Nadie ha podido impedir
el asesinato continuo de periodistas mexicanos, el gobierno de este país no
solo ha sido impotente sino que se convirtió en un sujeto pasivo, sospechoso, cómplice,
de tan deplorables sucesos y la sociedad, lo que es peor, ya no se conmueve, actúa como si nada hubiese sucedido, cede ante el poder inconmensurable del narcotráfico que todo
lo puede.
“Hace exactamente un
mes fue asesinado Javier Valdez, un
periodista valiente que supo combinar la cobertura del narcotráfico con una
amplia sonrisa. Nació y murió en una tierra marcada por la violencia de los
carteles del narcotráfico, Sinaloa, territorio del Chapo Guzmán, extraditado a los Estados Unidos”[1].
Fue uno de los
periodistas que más de cerca se dedicó a cubrir el crimen organizado en el
país, intentando evitar que cayeran en el silencio historias que él creía
merecían ser contadas, dándole un nombre a víctimas destinadas al olvido.
"La lucha diaria por cubrir el narco", decía, era como
"suministrar pastillas contra el olvido".
“Valdez fue el periodista número 36 asesinado durante
el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto y con su muerte el
gremio de ese país levantó la voz aún más fuerte para cuestionar a un Estado
ausente. Las cifras son escalofriantes, al igual que los altos niveles de
impunidad que existen sobre los crímenes contra los reporteros de México. Los
periodistas del país latinoamericano se sienten acorralados”.
México es el tercer país donde más periodistas son
asesinados: 105 desde 2000 (sólo Siria y Afganistán son más
peligrosos para la prensa), y Valdez era el de mayor perfil y el más conocido a
nivel internacional.
Hace podo le sucedió a Miroslava
Breach, quien fue asesinada frente a su domicilio en la ciudad de Chihuahua, en
el norte de México este año. Breach fue atacada mientras se
encontraba a bordo de su camioneta. Un sujeto se acercó en otro vehículo y
abrió fuego contra ella, según reportes policiales. La periodista, de 54 años,
salía alrededor de las siete de la mañana de su domicilio, en las calles de
José María Mata y Río Aros de la capital chihuahuense, en una Renault Duster
color roja, informan medios locales. Recibió ocho impactos de bala, los agentes
policiales encontraron casquillos de calibre 38. Murió mientras era trasladada
al hospital.
El papel de la prensa latinoamericana y por supuesto, de los mismos
periodistas, debe ser más decisivo, la tarea que se nos impone, es unirnos. Con el asesinato de
Guillermo Cano en Colombia y la bomba que destruyo al periódico “El espectador”
en los años 90 del siglo pasado, hubo un apoyo masivo en Latinoamérica a este periódico.
Algo parecido podríamos hacer frente a lo que pasa en México, hacer una cruzada
que demuestre como nos duele lo que está sucediendo, se hace necesario darle un
apoyo a la prensa libre de manera contundente y firme.