En todos los grandes
pensadores —incluido Platón— es llamativa la diferencia de rango entre sus
filosofías políticas y el resto de su obra. La política nunca alcanza la misma
profundidad. La ausencia de profundidad de sentido no es otra cosa que la falta
de sentido para la profundidad en la que la política está anclada. HANNA AREND
No se asume el concepto de “Política” en toda su extensión
histórica, ni menos en las configuraciones semánticas que le dan sostenibilidad
en el marco de las articulaciones con los fundamentos constitucionales, filosóficos,
sociales, además de aquello que llamamos praxis. Uno relee a Aristóteles y entiende la actual crisis:
“Si observamos que toda ciudad es una cierta compañía, y que toda compañía se ajusta
por causa de algún bien—porque todos hacen las cosas por parecerles buenas, claramente
se echa de ver que todas sus compañías pretenden algún bien, y muy
señaladamente aquélla, que es la más principal de todas, y que comprende en sí
todas las demás compañías, habrá de pretender el bien más principal de todos.
Esta es, pues, la ciudad y la compañía civil. Aquellos, pues, que opinan que
todos los hombres son aptos para regir una ciudad o un reino, lo mismo que para
una familia, no lo entienden bien”. De esto
se deduce que la política siendo un arte por excelencia soportado en el deseo
de hacer el bien, de la virtud como tal, no es pertinente para aquellos que no
piensan en el bien en general. Se expresa de otra manera: “Son las actividades referentes a
la ciudad, o más concretamente el gobierno de la ciudad. Y aplicaríamos el
calificativo de político, para designar aquella condición necesaria de los
seres humanos que viven, como consecuencia de su propia naturaleza, en una
forma específica de la sociedad humana, la ciudad. Sólo el hombre, recordará
Aristóteles, es político, los dioses o los animales no necesitan de la ciudad.
El hombre es, en efecto, zoon politikon”[1]. Estudiar la gobernabilidad, la gobernanza en términos
de Foucault como tal, la relación saber y poder, el factor dominante de cómo unos
actúan sobre otros constituye un eje de suma importancia para establecer cómo
se define el concepto performativo de política en la praxis. Colombia está en
plena actividad pre-electoral. Todos los candidatos han estado en el entramado
de la política, han hecho parte del estado desde hace muchos años. De alguna
manera son responsables de lo que sucede en este país que aún no encuentra el
norte, que está lejos de tener una convivencia civilizada y que definitivamente
tiene una crisis ética absoluta. La política cuando se asume con rigor, desde
el discurso, en los soportes teóricos esenciales, la relación entre los factores semánticos y la realidad determinan los niveles
de coherencia en que nos movemos, ellos constituyen el resultado social concreto. Somos lo que hablamos en relación con lo que producimos,
esta relación en sus afinidades determina gran parte de nuestras relaciones
sociales, en el fondo constituye la salida a nuestros problemas. En términos de
Habermas “Sería compatibilizar la normatividad (que es producto de consensos,
nace de la estructura del estado y de un poder específico) que emana de un
mundo de la vida estructurado lingüísticamente con la contingencia del desarrollo
natural e histórico del las formas socio-culturales de la vida”[2].
Colombia vive en una corrupción galopante, la política es el arte de aprovechas
las súper-estructuras del estado para intereses particulares, pese a la evolución
del estado, a los niveles de democracia y la ley que tenemos, parecemos no
entender los compromisos éticos soportados en las normas los cuales tienen un
contexto histórico, filosófico. Los candidatos parecen seres celestiales, actúan como si no
fueran responsables de nuestra realidad. Algunos nos consideran demasiado
ingenuos. Recordé en una introducción de un texto de Hanna Arend esta
afirmación que nos sirve para entender lo que pasa: “En la época moderna con la
progresiva sustitución de lo político por lo social, el mundo, como espacio
público se ha ido deshabitando y ya no ilumina, ya no permite hacer visible el
quién”[3][4].
Solo les pedimos definitivamente a nuestros candidatos y políticos coherencia, el reconocimiento de los
graves momentos que padece la nación y un poco de sindéresis. No más.
[1]
JUAN JOSÉ SOLOZABAL ECHAVARRIA. Una nota
sobre el concepto de política.
[2]
Habermas. Verdad y justificación.
[3] HANNA AREND. INTRODUCCION A LA POLITICAPOLITICA
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