Borges prefirió releer, le resultaba mucho más seguro, recabar sobre un texto es un
ejercicio absolutamente encantador y siempre depara gratas sorpresas. Hace
mucho tiempo había leído este libro de Habermas, es una recopilación de
artículos sobre algunos filósofos alemanes del siglo XX, tiene un hilo
conductor riguroso, es un indagación de las fragilidades de la filosofía desde
la escrutación de la mayoría de filósofos importantes del siglo XX de este país, en este contexto realiza una mirada crítica del papel que
cumple la filosofía en el mundo contemporáneo.
Comienza
con una sentencia de Adorno: “La filosofía, y está sería la única forma de
justificarla, no debería creerse ya en posesión de lo absoluto, incluso debería
excusar el pensar en ello para no traicionarlo, y pese a todo, no apartarse ni ápice
del concepto enfático de verdad. Esta contradicción es su elemento”. A este
quebrantamiento, se ha impuesto una especie de filosofía asociada a grandes
maestros”. En esta evolución, hay varios fenómenos que la caracterizan: a.- La
continuidad de las escuelas y los planteamientos de principio del siglo XX, b.-
La constancia del pensamiento asociado a personas; c.- Su fijación al fenómeno del fascismo en las décadas 20 y
30 del siglo, después del 45 es imposible mantener algún sesgo con esta
ideología, los caos son vaiopintos al respecto , lo exiliados Bloch,
Hoekheimer, Adorno, los emigrantes interiores como Jaspers y Litt, los colaboradores
del régimen: Heidegger, Freyer y Gehlen; Por último el hecho contundente que la
filosofía Alemana se caracteriza por su tención crítica a los problemas de
momento, “esta actitud crítica mantiene un peculiar posición: Ninguna de las
filosofías mencionadas está de acuerdo, en sus intenciones más profundas con el
orden político y social vigente”. Todas estas relevancias, han hecho de
Alemania un estado convertido por “primera vez desde hace siglos en un contemporáneo
occidental”.
Desde
este marco vuelve a preguntarse de nuevo el filósofo: Para qué sirve la
filosofía, la respuesta a este interrogante, es de una lucidez absoluta, teniendo
en cuenta que este texto tiene más de 35 años. Señala los cuatro puntos
cardinales desde los cuales se visualiza esta crisis, pero establece claramente
que su interés se centraba, para la fecha en la que escribió el texto, en la
conexión interna de la lógica de la investigación con la lógica de las
comunicaciones formadoras de la voluntad colectiva.
El
autor empieza afirmando que la unidad de filosofía y ciencia no se pone en
cuestión hasta la muerte de Hegel, por ejemplo, “en la edad media, las matemáticas
hacían parte de la filosofía”, es imposible mantener este tipo de paternidades
actualmente, la filosofía de la
naturaleza de Hegel fue la última”, la relación hoy funge de otra manera, en
sus fundamentos; de la misma manera las relaciones de tradición con la
filosofía no fueron puestas en cuestión hasta la muerte de Hegel. “La filosofía
es una del espíritu, “en tales sistemas la necesidad de legitimación del
subsistema político queda cubierta por lo general por imágenes del mundo que
vienen de la mitología o de las religiones superiores.
De
esta manera, la filosofía hoy se entiende como crítica y se ha ejercido en los
últimos decenios asumiendo una persistente influencia política sobre la
conciencia pública y se ha abierto a una nueva dimensión, la de una crítica
material de la ciencia”. En este contexto se ha ejercido en los últimos
decenios.
Para
el autor está claro que la filosofía ha ejercido en los últimos decenios una persistente influencia política sobre la
conciencia pública. Pienso que la teoría crítica de la sociedad, realizada
magistralmente por Horkheimer, Marcuse y Adorno, que desarrolla el programa de
una teoría del conocimiento entendida como una teoría de la sociedad, continua
siendo una herramienta vigente para escrutar los actuales momentos.
Otro
es el reto frente a la revolución tecnológica, eso que llama el filósofo, la
conciencia tecnocrática, frente a la desintegración de la conciencia religiosa
como soporte de las sociedades. En esta parte hay un comentario de suma
importancia frente a la crisis axiológica que vive occidente: “Hoy por primera
vez queda patente que la interpretación filosófica del mundo, con sus
restricciones elitistas, necesitaba de la coexistencia con una religión que
incluyera bajo su influencia a la mayor parte de la población. Pues la
filosofía, aun después de haber asumido los impulsos utópicos de la tradición judeo-cristiana,
se ha mostrado incapaz de obviar (O de dominar) por medio del consuelo y la
esperanza el sinsentido factico de la contingencia de la muerte, del
sufrimiento individual y de la perdida privada de la felicidad y, en general,
la negatividad de los riesgos que acechan a la existencia individual, con el
mismo buen suceso con que lo hizo la esperanza religiosa en la salvación”. En
las sociedades por primera vez se observa una pérdida de la esperanza en la
salvación y la gracia.
La
lectura de este texto, que hace un recorrido por la mayoría del pensamiento alemán
desde principios de siglo, resulta a la vez un buen pretexto para volver a los
temas más álgidos de la filosofía, que sigue siendo de suma importancia.
Alguien debe seguir pensando, la revolución tecnología ha creado otras formas
de configuración de la conciencia, de alienación, de la cual poco se habla,
pero se padece intensamente en nuestra vida.