Preocupa de sobremanera y además es muy diciente que los colombianos además de haber exportado negocios criminales como, el préstamo gota a gota, llevado a ciudad de México, Santiago, Lima y Buenos Aires por organizaciones criminales, el sicariato, la extorsión, ahora nos veamos enfrentados a la triste realidad de la participacion de mercenarios en el asesinato de un presidente en ejercicio, hecho que conmovió al mundo.
Lo sucedido en Haití donde están implicados 23 militares colombianos en retiro, nos deja internacionalmente muy mal, hasta el punto que fuera de ser recibidos cada vez que ingresamos a otro país con el santo y seña del narcotráfico, ahora se siembra la duda de ser criminales o pertenecer a organizaciones ilegales. Son muchos los correctivos al interior de las fuerzas armadas que debe implementar el gobierno central, después de conocer este suceso, ademas de enterarse la opinión pública que los militares colombianos en retiro son contratados con avidez por particulares y países por su profesionalismo y experiencia en el arte de la guerra y la seguridad.
Ahora, a esto hechos se suma la reverberación y el escandalo suscitado por estos días por efecto de las declaraciones en la JEP de algunos oficiales acusados por los falsos positivos, de tan triste recordación. Algo está pasando en las fuerzas militares pues no existe en su formación el mínimo rescoldo de moralidad y ética con respecto a lo que significa su actividad y ejercicio profesional. Más de cincuenta años de conflicto, la matriz de acabar con el enemigo a como dé lugar, los ha vuelto expertos en esquilmar todo fundamento moral que les impida actuar por fuera de principios con el pretexto de acabar con el enemigo en cumplimiento de objetivos no santos, en medio de una guerra fratricida donde hemos visto de todo como en botica: masacres, secuestros, asesinatos y desapariciones.
Es necesario reconocer que algo grave está pasando al interior de las fuerzas armadas. Así como aceptamos que los grupos guerrilleros en su última década secuestraron con una crueldad antes no vista, asesinaron, extorsionaron y terminaron convirtiéndose en un cartel más, en esa lógica de ganar la guerra; también se debe aceptar que son muchos los oficiales implicados en hechos oprobiosos dentro de esta misma lógica perversa.
Colombia nunca atiende estos cortes y alarmas, una vez pasan sucesos de esta índole, siempre, como es la costumbre, se abren las investigaciones exhaustivas que nunca llegan a nada y, después continuamos como si nada pasara, lo que además de generar casi siempre impunidad, nos ha impedido salir de este callejón sin salida donde todo es posible y nunca hacemos la pausa para evaluar que nos sucede.
Los estamentos militares no tienen ni idea de las contrataciones de militares en retiro por ejércitos y gobiernos extranjeros, para no hablar de otros contratos que de seguro existen. Es pertinente por lo menos que este servicio tenga un registro y de alguna manera un control.
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