Antes del juicio de Nuremberg, después de cualquier conflicto internacional, una vez se firmaba la paz, se generaban los armisticios, se firmaban los tratados y normas aleatorias concernientes a las obligaciones de las partes y con ello se tenía la pretensión de hacer tabula rasa, lo que quería decir que, una vez despajado el camino, se olvidaban todos los resquicios de la guerra, la violación a los derechos humanos y los genocidios cometidos, como si el olvido fuera garantía de que, nada volvería a suceder. Todo cambio con el juicio de Nuremberg que reveló la importancia de la memoria en el contexto histórico, para la conciencia histórica y la no repetición.
Colombia después de la firma del acuerdo del Habana ha hecho todo lo posible por traer a la memoria toda la fuerza de los hechos desde las víctimas con el propósito de no repetir tan nefastos acontecimientos en 50 años de conflicto. En un artículo de la comisión de la verdad se expresa de manera categórica: “Sin embargo, el propósito de cualquier país que intenta hacer la paz es que existan la mayor cantidad de versiones probadas que nos permitan saber qué ocurrió y cómo fue posible tanto horror. Para la organización Mafapo –Madres de Falsos Positivos de Colombia– el caso de Álvaro Uribe Vélez es uno de los temas cruciales para la reconciliación del país. Reconocemos que somos parte importante de un proceso de sanación y perdón, pero también queremos hacer evidente que perdonar no es hacer borrón y cuenta nueva, sino que deben suceder muchos cambios de fondo en la sociedad para que podamos continuar con la esperanza de paz”. Paul Valery expresaba que la memoria “Es de esencia corporal”.
Francisco R. Barbosa Delgado, en un texto sobre memoria e historia en la justicia transicional, referente al caso colombiano escribía al respecto: "la memoria es la base con la cual se construyen tanto la historia como la verdad judicial. Esta memoria debe ser contrastada por parte del juez cuanto, por parte del historiador, con todos los elementos o sustratos que la rodeen, según se demostró con los dos ejemplos que se trajeron a colación. Debe tenerse en cuenta que la memoria juega un papel relevante en la construcción de la verdad judicial en la medida en que una vez se recopilan los dichos de quienes utilizan el testimonio como elemento para articular el relato de los hechos, el operador judicial debe implementar todos los mecanismos de constatación para poder obtener la verdad judicial. Recordemos con Ricoeur que la memoria puede ser definida como -la materia prima de la historia, el vivero en el que se nutren los historiadores-. Esta expresión vale para los historiadores y para los jueces u operadores jurídicos que ven en la memoria, dentro de los procesos de Justicia Transicional, una veta a explorar”.
Después el mismo autor enfatiza: “Para la historia y para el derecho, la contrastación se concreta con fuentes históricas, y para el juez con pruebas diversas al testimonio o a las declaraciones, que son elemento esencial para la búsqueda de la verdad judicial, pero no definitivo”. En la Grecia antigua la verdad fue nombrada con el término ”Aletheia “ en esta palabra el prefijo “a” es privativo de Lethe, de olvido, la verdad es entonces: Lo no olvidado o lo que no hay que olvidar.
Paul Ricoeaur, en el famoso texto: “la memoria, la historia, el olvido”, trata el tema magistralmente desde la fenomenología Hursseliana. El libro está dividido en tres partes: “La primera, consagrada a la memoria y a los fenómenos mnemónicos, está colocada bajo la égida de la fenomenología, en el sentido Hurssel. La segunda dedicada a la historia, concierne a la epistemología de las ciencias históricas. La tercera, que culmina en una meditación sobre el olvido, se enmarca en la hermenéutica de la condición histórica de los hombres que somos”. La primera se extiende al objeto, el recuerdo que se tiene ante la mente; atraviesa después la fase de la búsqueda del recuerdo, de la anamnesis, de la rememoración; se pasa, finalmente, de la memoria dada y ejercida, a la memoria reflexiva, a la memoria de sí mismo”.
En la segunda parte “El recorrido epistemológico se adapta las tres fases de la operación historiográfica; del estado del testimonio y de los archivos, pasa por el uso de los porque en las figuras de la explicación y de la comprensión, y concluye en el plano escriturario de la representación historiadora del pasado”. Y la tercera habla sobre el dominio del olvido, “dominio dividido contra sí mismo entre la amenaza de la destrucción definitiva de las huellas y la seguridad de que siempre permanecen en reserva los recursos de la anamnesis”. “En cuanto al concepto de historia, debe indicarse que fue replanteado de forma plena en los albores del siglo xx por el movimiento francés denominado “Annales”, que permitió entender la historia de forma científica, alejándose de la recopilación de hechos sobre la cual se había estructurado la historiografía con el propósito de hacer de ella lo que Le Goff llamó “la historia monumento”, es decir, aquella sobre la cual se construyó el Estado-Nación” (Francisco R. Barbosa Delgado).
Esta manera de entender la memoria, la historia y la verdad, dentro del marco de las víctimas, con el ánimo irrenunciable de conocer los hechos en la forma tal como se dieron, atendiendo a la memoria individual y a las huellas colectivas que generaron un rompimiento con los estándares de convivencia pacífica, constituyen los ejes sobre los cuales se estructura una paz de largo alcance.
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