Los
comentarios de Gabriel Silva Lujan a raíz del último editorial de la revista inglesa “The economist”, sobre la crisis de la globalización me parecen pertinentes por lo que significa el tema para la humanidad. Voy
a tomar la alusión hecha por uno de los mejores analistas colombianos, desde su columna
del periódico “El tiempo” de Colombia. De hecho, son muchos los pensadores que han tocado el
tema, a mi, esta cita me basta como ejemplo. El editorial de la revista inglesa en uno de los apartes abre con este interrogante: “Por
eso, cuando este ‘periódico’ expide una sentencia de muerte a la
“globalización”, más vale escuchar con cuidado y preocuparse en serio. No es el
primero que lo anuncia, son muchos los académicos y comentaristas que lo han reiterado. Se le añade el peligro que con y
analizado cómo las corrientes populistas, nacionalistas y autárquicas, enemigas
de la globalización, venían mostrando un imparable ascenso con anterioridad a
la actual crisis. Pero que el mismísimo campeón intelectual y periodístico de
la globalización anuncie su fallecimiento, ya la cosa es a otro precio”.
Partimos de
esta afirmación categórica de la revista: ““Despídanse de la era más grandiosa
de la globalización –y empiecen a preocuparse sobre qué es lo que va a ocupar
su lugar–”. Los factores que llevaron al fin del periodo más largo de
integración mundial son múltiples, y su estudio ocupará miles de volúmenes de
libros y tesis doctorales; sin embargo, son tres los más protuberantes: las
guerras comerciales y el proteccionismo en ascenso; la exacerbación del
populismo, el nacionalismo y la xenofobia, y la profundización de las
desigualdades sociales y la altísima concentración del ingreso, tanto a nivel
social como internacional. Esos factores se han exacerbado al extremo con la
llegada de la pandemia, que ha causado una agudización sin precedentes de las
fuerzas que ya venían horadando el sistema internacional político y económico”.
Se pregunta
el columnista: “Hay que recoger la inquietud que se hace el editorialista del
‘The Economist’. ¿Qué va a reemplazar a la globalización? Y responde, con un interrogante: “El desafío
filosófico e ideológico más grande para quienes creen en los principios de la
democracia, de la solidaridad social, de la cooperación internacional, de la
libertad individual, de la iniciativa privada y de un Estado solidario es
encontrar las fórmulas que impidan que el neo oscurantismo, que arruinó la
globalización, sea el que diseñe y comande la construcción del nuevo edificio”.
Me allano a
su inquietud, pero me pregunto, desde donde hablar, cuáles son los movimientos
políticos o colectivos capaces de hacer valer una posición que rompa
con el tsunami de nacionalismos y aislacionismos, que vienen ganando terreno a pasos agigantados, cómo evitamos el resurgimiento de esta especie de fascismo renovado, con otras prendas, tan
retrogrado, política e ideología de tan nefastas consecuencias en el siglo XX. Lo económico, factor determinante para el capitalismo
voraz, no logra humanizarse, sin ética alguna, rentalizado, solo vale ganar, el medio no importa, por lo tanto, la ética ni la moral existen, se lo debemos a una élite perversa, de la mano de economistas y tecnócratas sin un ápice de justicia social. En los últimos cinco años, los
nacionalismos, el racismo y el proteccionismo, el neofascismo exacerbado, son el pan de cada día.
Dónde están los filósofos, pensar se hace necesario. ¿Cuáles son los colectivos, los movimientos, que se opondrán a tan nefasta prospectiva? Dónde está los movimientos estudiantiles, la juventud impetuosa y arrogante, como la define el gran poeta Mario Rivero. Nada será igual, eso esta claro, el reto en todo caso, es inmenso, la humanidad no se devuelve. Ahora que estoy leyendo una biografía de Keynes, encuentro ejemplos de lo que nos puede pasar. Nadie esperaba que Hitler se saliera con la suya. Cómo nadie actuó a tiempo, el miedo y el deseo de no repetir una guerra demoraron la reacción de las democracias, cuando los gobiernos se dieron cuenta del peligro que representaba el líder alemán, ya era tarde, Europa estaba en sus manos. Inexplicable, el poderío militar de Francia e Inglaterra eran infinitamente superiores. Al final pagaron un costo muy alto, su miedo e indecisión los venció por anticipado.
No pretendo
hacer paralelismos sin fundamento, pero todo sabemos qué pasará si se impone el fascismo.
La derecha viene ganando espacios,
ejemplo: Trump en los Estados Unidos, Italia, Hungría, Brasil, para sólo citar algunos. Algo debemos
hacer.
Addenda: Me encontré, en un articulo del periódico " El tiempo" de Colombia, escrito por Eduardo Posada Garbo, escrito ocho días después de haber publicado esta columna, el tema que trata es el mismo de esta columna desde una perspectiva más optimista, toma de base un ensayo de Dani Rodrik, proofesor de Harvard. Traigo algunos apartes, por la lucidez de quien lo escribe y el optimismo que impele, el propósito, no dejarnos llevar solo por un punto de vista. Esto expresa básicamente en uno de los partes, la cita es literal: La "Globalización en sí misma, advierte Rodrik no es problema. No lo puede ser. Es nuestro destino, parte integral de nuestra existencia como seres humanos. El reto es como da. Hay modos de globalizar. El que ha imperado en tiempos recientes ( Hiperglobalización, lo llma Rodrik) no es el más ejemplar, para exacerbar desigualdades en extremo".