Varios hechos confirman el
principio a un acuerdo final entre el gobierno colombiano y la FARC. El
primero, la oposición obcecada y recalcitrante ha bajado el tono radical y desde hace
un mes ha mostrado un cambio de actitud, aunque mantiene una posición crítica
del proceso, valido de antemano, asumió hacer las críticas desde la dialéctica propia en que se
desenvuelven los diálogos, de hecho reconociendo la importancia del proceso. Me
refiero por su puesto al Uribismo recalcitrante y a sectores de derecha
bastante conocidos. El segundo la vinculación directa del gobierno americano
con la entrada del asesor Bernard Aronson; la tercera la apertura de los
negociadores de la FARC, que salieron de su escafandra, ahora discuten
seriamente y abiertamente con los medios de comunicación, la prensa y la
academia; por último el viaje del generalato colombiano para acordar el cese al
fuego.
Curiosamente, antes de
escribir esta columna, estaba leyendo un artículo de Luis Bassets, director adjunto
del diario “El país” de España, esto escribe en su última columna, pertienente para el tema que trato:
En
política el tiempo es una materia preciosa. El arte de la política es en buena
parte el de la gestión del tiempo. Todo tiene su tiempo y no hay mayor virtud
política que saber encontrar el momento exacto, es decir, el punto de madurez
de las cosas. Hay ocasiones en que el tiempo aún no ha llegado y el político
que se precipita lo pierde todo y se pierde a sí mismo. Sucede también el caso
contrario, en que dejamos pasar el punto preciso sin tomar la decisión
trascendental y, cuando la voluntad dicta el momento, ya no sirve porque el
tiempo ha cerrado sus puertas. El tiempo es también un gran ingrediente de la
fórmula para la solución de los conflictos.
Nada más certero para
entender los diálogos y el propio acuerdo con la FARC, después de tantos años
de conflicto. Queda claro que el acuerdo no solucionará mágicamente el
conflicto, pero constituye una apertura para ir tejiendo una gran bitácora que
nos permita erradicar el fenómeno de la violencia enquistada en nuestra
realidad. Este es apenas el principio de una estrategia total, que desde el
gobierno y con carácter estatal siente las bases de inclusión y principios de
cambio, atendiendo todos los actores del conflicto, incluyendo a las BACRIM y
creando los cambios institucionales al respecto. Es responsabilidad de todos los colombianos
estar atentos al proceso, nadie deberá sentirse excluido del mismo, menos ser indiferente.
Los partidos políticos, la
sociedad civil, la academia, la iglesia, las ONG, tienen responsabilidades muy
puntuales y de hecho históricamente están comprometidos. El presidente ha sido
perseverante en este tópico y el proceso se ha consolidado seriamente, al
cierre del mismo, de nuevo Colombia se dará una oportunidad histórica.
“En estos momentos el enviado especial de Estados Unidos para el
proceso de paz de Colombia, Bernard Aronson, se encuentra en La Habana,
donde se reunió este fin de semana, por separado, con los delegados del
Gobierno de Juan Manuel Santos y con los de las Farc, confirmó a Efe una fuente
cercana a la negociación. Aronson, un veterano diplomático que fue
nombrado enviado para el proceso hace un par de semanas por el presidente
estadounidense, Barack Obama, se reunió el sábado con el equipo de negociadores
del Gobierno colombiano, tras su llegada a la capital cubana, precisó la fuente
consultada sin dar detalles de los temas abordados en los encuentros”
Esto significa que estamos
muy cerca de firmar el acuerdo, que están dadas todas las condiciones y que es
preciso estar muy atentos como colombianos que somos. Estaré por lo tanto
pendiente esta semana de como se desenvuelven los diálogos en la Habana.