Ahora que el
virus del COVI asedia implacablemente, la humanidad se enfrenta de nuevo al
tema de la muerte, ese esquivo compromiso que solemos manejar con engaño y del que poco hablamos y por su puesto a las
vulnerabilidades de la vida, que siendo muchas, constituyen tema obligado, por ejemplo,
la cobertura de salud y la vejez. El mundo por razones que cabe indagar está
lleno de personas de la tercera edad en total abandono y no existen agendas
públicas, con contadas excepciones, que atiendan seriamente a esta población
inerme.
Mi hermana en
una charla eventual esta semana me dijo, la vejez es un problema tenaz. Vivo en un barrio de clase media y veo en esta
crisis a los viejos pasear sus perros en una permanente angustia y con algunas limitaciones
físicas. En todo caso por esta época la edad nos hace más vulnerables. Ahora con el COVI, el peligro es eminente. Hasta
ahora no había indagado sobre estudios sobre la tercera edad. Cuando se llega a
viejo nos volvemos más reflexivos, hay una especie de sentimiento de culpa. El
viejo vive haciendo siempre un ajuste de cuentas con la vida, la sociedad los margina
inexplicablemente, viven matando el tiempo, este lo gastan en una eterna
espera sin motivación alguna, una existencia inercial. En buena
parte del mundo, India y China para citar tan solo dos ejemplos, los viejos son
signo de sabiduría y experiencia, se les escucha con atención y se les atiende. En
el mundo occidental, evito las generalizaciones, no pasa lo mismo. Situaciones puntuales
sobre las políticas públicas en favor de la vejez no son resueltas. En Colombia
los magistrados hasta hace poco eran obligados al retiro en su edad más productiva
y sabia, a los 65 años, edad donde somos más ponderados, analíticos y
precavidos, de igual manera es una edad que integra y suma muchas experiencias,
lo que les permite ser más sabios que el resto de los mortales.
Tengo 60 años
y estoy según los expertos en la juventud de la vejez. No he acumulado las
semanas de trabajo que exige la ley para pensionarme, esto ya es un problema grave. El sistema de salud en
Colombia pese a tener una buena cobertura no tiene programas para la tercera
edad, ni políticas públicas al respecto, en esencia no hay respeto por esta
población que alguna vez fue vital para la sociedad y por justicia se
le debería atender. Algunas alcaldías tienen programas para la vejez, lo que resulta encomiable.
La vejez es
signo de soledad, angustia y dolor. Tengo la imagen del coronel de Gabriel García
Márquez en total pobreza, Esperando la pensión prometida en una soledad lacerante
cargada de impotencia, sin otra esperanza que el gallo de pelea que cuidaba con
celo, lo sacara de las angustias económicas. El viejo casi siempre tiene dos
miradas que se enfrentan: La de la labor cumplida sí es el caso y la de la
desesperanza.
Cuándo
comenzamos a ser viejos ?, no es tan clara la respuesta. Hay cierta visibilidad
notoria del efecto de sentirnos viejos: No solo los años, sino factores
adicionales que la psicología estudia muy bien. Roció Fernández Ballesteros psicóloga
que ha tratado el tema escribe: “También es verdad que existen determinadas
características psicológicas, como, por ejemplo, el neuroticismo, la
sociabilidad, o las actitudes y los intereses que, una vez instauradas en la
edad adulta, se modifican muy poco a todo lo largo de la vida. En definitiva,
la teoría de la continuidad establece que existe un escasísimo cambio por lo
que se refiere a las preferencias, actitudes y actividades que las personas
realizan a lo largo de su vida. A pesar de que la investigación psicológica
presenta el panorama aquí sintetizado, la visión estereotipada de lo que
acontece durante la vejez nos presenta un panorama sombrío en el que -paralelamente
a lo que ocurre físicamente- según avanza la edad, lo que necesariamente se
produce cambios negativos, es decir, deterioro y decrepitud en todos los planos
del psiquismo humano. Estos clichés son extraordinariamente importantes, no
solo porque implican falsas creencias, sino porque tiene efectos perversos en
las personas como se verá más adelante”. Siendo real cada cambio que tenemos en la vida implican diferencias sustanciales de acuerdo a factores múltiples, la vejes no es igual
para todo el mundo en esencia. Hay factores determinantes y comunes: Teniendo
en cuenta que la recepción de información depende de los sentidos y que el procesamiento
de la información tiene como soporte el Sistema Nervioso Central, una primera conclusión
es que durante el proceso de envejecimiento se produce un enlentecimiento y una lentitud en el proceso, ósea la Estimación de ganancias y pérdidas en características psicológicas
a lo largo del ciclo de la vida dependen de la eficiencia del funcionamiento cognitivo. En
definitiva, el ser humano mayor tarda más en responder a la información que
recibe en comparación con el más joven, sobre todo cuando las tareas que se le demandan
requieren muchos recursos atencionales. No obstante, conviene también resaltar
que esos cambios o declives en las primeras fases del procesamiento ocurren
desde muy temprano en la vida”. Es
preciso advertir que velocidad de aprendizaje, dentro de las facultades
cognitivas es factor de suma importancia, ellas no se pierden, significa que
los viejos continúen aprendiendo, el aspecto volitivo es importante. Otra
cosa es la pérdida de memoria y el olvido por cuestiones patológicas.
En todo caso
existen mecanismo para obstruir el olvido: “Sin embargo, llegado este punto,
tal vez lo más importante sea señalar que existen recursos para mejorar
aquellos sistemas de memoria que han declinado. Así Ruiz Vargas pone de relieve
cuales son los recursos que pueden ponerse a contribución para la mejora de la
memoria durante la vejez: 1) Estar muy motivado; 2) Jugar a recordar en forma
deliberada: ¡recordar por recordar!; 3) Prestar mucha atención; 4) Repetir,
repetir y repetir; 5) Dedicar mucho tiempo al aprendizaje y la memoria; 6) Organizar
mentalmente la información a recordar; 7) Buscar y establecer asociaciones
entre la información que se quiere recordar y otros eventos cotidianos; 8)
Crear imágenes mentales de lo que se quiere recordar, y finalmente, 9) Utilizar
ayudas externas como agendas, libretas…..etc”.
Siendo viejos
seguimos siendo personas, es más, la ley nos da un tratamiento especial a los
viejos. A estos factores se suman, la sensación de abandono y el prurito de que
a nadie le importa nuestra suerte. Mí madre es una mujer mayor, vieja sí se quiere, en todo caso su lucidez es absoluta, pero curiosamente su memoria inmediata le
genera problemas, más no tiene problemas con la memoria mediata, recuerdo todo
lo que ha vivido, números telefónicos y acontecimientos relevantes de su vida
con infinidad de detalles.
Decidí escribir sobre la vejez, tal vez por el miedo que tengo a esta especie de ostracismo social. De hecho, empiezo a sentirme viejo…es una realidad que es preciso asumir.
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