La mayoría de la información del presente escrito ha sido tomada del
portal de la fundación Otra parte, dedicada a divulgar la obra de este
excelente pensador colombiano.
Cuando se visita cualquiera de las librerías famosas de la calle Corrientes
en Buenos Aires, sorprende el total desconocimiento de la obra de Estanislao
Zuleta y de Fernando González, pensadores y filósofos Colombianos, que no han tenido la divulgación que ameritan, lo
mismo pasa en Lima o en Madrid.
Tal vez para el pensamiento Latinoamericano no tengan la dimensión de
Mariátegui, de Ezequiel Martínez Estrada, de Bello o Martí, pero es indudable
que son pensadores muy valiosos.
He querido empezar a divulgar la obra y vida de estos pensadores. En el
caso de Fernando, es un hecho que la fundación otra parte de Envigado Antioquia
cumple una función vital para el conocimiento y la divulgación de su obra en
Medellín.
Quien fue Fernando. Su portal, lo presenta así: “Es considerado el más
original de los filósofos colombianos y uno de los más vitales, polémicos y
controvertidos escritores de su época. Se enfrentó a la mentira colombiana y
sus contemporáneos no le perdonaron la franqueza con que habló. Por eso fue
rechazado y olvidado. Sin embargo su verdad, que golpea y azota en sus libros,
está aún tan viva que ha cobrado vigencia con los años. Fue un espíritu rebelde y pugnaz, pero al
mismo tiempo hondamente amador de la vida y de la realidad colombiana que
fustigó. Logró forjar un pensamiento filosófico a partir de nuestra
idiosincrasia, utilizando un lenguaje tan propio de nuestro pueblo que le valió
ser calificado de mal hablado. Fue un “maestro de escuela” que escandalizó y al
mismo tiempo abrió derroteros hacia la autenticidad. Lo condenaron por ateo y,
no obstante, fue un místico. Escribió en una prosa limpia e innovadora, pero
“para lectores lejanos”. Se proclamó maestro pero, según sus mismas palabras,
no buscaba crear discípulos, sino solitarios. Su obra es siempre nueva, fresca
y conturbadora. Y su vida fue un viaje de la rebeldía al éxtasis.”
Su obra es extensa, rica en matices y absolutamente interesante. Su
vida especial, a contracorriente. "Es polémica, original, prolífera y multifacética. Recibió el
elogio y la admiración de importantes escritores como Gabriela Mistral, Azorín,
Miguel de Unamuno y José María Velasco Ibarra, entre otros. En 1955, el
filósofo francés Jean Paul Sartre y el estadounidense Thornton Wilder
incluyeron su nombre en una lista de candidatos al premio Nobel de Literatura,
pero la Academia Colombiana de la Lengua desacreditó sus méritos y sugirió el
nombre del filósofo español Ramón Menéndez Pidal.”
Donde radica la riqueza de su pensamiento? No me equivoco si respondo
que en su originalidad. En la conferencia de William Ospina afirmaba”: En la primera mitad
de este siglo Colombia asistió indiferente al florecimiento de la filosofía de
Fernando González, quien entendió muy temprano que nunca llegaríamos a existir
para la historia si no asumíamos la tarea de ser latinoamericanos y de ser
colombianos. “Llevábamos demasiado tiempo tratando de ser españoles, de ser
franceses, de ser ingleses, de ser norteamericanos. Hasta mexicanos tratábamos
de ser. Pero nunca habíamos emprendido colectivamente la hermosa y honrosa
tarea de descubrir quiénes éramos en realidad, de tratar de ser colombianos, de
reconocernos en nuestra naturaleza, en nuestra geografía, en nuestra diversidad
cultural, en nuestra música. En el trabajo creador de tantos hombres admirables
que aquí lucharon contra la corriente creando, imaginando, construyendo una
cultura que casi nunca fue reconocida ni exaltada, porque éste había sido
siempre el reino de la simulación, porque nos avergonzaba ser americanos y
pertenecer a estos trópicos indomables, porque teníamos que ser La Atenas
Suramericana”. Esta fue su tarea desde el principio, pensar desde nuestra
propia realidad, afirmarnosreconociéndonos, edescubriéndonos. Recordaba
William: El poeta José Manuel Arango ha dicho algo muy bello en un poema que escribió sobre Fernando
González, ha dicho que este filósofo: “Usó para pensarnos el dialecto que
hablamos”. Alberto Aguirre escribió alguna vez esta anécdota: Hace algunos
días, con la misma discreción con que vivió, murió Margarita Restrepo, la mujer
de Fernando González. Y se viene al alma, de nuevo, súbitamente, como duro
acicate, la figura de este hombre genial. A Colombia no le ha pasado nada tan
grande como Fernando González. Y eso es la grandeza: acicate para seguir vivos.
Estar vivo es tener ganas: de pelear, de penetrar en el mundo, de buscar el
conocimiento, de asediar placenteramente a esa presa furtiva que es la verdad. Qué
bueno que haya existido Fernando González. Ahí está. Puede ser existencia para otros. ¿Lo es ya?
Quizás. De todos modos, aunque la moda no lo lleve hoy en la cresta de la
popularidad, ahí está como un tesoro, como acopio de armas y vituallas para el
combate que algún día librará Latinoamérica por su libertad y su destino. Es un
signo para la vida.”
Donde radica la grandeza de sus textos: Tiene un carácter filosófico que
anida en las mejores lecturas y se concentra en tocar temas sobre aspectos
concretos de la vida y en el descubrimiento de su entorno. “Antes que
nietzscheano, FG pasó por el purgatorio de Schopenhauer: “Toda esa comedia de
la vida me repugna. ¿Qué me importa el superhombre? ¿Seremos, acaso, más
felices? No hay felicidad si no hay dolor... ¿Seremos, acaso, más grandes? No
hay grandeza si no hay pequeñez... Todas esas palabras son engaños de la
vida...” (Pensamientos de un viejo). En consonancia con su alma triste y
escéptica, schopenhauriana, están sus autores preferidos: Spinoza, los Vedas,
Job, Eclesiastés, Dostoeivsky, Tolstoy, Verlain, Maupassant, Queiroz, Unamuno,
D´Annunzio, Rabelais, Heráclito, Sócrates, Mallarmé, Spencer, Montaigne,
Epicteto, Pirrón, Pascal, etc. Pero lo que nos importa en nuestro caso no son
tanto las posibles lecturas de las que da señales FG en su primer escrito, sino
en el sesgo filosófico que toma su vida y que no abandonará con el tiempo.
Desde el primer momento FG se siente filósofo: “Soñar, esa es mi diversión.”
Su libro “Viaje a pie “ Es el más conocido: lo escribe en
1928, trece años después de Pensamientos de un viejo. El clima
espiritual ha cambiado durante esos años radicalmente. FG se presenta aquí como
un gran enamorado de la vida, lejos de la melancólica tristeza que, como un
sauce, destila su primer libro. Por otra parte, su preocupación solipsística
por el yo íntimo, que le llevaba a decir que el hombre no puede contemplar otra
cosa que no sea su espíritu, se transforma en esta obra en una visión hacia
afuera, hacia el mundo circundante sólo desde el cual se explica ahora el yo.
Además, FG sale de esa prematura vejez de filósofo de poltrona que fabrica
mundos ideales, como pompas de jabón, para iniciar un viaje a pie, de filósofo
peripatético, por los campos de Colombia y reflexionar itinerantemente sobre
sus tierras y sus gentes. Por último, Schopenhauer queda atrás, al tiempo que
ciertos temas de la filosofía de Nietzsche le van a servir de elemento
categorial desde el cual va a definir la verdadera condición del hombre
colombiano, criticando sus defectos o pecados contra la vida.”
De sus obras, es de mi total gusto el libro sobre el libertador: “Mi Simón
Bolívar” y por su puesto “Viaje a pie”. Esperamos que mis lectores visiten la página
de la fundación donde están la mayoría de sus textos y por su puesto empiecen a
conocer su obra
1 comentario:
Gracias apreciado bloggero por brindar esta oportunidad al pueblo latinoamericano. ¿Por qué será que los Colombianos no defendemos nuestra cultura o nos da miedo defenderla, y más bien, proponemos a extranjeros, para ser galardoneados?
Nosotros tenemos tanta calidad en el pensamiento en la obra y en la acción que cualquiera otro en cualquier parte del mundo.
Amemos la patria y amemos a quines la componemos.
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