Este año que
pasó fue muy extraño. En mi país, la violencia nunca mermo y paralelo a las vicisitudes
que nos deja el virus, aislamiento, incertidumbre, una tensión tenaz frente a
una enfermedad letal, la violencia siguió siendo el pan de cada día, los
asesinatos de líderes sociales, las masacres y la lucha de las bandas
criminales por las rutas del narcotráfico no cesaron.
Vivimos
acontecimientos inimaginables. Un loco en la presidencia de los Estados Unidos,
la primera potencia del mundo, xenófobo, racista, todos los días se inventaba una
guerra y sin tregua irrespeto todos los tratados multilaterales con sus amigos
y enemigos, declaró el imperio como única verdad. El mundo, nunca antes demostró
tanta fragilidad, la geopolítica debe aprender aún muchas lecciones y siempre
estaremos expuestos a locos como el señor Trump.
Un virus y
este extraño personaje americano demostraron cuan vulnerables somos. Este año
lo iniciamos con miedo por su puesto, con la sensación de no tener el control, no
hemos vencido a un enemigo muy grande, hablo del COVID, sabiendo que al final
saldremos adelante, lo que desconocemos es el costo. La humanidad, unida por
gracia de una extraña bacteria, se impondrá.
Muchas cosas
cambiarán de hecho, reconocimos por fuerza de lo que nos pasa, que el
desarrollo sostenible y nuestra relación con el planeta debe cambiar. Somos parte
del planeta, no los dueños del mismo.
La política paradójicamente
con sus hechos tozudos no deja de darnos lecciones, volvimos a situaciones que
pensamos solo eran cosa del pasado. Los nacionalismos, la derecha llena de
racismo y proteccionismo. Políticas anti-migración que rayan en la xenofobia.
Nunca antes la democracia liberal estuvo tan en peligro, la crisis de los
partidos en el mundo, la ausencia de colectivos y la falta de coherencia (prevalece
en casi todo el mundo Rusia, por ejemplo, se siente bien manejada por un
dictador como Putin) generan una reflexión sobre lo que debemos hacer para
prevenir la imposición de ideologías y personajes que creíamos superadas. La
disyuntiva de la humanidad es la misma: en un análisis de la obra de Conrad la encontré:
“El hombre enfrentado a la disyuntiva de la eterna elección entre el bien y el
mal.
El COVI
produjo la peor crisis social, económica del mundo. Desprovistos de las
herramientas clásicas, quedamos expuestos a una crisis inimaginable. Latinoamérica
no solo recibió los embates de la caída del precio del petróleo, de una fase
inercial de sus exportaciones, la caída de los commodities, acompañadas de
decisiones tardía de sus gobiernos frente a la crisis que terminaron por
agravarla, sino que revelo sus peores males, la corrupción entre toros.
De antemano
sabemos que este año, el 2021 será impredecible. Que las relaciones con el
planeta tendrán que cambiar y que aun presenciaremos muchas sorpresas en
materia política. La comunidad científica asume un rol que nunca imaginó y está
claro que cuando habla, sus conocimientos deben tenerse en cuenta, no podemos
dejar el futuro del planeta en manos de los políticos, no hay tregua para ello,
esto implica que la sociedad igual asume papeles relevantes.
En Colombia
en este año habrá reforma tributaria, la segunda en el mandato de Duque. Como
siempre los gobiernos elegidos traicionan sus promesas e imponen cargas en la clase
trabajadora que habían prometido no hacer. El déficit de más de 20 Billones de
pesos hace inevitable la reforma, debe hacerse disminuyendo preferencias y
exenciones de las grandes empresas, curiosamente nunca han sido tocados y en
los rendimientos del sector financiero.
Esperare con paciencia los acontecimientos previsibles por efecto de lo que debemos hacer para evitar males mayores. Las lecturas y la autodisplina será la constante.
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