Está ciudad bella y paradojal, nos
sorprende con fenómenos fuera de serie y personas excepcionales. Vivir en medio
de una modernidad galopante, de anhelos enquistados por sobrevivir, del auge
comercial siempre como reto, las presiones de las TIC, que significan estar
atentos a la innovación y el cambio en medio de signos de violencia y
marginalidad graves, es una apuesta de vida absolutamente diferente a todo lo
que hemos visto. Esto y mucho más es Medellín. Es bella y trágica a la vez. La
exclusión, la droga y la violencia constituyen un trípode que mantiene en vilo
a las instituciones. De igual manera, es orgullosa de su progreso galopante,
llena de vida y muerte en una convivencia inexplicable. Los problemas de las
comunas han obligado al gobierno municipal, crear políticas públicas de
inclusión, grandes parques bibliotecas, planes de cobertura educativa,
trasformaciones urbanas atendiendo a procesos de resocialización,
con presupuestos fijos que garantizan darles continuidad y
permanencia a todos estos programas. La apuesta ha sido muy grande y se traduce
en obras y políticas que son ejemplo para el mundo.
Unísono a este esfuerzo del gobierno, hay personas que nos sorprenden por su capacidad para crear verdaderos iconos de inclusión, que constituyen una verdadera revolución y alivio para la ciudad.
Unísono a este esfuerzo del gobierno, hay personas que nos sorprenden por su capacidad para crear verdaderos iconos de inclusión, que constituyen una verdadera revolución y alivio para la ciudad.
Quiero hablar de la CORPORACION
RIVER PLATE DE MEDELLIN. Tiene 800 niños y jóvenes, todos jugando
futbol, entrenando diariamente, con planes anuales previamente diseñados,
compitiendo y formándose como personas, acorde a una ética, unas normas y
propósitos de vida muy claros. Queda claro que patear un balón, va mucho más
allá que los propios roles competitivos que el juego implica, es proyecto
humano, es hacer ciudadanos a carta cabal, es concientizar, es afincar en
el inconsciente colectivo razones sanas para disfrutar y vivir en
comunidad.
Este monumento no nació de ningún
esfuerzo gubernamental, ni político, fue la idea de una familia. Nació en el
barrio AntioquÍa Medellín, donde confluyen todas las violencias, pero
de igual manera, gente luchadora y que ha sabido enfrentarse a las
adversidades, llena de fortalezas inimaginables. Es una síntesis de la
ciudad. Cuando se toca fondo, cuando se ha vivido entre lo peor y la esperanza,
la vida provee personas providenciales, verdaderas potencias, héroes anónimos,
que generan salidas y proyectos de inclusión, que son más efectivos y
prácticos, que muchos programas de carácter institucional. Como el dicho
popular, deme una esperanza y una ventana de salida que yo hago el resto.
El señor Julián Pérez, un antioqueño
raizal, que ha vivido, disfrutado y padecido esta ciudad, de caminar pausado y
con una sabiduría y sentido común extraño en estos tiempos, le dio rueda suelta
a esta idea. Habla incansablemente de los problemas de droga en la juventud. Ha
visto como se muere la juventud entre vicios irracionales, adiciones sin
salida, crueles, duros. Es testigo de pérdidas humanas, sabe que una vez un
muchacho cae en la droga, difícilmente sale de este laberinto mortal. A grandes problemas, soluciones sabias y prácticas. Creó y
convirtió este programa en una actitud, en una solución sin parangón, un
proyecto de vida,junto con su esposa Diana y su hijo Santiago, quienes crearon esta corporación que cumple una labor no solo excepcional, sino revolucionaria.
Doña Diana, su esposa, es una mujer
con los pies en la tierra. Es la mano derecha de su esposo Julián. Proactiva,
ágil, realiza más de cuatro cosas a la vez: entrega uniformes, recibe
matriculas, escucha al niño, recoge el balón, soluciona puntualidades
y mantiene una actitud positiva, nada por grave que sea, la
congestiona.
Santiago es el alma, el programador,
el técnico, la bitácora de este bello proyecto fue creada por él y está
en sus manos. No solo sabe fútbol sino que es su pasión. Pero
atiende a un programa específico en lo futbolístico y en lo administrativo.
Ex jugador del nacional, la cancha es el espacio de su vida y el ciclo
vital donde vibra como nadie.
Sí se miran las cifras de
drogadicción de la niñez y la juventud en esta ciudad, se valora la
dimensión del trabajo de esta familia. Sí todos pensáramos así, otra sería la
realidad. El marco de influencia de un proyecto de esta índole tiene proyección
geométrica y es un icono en materia de salidas reales a un problema
específico.
Muchas empresas pueden hacer
donaciones que le generarían exenciones tributarias de ley. Permitiría
repontecializar un proyecto de esta naturaleza. De muchas maneras se puede en
todo caso ayudar. Estupefacientes, una institución llena de corrupción. Está
llena de lotes en Rionegro Antioquía, que puede entregar en comodato a la
corporación. Las grandes empresas públicas, de la ciudad pueden hacer
contribuciones en dinero y en especie. La alcaldía como en los planes de
cobertura educativa patrocinar becas. Salidas, tantas como se quiera. Debemos
tener la voluntad.
No queda sino dar las gracias. Dentro
de poco, este proyecto que se extiende a más de cuatro sedes, estará en todas
las zonas vulnerables de la ciudad en materia de drogadicción. Esto se llama
sembrar futuro y vida. Ojala permanezca para siempre.