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martes, abril 22, 2014

LA ECONOMÌA VA BIEN PERO SOLO BENEFICIA A UNOS POCOS


La mayoría de decisiones gubernamentales están diseñadas para mejorar los índices de rentabilidad de las grandes corporaciones y multinacionales sobre el prurito que generarán empleo, cosa que no es cierta,  son de carácter tributario, de política monetaria, créditos y sistema cambiario e incluso procesos de flexibilidad laboral que tanto daño le han hecho a la clase trabajadora. Es cierto, la economía colombiana va muy bien, así lo indican los indices macro-económicos, las cifras y estadísticas del estado lo confirman, paradójicamente para la gente de a pie las cosas siguen igual y en muchos casos empeoran, pues cada vez las cargas monetarias son inaguantables frente a salarios congelados e injustos que no guardan equilibrio con los altos precios en todo aquellos productos necesarios para sobrevivir, denominado canasta familiar en otros tiempos, al unísono con una sociedad de consumo que todos los días nos somete a sus imposturas, con presiones insoslayables, promociones, planes para adquirir carro, tarjetas de crédito, como si no fuera suficiente con todas las alienaciones en que vivimos.
El mundo se mueve por la gracia de los poderosos, entonces no solo están las decisiones gubernamentales sino las plataformas de las multinacionales, que diseñan las políticas comerciales, los flujos de dinero, las políticas energéticas y agrícolas, los acuerdos y todas aquellas autopistas que los fortalecerán en el futuro, para no decir que los enriquecerán.  Los gobiernos liberales, como Obama en los Estados Unidos, el del presidente Santos, deberán crear los contrapesos que limiten estos empoderamientos, de no ser así, el futuro social de la humanidad terminará muy mal y el mundo solo podrá remedias estas inequidades con mucha sangre de por medio.
Paul Krugman en su última columna cuenta como una decisión favorece a los señores corredores de bolsa y se realiza favoreciendo sus intereses, traigo el cuento a colación como ejemplo flagrante de lo que expongo, porque no siempre hacemos lectura de lo que pasa a nuestro alrededor, mientras trabajamos mucha agua pasa debajo del rio. La perla es esta:
“Hace cuatro años, Chris Christie, el gobernador de Nueva Jersey, canceló de repente el que probablemente era el proyecto de infraestructura más grande e importante de Estados Unidos, un nuevo túnel ferroviario por debajo del río Hudson que se necesitaba desesperadamente. Pueden contarme entre quienes culpan a sus ambiciones presidenciales y creen que intentaba congraciarse con las bases republicanas que odian el transporte público y al Gobierno. Sin embargo, aunque un túnel se cancelaba, otro estaba a punto de completarse, ya que Spread Networks acababa de abrirse camino a través de las montañas Allegheny de Pensilvania. El túnel de Spread, sin embargo, no estaba pensado para transportar pasajeros, ni siquiera mercancías; era para un cable de fibra óptica que reduciría en tres milisegundos —tres milésimas de segundo— el tiempo de comunicación entre los mercados de futuros de Chicago y los mercados de valores de Nueva York. Y el hecho de que este túnel se construyese y el túnel ferroviario no, nos dice mucho sobre lo que no marcha bien en el Estados Unidos de hoy. ¿A quién le importan los tres milisegundos? La respuesta es que a los corredores de Bolsa de alta frecuencia, que ganan dinero comprando o vendiendo acciones una pequeñísima fracción de segundo más rápido que otros agentes. No es de extrañar que Michael Lewis inicie su exitosísimo nuevo libro Flash Boys, un ataque contra la negociación de alta frecuencia, con la historia del túnel de Spread Networks. Pero la verdadera moraleja de la historia del túnel es independiente de la invectiva de Lewis".
Eduardo Sarmiento uno de los economistas más críticos del modelo adoptado por el país expresó en una de sus columnas hace poco: “El país le apostó durante 20 años al desarrollo basado en la inversión extranjera, al desmonte arancelario y a los TLC. Se configuró un perfil productivo en el cual el país produce bienes mineros, servicios y construcción, y adquiere la mayor parte de la demanda industrial y agrícola en el exterior. Una de las características sobresalientes de esta estructura es la baja productividad de la actividad doméstica. En los últimos 10 años la productividad total de los factores no tuvo ningún incremento. El aumento de los ingresos laborales se explica por el abaratamiento de las importaciones”. Y adelante ratifica con mucho énfasis en lo errado de las políticas gubernamentales:
“Lo más grave es que en los países como Colombia, que tienen baja demanda por su producto de ventaja comparativa, aparece un creciente déficit en cuenta corriente financiado con inversión extranjera, que introduce una gran inestabilidad. Bastaba que cambiaran las condiciones externas para que el flujo de la inversión extranjera se revirtiera y dejara la economía expuesta a déficits desfinanciados. Luego, la salida de recursos generaría la escasez de divisas que provoca el alza del precio del dólar. No sobra señalar que el efecto de esta devaluación depende de qué tanto aumenta la inflación y reduce el salario real. Cuanto más bajen los ingresos del trabajo, tanto mayor será el incremento de las exportaciones y la reducción del déficit en cuenta corriente”.
Stiglitz es contundente: “Poco después de que estallara la crisis financiera mundial en el año 2008, advertí que, a menos que se adopten políticas adecuadas, se podía asentar un malestar al estilo japonés —es decir, un crecimiento lento e ingresos casi estancados durante muchos años—. Si bien los líderes a ambos lados del Atlántico afirmaron que habían aprendido las lecciones de Japón, rápidamente procedieron a repetir algunos de los mismos errores. Ahora, incluso un exfuncionario clave de Estados Unidos, el economista Larry Summers, realiza advertencias sobre el estancamiento secular”. En este momento las ganancias especulativas adquieren el performance que las hace más atractivas e influyentes en el sistema para ellas mismas, lo que se traduce que el empleo y todas aquellas medidas que tienen que ver con el bienestar de los ciudadanos, quedan rezagadas o no importan.


Algo debe pasar, para que el desarrollo sea más equitativo. No solo de parte del gobierno y el legislativo, sino de las propias empresas. Debe haber más equidad, de ello depende que haya equilibrio social y que no aparezcan efectos que después tengamos que lamentar.