Vivimos una
verdadera crisis de salud con resultados nefastos para el mundo. De igual
manera, por gracia del COVI estamos en la peor crisis económica, en medio de un
aislamiento atípico (9 Meses), a los que se les suma un desempleo de más de dos
dígitos, migración y xenofobia.
El
capitalismo está en una verdadera crisis. En la edición de junio de 2020 del
informe Perspectivas económicas mundiales del Banco mundial, se expresaba
categóricamente que, sería la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, y
la primera vez desde 1870 en que tantas economías experimentarían una
disminución del producto per cápita. La predicción se ha cumplido. La
incertidumbre, que es el peor de los males, constituye lo común; la confianza y
las certezas elementales para que la economía funcione, desaparecieron. A ello
se suma la baja en el consumo y el desempleo galopante.
Los gobiernos
le apostaron a la economía por encima de la salud, bajaron la guardia en
materia de seguridad sanitaria, las aglomeraciones fueron el catalizador del
desbordamiento del virus, hoy es el peor problema que tiene Europa y Latinoamérica,
para no hablar de lo que pasa en los Estados Unidos. Somos más vulnerables de
lo que imaginamos, en medio del más alto avance tecnológico y en plena
revolución de las TIC, se nos apreció este monstruo de mil cabezas.
Varios
conceptos son relevantes. Hablaré de uno de ellos, la relación sujeto y estado
(Poder), eso que Foucault llamó la biopolitica, actualmente revelaron su rostro
más nefasto. “La biopolítica es un concepto introducido por Foucault para
describir las transformaciones de las formas de gobierno modernas,
caracterizadas por el despliegue de todo un conjunto de tecnologías, prácticas,
estrategias y racionalidades políticas que tienen como objetivo el gobierno de
la vida” (Ester Jordana Lluch)[1].
En sujeto y
poder Foucault estableció: “Mi objetivo, por el contrario, ha consistido en
crear una historia de los diferentes modos de subjetivación del ser humano en
nuestra cultura. Me he ocupado, desde este punto de vista, de tres modos de
objetivación que transforman a los seres humanos en sujetos. El primero tiene
que ver con el estatus de ciencia, la objetivación del sujeto en términos generales
(Primero con la enunciación de los procesos vitales a través de la lingüística).
La segunda, las practicas divisorias: El sujeto se encuentra dividido en su
interior o dividido de los otros. Este proceso lo objetiva. Algunos ejemplos
son el loco y- el cuerdo, el enfermo y el sano, los criminales y los "buenos
muchachos"(Sujeto y poder Foucault). Finalmente. he querido estudiar -es
mi trabajo actual- el modo en que un ser humano se convierte a sí mismo o a sí
misma en sujeto. Por ejemplo, elegí el dominio de la sexualidad -el modo como
los hombres aprendieron a reconocerse a sí mismos como sujetos de
"sexualidad". Expresa Foucault: Ahora bien, me parecía que la historia
y la teoría económicas proporcionaban un buen instrumento para estudiar
relaciones de producción; que la lingüística y la semiótica ofrecían instrumentos
para estudias las relaciones de significación.
En este caso
nunca las expresiones de poder, su jerarquización y la toma de decisiones fue
tan importante. En el marco de la biopolitica “que trabaja las transformaciones
de las formas de gobierno modernas, caracterizadas por el despliegue de todo un
conjunto de tecnologías, prácticas, estrategias y racionalidades políticas que
tienen como objetivo el gobierno de la vida”.
El poder preparado
para todo, hasta ahora trata de entender este momento excepcional por efecto de
un virus. Los mecanismos de prevención en materia de salud no han sido del todo
exitosos, se han producido muchas muertes, la impotencia del estado es
flagrante. El sujeto, el ciudadano depende de las mismas.
Sólo somos
dueños de lo que controlamos, alusión del estoico Epitecto. Hemos sido inferiores
al reto. El aislamiento nos obligó a reflexionar sobre temas antes descartados.
Cómo es la relación nuestra con el estado y nuestra real capacidad para reaccionar
frente a sus decisiones. Hasta dónde llega el poder del estado sobre el sujeto
en las democracias liberales. Es un hecho desde esta perspectiva, la filosofía tiene
como tarea dilucidar, discutir y vigilar los poderes excesivos de la
racionalidad política.
Los grandes problemas
de la humanidad en esta crisis son más visibles. Utilizaré un texto publicado
en 1980, para comprobar como ciertos significantes y enunciados enfrentados a
la realidad no han cambiado para nada: “Vivimos en mundo donde subsisten la
pobreza y el hambre en vastas regiones de la tierra; en donde cómo nunca se
fabrican y se venden armas y en donde se han acumulado una capacidad
destructiva que podría hacer explotar en átomos nuestro planeta (Informe de
sobre problemas internacionales sobre desarrollo Willi Brant)”. Nada ha
cambiado, es muy curioso.