La tarea es muy simple: recoger las propuestas y
grandes debates de los tres últimos periodos presidenciales de Colombia y
listarlos en orden de importancia para comprobar qué temas siguen pendientes y
en cuáles se ha avanzado. El balance es muy pobre si esos asuntos se segmentan
u organizan desde lo económico. Y lo cierto es que se están acumulando las
reformas pendientes, situación que tiene como consecuencia la vigente condena
al subdesarrollo a dos o tres generaciones por delante. Editorial del periódico "La republica" de Colombia a propósito de la propuesta de una reforma tributaria.
Gracias al virus del COVI, la desaceleración de la economía en el mundo en el último año, fue fatal, entró casi en una fase inercial con nefastos resultados. En Colombia el desempleo aumentó en forma escalonada, las quiebras de muchas empresas se dieron por efecto de los confinamientos, hasta el punto que sectores como el turismo se vieron gravemente afectados, la movilidad casi toca el punto cero, se cerraron del todo los aeropuertos, los vuelos internacionales se suspendieron por más de seis meses, lo mismo sucedió con el transporte interno, para solo citar sino algunos casos puntuales. Nunca antes se había necesitado de la inteligencia de los gobernantes, la sindéresis y el consenso para no tomar medidas erradas en una pandemia que crea situaciones absolutamente atípicas.
Colombia y el
mundo se confinaron por más de siete meses, hace un año, sobre una prioridad
esencial: La vida. Las consecuencias a nivel económico fueron muchas, todas
graves en todo caso, la mayoría de personas entendió que no había otra salida
y que era necesario el aislamiento.
Proponer una reforma
tributaria, como lo hace el gobierno colombiano, pese al eufemismo de llamarla con
otro nombre, es un total exabrupto, no solo por la situación que vive el país y
el mundo, sino por lo inoportuna a todas luces desde la perspectiva macro-económica, no hace lectura de lo que
estamos viviendo y menos considera otras fuentes de financiamiento que, en
consideración de los expertos son viables. De los globos que ha lanzado la presidencia de la republica, pues
nadie conoce aún el texto final que presentará al congreso, resulta inexplicable
el hecho de querer ponerle IVA a productos de la canasta familiar, ampliar la
renta a niveles antes no vistos, gravar a la clase media y aumentar la base tributaria, sin meterle mano a las exenciones de la élite gremial. Cada
gobierno, hablo de los últimos presidentes de este siglo, han hecho reformas
coyunturales y no estructurales que ataquen el verdadero problema fiscal que
nos agobia. De hecho la clase media es la que tiene más carga tributaria en las anteriores reformas y en esta por supuesto.
El periódico económico
la “Republica” de Colombia, en el editorial de ayer hace un análisis muy sabio
de las reformas económicas que necesita el país y que son prioritarias y urgentes: “Por generaciones, las
elecciones en Colombia se han dedicado a elegir personas no para rodear o
llevar a cabo iniciativas de cambios estructurales; ningún partido lidera temas
estructurales como mejorar las infraestructura para ser más competitivos,
garantizar una mejor educación para los colombianos del futuro, poner al
servicio una mejor salud pública, diseñar un sistema nacional de riego para la
agroindustria, reformar el sistema de pensiones para que las finanzas públicas
descansen de su presión fiscal, modernizar el sistema de pagos del sector
financiero, hacer una reforma tributaria estructural que evite las “reformitas
tributarias” de cada año, diseñar una política de seguridad alimentaria que le
ponga oficia al campo, armar una nueva oferta exportable, atraer o seducir
inversionistas locales y extranjeros y garantizarles seguridad jurídica,
mejorar la conectividad, desarrollar la infraestructura tecnológica, lograr
menor dependencia del petróleo o simplemente quitarle los tres ceros al peso”.
Agregaría a esta lista la reforma a la justicia y la reforma política,
imposibles de aprobar, cada vez que se presentan, siempre terminan archivándose de
manera inexplicable, pues afecta a nuestros queridos congresistas en un claro interés por dejar las cosas como están, definitivamente les conviene.
Sólo nos
queda esperar el texto final para poder hacer el análisis y a la vez mirar como
deciden nuestros honorables legisladores.
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