El
proceso de la Habana pasa por un momento delicado, previsible además, se están definiendo aspectos prácticos del mismo,
nada menos que la bitácora de implementación de los puntos sustanciales producto de
los acuerdos firmados hasta la fecha. Hablo de la forma, fundamental para
las partes, debe recordarse que esta negociación es bilateral y no un sometimiento como muchos
pretenden, lo que significa que es un acuerdo sobre el acuerdo. Se está discutiendo: La entrega de armas,
donde se ubicaran los guerrilleros, cuáles
son sus derechos políticos; cómo será su situación jurídica, de la A hasta la Z, dentro del
marco de la justicia transaccional; que pasos lleva la re-inserción como tal; en fin, aquellas cosas que tienen que ver con la experticia del
proceso, que debe ser absolutamente clara,
responder a un cronograma exacto y a unos protocolos predeterminados.
Varias
cosas me quedan en el tintero, dudas diría. El presidente tiene facultades
expresas para liderar el proceso y para decidir a fondo sobre el mismo, muchas
leyes así lo facultan. Pareciera que le pide permiso a ciertos sectores para
tomarlas, cuando no necesita consensos para esto, contrario a esta actitud, el
momento le exige actuar con carácter y talante, ser líder, está en juego la paz
a la que le ha apostado en los últimos seis años con un costo político muy alto.
El senado no debió agregarle condiciones al plebiscito que no hubiesen sido acordadas en la mesa de negociación. Para eso
está la mesa. El congreso cuando aprobó
las leyes para llevar a cabo el acuerdo entregó facultades
legales previendo gran parte de los protocolos requeridos.
En
todo caso, cincuenta años de conflicto, el que más ha producido víctimas en el
mundo después de la segunda guerra mundial, con masacres oprobiosas e inenarrables,
crueles y bárbaras; asesinatos a granel de toda índole; extinción de un partido
completo de izquierda ( Mas de cinco mil militantes); desplazamiento y pobreza a lo largo de la geografía
nacional; la muerte de muchos candidatos a la presidencia, requiere todo el esfuerzo
de los Colombianos. Era previsible que hubiese muchos debates alrededor del
acuerdo con la insurgencia, no se
entendía de otra manera, lo que no
se dimensionó es la posición recalcitrante de ciertos sectores, su
capacidad de distorsión, estos solo ven la
guerra como salida al conflicto, su desmesura y despropósito no tiene límites.
Quería
dejar el tema de lado esperando la publicación en firme de ciertos documentos de
la mesa de negociación, pero es necesario salirle al paso a tantos rumores maledicentes,
con la esperanza que se cierre este ciclo rápido, pues no se debe quemar una posibilidad tan grande y oportuna para el país por culpa de los enemigos
ocultos de la paz, recordando la afirmación de Otto Morales. El viaje de
Enrique Santos puede reorientar ciertos malentendidos, espero así sea.
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