La
pregunta es muy sencilla: Sí el mundo necesita un súper-policía.
Sí EE.UU. asumió este papel o sí en
cambio, se comporta como un imperio, como la antigua Roma. Recordemos que Roma
fue el último de esta naturaleza. Este imperio, conquistó y dominó militarmente
y civilmente todo lo que se encontró. Roma
conquistó el mundo para sí. No es el caso de los Estados
Unidos, pero pese a las diferencias históricas, en ocasiones se comporta como tal. Su carta
de vuelo, es su constitución, aprobada después de la revolución que le dio la independencia. El progreso de esta nación fue galopante, rápido, ambicioso,
lleno de logros científicos y tecnológicos, al final termina consolidándose
como potencia económica, militar y social, que cela sus intereses particulares
y quien per se asumió ser guardián de la democracia y los derechos humanos. Este papel, teóricamente
está sustentado en sus enmiendas, que son una proclama a la libertad. Defendiendo supuestamente estos valores, ha intervenido militarmente en grandes conflictos, donde ha resuelto a favor
de la democracia y en contra de los totalitarismo: primera y segunda guerra
mundial; forjó la creación de la ONU, financió el plan de reconstrucción de Europa.
Ahora, muchos hechos en la práctica contradicen
totalmente el talante de esta nación: intervenciones violatorios de los
tratados internacionales: Panamá, Nicaragua, Irán, Afganistán; torturas y
detenciones arbitrarias; conspiraciones como la de Chile; imposición de políticas
comerciales; acceso directo a información secreta y manipulación de la misma
para cuidar sus intereses comerciales y políticos. En estos casos está
descontado que actúa como súper-potencia, sólo se preocupa por sus intereses
particulares e irrespeta sus propios valores y por su puesto a sus pares. Esta
nación está siempre atento en aquellas regiones donde existe riqueza: El medio
oriente por su petróleo; África, por las materias primas y minería a gran
escala; Latinoamérica, recursos naturales, minería y biodiversidad.
Cuáles
son los contrapesos que el mundo le debe anteponer a la súper-potencia. Muchos
y está demostrando en el caso Siria. Esta nación que impone la cultura que
consumimos y en la que vivimos; con las mejores universidades; dueña de la
mayoría de las grandes investigaciones;
que maneja el internet y la red, por lo tanto la información; que generó una
sociedad abierta; una economía global, la cual se ha consolidado en los últimos
veinte años; la apertura comercial y cultural resultado más visible de la globalización. En
este escenario, las redes sociales juegan un papel relevante. Para nadie es un
secreto que a pesar de la presión del
presidente Obama, hasta ahora se ha quedado solo en la locura de intervenir
militarmente a Siria. Las redes sociales, ese mecanismo de red, se han
convertido en un instrumento de lucha inigualable. El mundo nunca ha sido
indiferente a las atrocidades del dictador Sirio, pero es consciente que la
intervención no es el camino y que debe aplicar presiones de tipo diplomático y
económico fuertes. Así lo entendieron los mandatarios del G-20, la mayoría de
aliados y gran parte del mundo democrático. Es paradójico que el presidente
Obama insista en una operación en contra de tantos factores. Siendo nobel de
paz otra debería ser su actitud.
Hoy
he sabido que el presidente Obama aplazó cualquier intervención ante una
propuesta Rusa, que tiene en la mira obligar al dictador Sirio a entregar las
armas químicas. No queda sino esperar como se resuelve la crisis.