La detención en Colombia de
Santiago Uribe hermano del doctor Álvaro Uribe por hechos muy graves
ocurridos en Yarumal Antioquia hace 20 años, terminó en un espectáculo
grotesco y un ejemplo de cómo un cumulo de mentiras terminan siendo verdades
irrefutables. Desde que se conoció la noticia el expresidente se vino lanza en ristre sobre la decisión de la fiscalia, ha logrado desviar la atención sobre la historia de lo sucedido, que está lleno de asesinatos, nunca hace alusión a las investigaciones periodísticas, muy rigurosas, investigaciones que hasta la fecha no han sido
desmentidas, manipula a cada rato a la opinión pública, fomentando la polarización política, que demuestra una vez más su vulnerabilidad absoluta. He oído a muchos jóvenes defender con vehemencia las posiciones asumidas por el
ex-presidente, sin verificarlas si quiera, no revisan las fuentes, para ellos son verdades absolutas, en tanto el señor repite por todos los medios su
alharaca, hablando con odio y realizando acusaciones
contra el gobierno, ni siquiera se pretexta a un debate civilizado.
Como una aplanadora, el Doctor Uribe, utilizando
todos los medios posibles a su alcance, ha patrocinado protestas, manifestaciones ( Realmente muy pocas personas) de aúlicos frente al palacio presidencial, como es lógico y de costumbre, acompañado además de los congresistas de su bancada, ha vendido muy bien la idea de ser un
perseguido político, una victima, denunciando acciones de la justicia contra su familia.
Esta es la información de
la revista semana sobre el fallo del Consejo de estado sobre las matanzas de
Yarumal que es pertinente recordar: “Las masacres realizadas por el grupo paramilitar de los ‘Doce
apóstoles’, conformado por ganaderos, empresarios y hasta un sacerdote en la
región de Yarumal, en Antioquia, vuelve a meter en líos judiciales al Estado
colombiano. Por segunda vez en menos de 10 meses el Consejo de Estado condenó a
la Nación al comprobar la complicidad entre las autoridades y este grupo armado
ilegal. La decisión responsabilizó a la Policía Nacional y al Ministerio de
Defensa por los asesinatos colectivos realizados en esa región de Antioquia en
los años 1993 y 1994, en donde amparados en un afán de limpiar la región,
realizaron más de 30 crímenes contra prostitutas, indigentes, drogadictos,
entre otras personas, argumentando que no eran personas gratas para la sociedad
La Sección Tercera, con ponencia del magistrado Enrique Gil Botero, encontró probado
que los crímenes cometidos son atribuibles a un grupo organizado por personas
reconocidas de la región. “Los ‘Doce apóstoles’ fueron financiados por los
comerciantes de la región, además de tener el apoyo irrestricto de miembros de
la Policía Nacional, miembros del Ejército y un sacerdote católico de la
iglesia de La Merced”, dice la sentencia”[1].
“Si un cuestionado policía de apellido Meneses no le hubiera confesado a The
Washington Post, en 2010, su participación ( La de Santiago Uribe) en los
crímenes rutinarios de Los 12 apóstoles (y si no hubiera repetido desde
entonces que lo primero que supo de aquel grupo monstruoso fue que su jefe era
el enjuto Uribe), entonces el caso habría seguido siendo un puño cerrado. Y la
fiscalía no habría capturado al terrateniente Uribe la semana pasada. Y el
partido de su hermano no estaría llamando a una guerra civil”.
Desde que se aperturó la
investigación sobre la masacre ha corrido mucha sangre, hay desaparecidos,
algunas personas se tuvieron que ir del país, no aguantaron el constreñimiento de los grupos ilegales armados, que incluyen a los periodistas; la impunidad frente a estas masacres es oprobiosa, con la contribución triste del sistema de justicia, lento por naturaleza, paquidérmico, sin desconocer las dificultades en el proceso de indagación. Todos estos hechos son el pan de cada día en el país, con las consecuencias por todos conocidas, el odio nos caracteriza, se fomenta a granel en todas las instancias.
Lo que quiere relevar en este caso, es
como le mediático va diluyendo la verdad, no se atiende a las fuentes
históricas y el debate no se hace de manera abierta, sobre los hechos puntuales y se resliza inexplicablemente desde la periferia. Ni siquiera se han traído a la palestra los protagonistas
directos, el debate es de oídas. Lo que presenciamos, sucede tristemente con muchos hechos de suma importancia de nuestra historia, es una constante esta manera de proceder, como un virus.
[1]
http://www.semana.com/nacion/articulo/estado-condenado-crimen-doce-apostoles/348259-3
(1)http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/09/colombia/1457478908_764654.html
(1)http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/09/colombia/1457478908_764654.html
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