EL POLO Y LA FARC
El movimiento guerrillero Colombiano tiene más de veinte años de nacimiento y hoy es poco lo que queda, del ideario revolucionario de los sesenta, el marco teórico y el país que le dio sustento. Los momentos son completamente diferentes hoy. La Farc es el resultado de la lucha de finales de los cincuenta y sesenta del siglo pasado, de los partidos tradicionales colombianos, entiéndase partido liberal y conservador, que utilizaron gran parte de las fuerzas campesinas, para fomentar la guerra de guerrillas para sus propósitos mezquinos e intereses. Poco después se firma el frente nacional, donde un numero significativo de actores políticos y sociales quedan excluidos, algunos de los cuales, como en el caso de las guerrillas del Tolima y Cundinamarca, acompañados del partido comunista, terminan siendo las actuales guerrillas: FARC y ELN, para citar los más importantes. En pleno siglo XXI, los movimientos guerrilleros son un anacronismo, muy a pesar que el caldo de cultivo que les dio origen, sigue en muchos casos fresco y sin esperanzas de alguna solución inmediata (desigualdad, injusticia, pobreza absoluta, analfabetismo), es evidente, que en medio de la globalización, la apertura y la consolidación de la democracia liberal, los caminos ya no corresponden a la guerra de guerrillas, de los sesenta. Colombia, padece una de las peores violencias del mundo, cargada de masacres, asesinatos, desaparecimientos y la guerrilla ha sido proclive a la utilización de métodos que violan completamente el derecho humanitario. Los ejemplos tajantes redundan: Secuestrados, que ellos insisten en llamar retenidos, masacres, asesinatos como el de los diputados del Valle y para completar: Narcotráfico y alianzas con la delincuencia común. Algunos dirigentes del Polo, de la talla de su director, el Doctor Gaviria y del Senador Jorge Robledo, quien ha hecho una excelente labor en el congreso, han asumido una neutralidad frente a las masacres de la Farc, que es muy difícil de entender. Un asesinato, una masacre y un secuestro son eso: Asesinato, masacre y secuestro, actos inhumanos, violatorios del derecho humanitario y por lo tanto condenables, no importa desde donde se hable. El columnista Rangel este domingo escribía: “Hay que recordarles a los neutrales frente a las Farc que esa organización ha asesinado, secuestrado, amenazado y desterrado a centenares de alcaldes, concejales, diputados y dirigentes de todos los partidos políticos en Colombia. Que son responsables de miles de delitos atroces y de crímenes de guerra, como asesinatos fuera de combate, masacres, secuestros, etc. Un demócrata no puede declararse neutral frente a esa organización o frente a cualquiera otra que haya realizado tantos crímenes contra la vida y la democracia.” Sobra decir, que no se puede comparar a la Farc con el paramilitarismo, las primeras tienen un origen político que aun les legitima para un dialogo y la creación de mesas de negociación que establezca una recomposición del poder, a través de una asamblea constituyente y puede ser el soporte para unas negociaciones a un conflicto interminable, que no sea solamente reinserción. El tema es muy delicado, pero debe quedar sencillamente claro, que no estamos de acuerdo con el secuestro, el asesinato o cualquier método que tenga la lucha armada como soporte, los tiempos son otros y es hora de reconocer esta realidad.
El movimiento guerrillero Colombiano tiene más de veinte años de nacimiento y hoy es poco lo que queda, del ideario revolucionario de los sesenta, el marco teórico y el país que le dio sustento. Los momentos son completamente diferentes hoy. La Farc es el resultado de la lucha de finales de los cincuenta y sesenta del siglo pasado, de los partidos tradicionales colombianos, entiéndase partido liberal y conservador, que utilizaron gran parte de las fuerzas campesinas, para fomentar la guerra de guerrillas para sus propósitos mezquinos e intereses. Poco después se firma el frente nacional, donde un numero significativo de actores políticos y sociales quedan excluidos, algunos de los cuales, como en el caso de las guerrillas del Tolima y Cundinamarca, acompañados del partido comunista, terminan siendo las actuales guerrillas: FARC y ELN, para citar los más importantes. En pleno siglo XXI, los movimientos guerrilleros son un anacronismo, muy a pesar que el caldo de cultivo que les dio origen, sigue en muchos casos fresco y sin esperanzas de alguna solución inmediata (desigualdad, injusticia, pobreza absoluta, analfabetismo), es evidente, que en medio de la globalización, la apertura y la consolidación de la democracia liberal, los caminos ya no corresponden a la guerra de guerrillas, de los sesenta. Colombia, padece una de las peores violencias del mundo, cargada de masacres, asesinatos, desaparecimientos y la guerrilla ha sido proclive a la utilización de métodos que violan completamente el derecho humanitario. Los ejemplos tajantes redundan: Secuestrados, que ellos insisten en llamar retenidos, masacres, asesinatos como el de los diputados del Valle y para completar: Narcotráfico y alianzas con la delincuencia común. Algunos dirigentes del Polo, de la talla de su director, el Doctor Gaviria y del Senador Jorge Robledo, quien ha hecho una excelente labor en el congreso, han asumido una neutralidad frente a las masacres de la Farc, que es muy difícil de entender. Un asesinato, una masacre y un secuestro son eso: Asesinato, masacre y secuestro, actos inhumanos, violatorios del derecho humanitario y por lo tanto condenables, no importa desde donde se hable. El columnista Rangel este domingo escribía: “Hay que recordarles a los neutrales frente a las Farc que esa organización ha asesinado, secuestrado, amenazado y desterrado a centenares de alcaldes, concejales, diputados y dirigentes de todos los partidos políticos en Colombia. Que son responsables de miles de delitos atroces y de crímenes de guerra, como asesinatos fuera de combate, masacres, secuestros, etc. Un demócrata no puede declararse neutral frente a esa organización o frente a cualquiera otra que haya realizado tantos crímenes contra la vida y la democracia.” Sobra decir, que no se puede comparar a la Farc con el paramilitarismo, las primeras tienen un origen político que aun les legitima para un dialogo y la creación de mesas de negociación que establezca una recomposición del poder, a través de una asamblea constituyente y puede ser el soporte para unas negociaciones a un conflicto interminable, que no sea solamente reinserción. El tema es muy delicado, pero debe quedar sencillamente claro, que no estamos de acuerdo con el secuestro, el asesinato o cualquier método que tenga la lucha armada como soporte, los tiempos son otros y es hora de reconocer esta realidad.
ADDENDA. Es pertinente aclarar que la posción no es de partido, sino la opinión de algunos miembros, lo que ha ocasionado una verdadera controversia interna entre los miembros del polo.
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