perspectiva del proceso electoral
actual realmente es muy triste y desesperanzador.
Es un hecho, la clase política es muy inferior a las
circunstancias que vive el país, a los retos que el momento exige y a las
necesidades que la democracia requiere. Esta es nuestra realidad.