EL DISCURSO DEL PRESIDENTE CHAVES EN LA ASAMBLEA VENEZOLANA
Para nadie es una sorpresa las afinidades ideológicas del presidente Chávez con la Farc y el ELN. Lo absurdo es su intromisión por fuera del canon establecido por el derecho internacional, en asuntos internos del país, cuando solicita que se le suprima el carácter de terrorista a las dos organizaciones guerrilleras y aun más grave en materia diplomática, condicionar las relaciones bilaterales a este cambio de posición. No cabe que la sangre caliente del presidente Venezolano le esta haciendo cometer errores graves, en su estrategia por sentar las bases de un Bolivarianismo variopinto, que le podrían ocasionar problemas en el concierto internacional muy a pesar de sus petrodólares y ciertas alianzas importantes que ha forjado. El gobierno debe evitar caer en el juego del presidente Venezolano y asumir posiciones que no sean el resultado del debate con su vecino, quien empezaría a gobernar a punta de reacciones. Se debe perseverar en el acuerdo Humanitario, en la búsqueda de una negociación que nos permita salir del conflicto con una agenda al respecto, que no afecta para nada la política de seguridad democrática del presidente Uribe. Se podrá estar de acuerdo con la política e ideología asumida por el presidente Chavez, pero es un hecho que no escucha a sus asesores en política internacional o no los tiene. Nunca vimos a Castro armando escándalos a granel sin brújula alguna. Las relaciones bilaterales entre Colombia y Venezuela muy por encima de las decisiones de los mandatarios de turno son absolutamente inevitables: por la extensión de la frontera, por la historia común que nos enaltece, por los lazos naturales entre algunas localidades (Véase San Antonio-Cúcuta) y por ciertas necesidades mutuas que superan la filigrana diplomática. Estuvo bien de parte del gobierno Colombiano al no actuar precipitado en el caso del discurso de Chavez y contestar con un simple no a su propuesta. Está claro que continuaremos asistiendo a más sorpresas. Amanecerá y veremos.
Para nadie es una sorpresa las afinidades ideológicas del presidente Chávez con la Farc y el ELN. Lo absurdo es su intromisión por fuera del canon establecido por el derecho internacional, en asuntos internos del país, cuando solicita que se le suprima el carácter de terrorista a las dos organizaciones guerrilleras y aun más grave en materia diplomática, condicionar las relaciones bilaterales a este cambio de posición. No cabe que la sangre caliente del presidente Venezolano le esta haciendo cometer errores graves, en su estrategia por sentar las bases de un Bolivarianismo variopinto, que le podrían ocasionar problemas en el concierto internacional muy a pesar de sus petrodólares y ciertas alianzas importantes que ha forjado. El gobierno debe evitar caer en el juego del presidente Venezolano y asumir posiciones que no sean el resultado del debate con su vecino, quien empezaría a gobernar a punta de reacciones. Se debe perseverar en el acuerdo Humanitario, en la búsqueda de una negociación que nos permita salir del conflicto con una agenda al respecto, que no afecta para nada la política de seguridad democrática del presidente Uribe. Se podrá estar de acuerdo con la política e ideología asumida por el presidente Chavez, pero es un hecho que no escucha a sus asesores en política internacional o no los tiene. Nunca vimos a Castro armando escándalos a granel sin brújula alguna. Las relaciones bilaterales entre Colombia y Venezuela muy por encima de las decisiones de los mandatarios de turno son absolutamente inevitables: por la extensión de la frontera, por la historia común que nos enaltece, por los lazos naturales entre algunas localidades (Véase San Antonio-Cúcuta) y por ciertas necesidades mutuas que superan la filigrana diplomática. Estuvo bien de parte del gobierno Colombiano al no actuar precipitado en el caso del discurso de Chavez y contestar con un simple no a su propuesta. Está claro que continuaremos asistiendo a más sorpresas. Amanecerá y veremos.
Adenda: La mirada de los otros nos ayuda a entender un poco lo que no está pasando. leer el editorial de Clarin nos permite aperturar este camino.
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