La mayoría de decisiones
gubernamentales están diseñadas para mejorar los índices de rentabilidad de las grandes corporaciones y multinacionales sobre el prurito que generarán empleo,
cosa que no es cierta, son de carácter tributario, de política monetaria, créditos y sistema cambiario e incluso procesos de flexibilidad
laboral que tanto daño le han hecho a la clase trabajadora. Es cierto, la
economía colombiana va muy bien, así lo indican los indices macro-económicos, las cifras y estadísticas del estado lo confirman, paradójicamente para la gente de a pie las cosas
siguen igual y en muchos casos empeoran, pues cada vez las cargas monetarias
son inaguantables frente a salarios congelados e injustos que no guardan
equilibrio con los altos precios en todo aquellos productos necesarios para sobrevivir,
denominado canasta familiar en otros tiempos, al unísono con una sociedad de
consumo que todos los días nos somete a sus imposturas, con presiones insoslayables,
promociones, planes para adquirir carro, tarjetas de crédito, como si no fuera
suficiente con todas las alienaciones en que vivimos.
El mundo se mueve por la
gracia de los poderosos, entonces no solo están las decisiones gubernamentales
sino las plataformas de las multinacionales, que diseñan las políticas
comerciales, los flujos de dinero, las políticas energéticas y agrícolas, los
acuerdos y todas aquellas autopistas que los fortalecerán en el futuro, para no
decir que los enriquecerán. Los gobiernos
liberales, como Obama en los Estados Unidos, el del presidente Santos, deberán
crear los contrapesos que limiten estos empoderamientos, de no ser así, el
futuro social de la humanidad terminará muy mal y el mundo solo podrá remedias
estas inequidades con mucha sangre de por medio.
Paul Krugman en su última
columna cuenta como una decisión favorece a los señores corredores de bolsa y
se realiza favoreciendo sus intereses, traigo el cuento a colación como ejemplo
flagrante de lo que expongo, porque no siempre hacemos lectura de lo que pasa a
nuestro alrededor, mientras trabajamos mucha agua pasa debajo del rio. La perla
es esta:
“Hace cuatro años, Chris
Christie, el gobernador de Nueva Jersey, canceló de repente el que
probablemente era el proyecto de infraestructura más grande e importante de
Estados Unidos, un nuevo túnel ferroviario por debajo del río Hudson que se
necesitaba desesperadamente. Pueden contarme entre quienes culpan a sus
ambiciones presidenciales y creen que intentaba congraciarse con las bases
republicanas que odian el transporte público y al Gobierno. Sin embargo, aunque
un túnel se cancelaba, otro estaba a punto de completarse, ya que Spread
Networks acababa de abrirse camino a través de las montañas Allegheny de
Pensilvania. El túnel de Spread, sin embargo, no estaba pensado para
transportar pasajeros, ni siquiera mercancías; era para un cable de fibra
óptica que reduciría en tres milisegundos —tres milésimas de segundo— el tiempo
de comunicación entre los mercados de futuros de Chicago y los mercados de
valores de Nueva York. Y el hecho de que este túnel se construyese y el túnel
ferroviario no, nos dice mucho sobre lo que no marcha bien en el Estados Unidos
de hoy. ¿A quién le importan los tres milisegundos? La respuesta es que a los
corredores de Bolsa de alta frecuencia, que ganan dinero comprando o vendiendo
acciones una pequeñísima fracción de segundo más rápido que otros agentes. No
es de extrañar que Michael Lewis inicie su exitosísimo nuevo libro Flash Boys,
un ataque contra la negociación de alta frecuencia, con la historia del túnel
de Spread Networks. Pero la verdadera moraleja de la historia del túnel es
independiente de la invectiva de Lewis".
Eduardo Sarmiento uno de
los economistas más críticos del modelo adoptado por el país expresó en una de
sus columnas hace poco: “El país le apostó durante 20 años al desarrollo basado
en la inversión extranjera, al desmonte arancelario y a los TLC. Se configuró
un perfil productivo en el cual el país produce bienes mineros, servicios y
construcción, y adquiere la mayor parte de la demanda industrial y agrícola en
el exterior. Una de las características sobresalientes de esta estructura es la
baja productividad de la actividad doméstica. En los últimos 10 años la
productividad total de los factores no tuvo ningún incremento. El aumento de
los ingresos laborales se explica por el abaratamiento de las importaciones”. Y
adelante ratifica con mucho énfasis en lo errado de las políticas
gubernamentales:
“Lo más grave es que en los
países como Colombia, que tienen baja demanda por su producto de ventaja
comparativa, aparece un creciente déficit en cuenta corriente financiado con
inversión extranjera, que introduce una gran inestabilidad. Bastaba que
cambiaran las condiciones externas para que el flujo de la inversión extranjera
se revirtiera y dejara la economía expuesta a déficits desfinanciados. Luego,
la salida de recursos generaría la escasez de divisas que provoca el alza del
precio del dólar. No sobra señalar que el efecto de esta devaluación depende de
qué tanto aumenta la inflación y reduce el salario real. Cuanto más bajen los
ingresos del trabajo, tanto mayor será el incremento de las exportaciones y la
reducción del déficit en cuenta corriente”.
Stiglitz es contundente:
“Poco después de que estallara la crisis financiera mundial en el año 2008,
advertí que, a menos que se adopten políticas adecuadas, se podía asentar un
malestar al estilo japonés —es decir, un crecimiento lento e ingresos casi
estancados durante muchos años—. Si bien los líderes a ambos lados del
Atlántico afirmaron que habían aprendido las lecciones de Japón, rápidamente
procedieron a repetir algunos de los mismos errores. Ahora, incluso un
exfuncionario clave de Estados Unidos, el economista Larry Summers, realiza advertencias
sobre el estancamiento secular”. En este momento las ganancias especulativas
adquieren el performance que las hace más atractivas e influyentes en el
sistema para ellas mismas, lo que se traduce que el empleo y todas aquellas
medidas que tienen que ver con el bienestar de los ciudadanos, quedan rezagadas
o no importan.
Algo debe pasar, para que
el desarrollo sea más equitativo. No solo de parte del gobierno y el
legislativo, sino de las propias empresas. Debe haber más equidad, de ello
depende que haya equilibrio social y que no aparezcan efectos que después
tengamos que lamentar.