La conciencia crítica mordaz,
inteligente y directa sobre todos los males de Colombia, fue silenciada por
balas asesinas hace 18 años sin que la investigación de los entes oficiales
encargados de develar a sus autores este siquiera cerca de producir algún resultado. Mal haría de recordar solo a sus asesinos y los
exabruptos de un radicalismo insuperado y no hablar de Jaime.
Hasta ahora nadie ha
podido llenar el espacio dejado por Jaime, quien realizó una crítica cruda del país,
de sus peores males desde el humor, con una inteligencia fuera de serie, pues no
solo descifraba con sus apuntes y escenas la coyuntura que quería denunciar con sus
personajes, sino que en sus interpretaciones y libretos iba dejando ver los tics
históricos y maledicentes que se volvieron el pan de cada día del país: El clientelismo, los favoritismos, la corrupción rampante, los grupos armados
encubiertos con una saga de sangre inimaginable, la intrincada realidad de
nuestra geografía llena de una multiplicidad de violencias muy difícil de
explicar y entender.
Es una constante oprobiosa, en la
mayoría de asesinatos en Colombia en los últimos treinta años siempre está involucrado el DAS, organismo
que se encargaba para la época de investigar la delincuencia y criminalidad, aunque es preciso advertir que también está comprometida una parte radical de la clase política con su brazo armado, los paramilitares, la derecha radical armada del país; y después de ocurrido el hecho, varios organismos
del estado, incluyendo el mismo DAS, mueven todo el aparato de investigación y judicial para desviar la
investigación de su cauce, hasta volverla inercial, sin rumbo fijo, encubriendo a los verdaderos autores, lo que nos permite llegar a una conclusión categórica: “ El caso quedará impune. Desde el principio se creó un plan con el
fin de desviar cualquier tipo de investigación que se realizara frente a este
tema[1].
Para esto se presentaron informes de inteligencia falsos, testimonios
contradictorios y pruebas manipuladas”[2].
“El homicidio de Jaime Garzón no fue un homicidio aislado sino que se
dio en un contexto de persecución más amplia en contra de los periodistas y
defensores de derechos humanos. Eso de entrada es una avance positivo, pero hay
que tener en cuenta que la decisión aplica desde el momento que se hizo, por lo
que no aplica a los otros dos procesos que se adelantan”, explicó. Por el crimen
de Jaime Garzón enfrentan un juicio el ex subdirector del DAS, José Miguel
Narváez como determinador del crimen y el coronel (r) Jorge Eliécer Plazas
Acevedo, por entregarle información privilegiada a los sicarios de la banda
delincuencial ‘La Terraza’ de Medellín”[3].
Jaime no solamente fue
una víctima de un sector radical,
fascista y armado de este país, de la clase política a la que tanto incomodaba,
quienes no solamente quisieron callarlo, sino que al final intentó convertirlo
en un bufón más, lo manipulo en algún momento, como parte del entramado y la costumbre de esta republiqueta; de los
medios de comunicación que de alguna manera lo aislaron con excepciones
muy puntuales y por su puesto de un país que siempre olvida.
[1]
'En una junta militar se planeó el homicidio de Jaime Garzón':
Ender Olegua Castillo, investigador del CTI, fue el
último testigo de la Fiscalía en el proceso que se lleva contra el coronel
Jorge Eliécer Plazas Acevedo por la muerte del periodista y humorista Jaime
Garzón.
Según Olegua, la muerte de Garzón se habría planeado
durante una junta militar en la que altos mandos del Ejército, cuyos nombres
omitió, ordenaron la muerte de Garzón. “De esa reunión salió la orden para
que Castaño hiciera el mandado, el jefe paramilitar obedecía las ordenes de los
militares", indicó el investigador.
Las investigaciones de Olegua, antes de ser relevado
del proceso, señalaron que Garzón estaba enterado de los pormenores que
rodearon varios secuestros en el país, sucesos en los que intervinieron altos
funcionarios y cuya denuncia le habrían cobrado su vida.
Según el investigador del CTI, cuando Jaime Garzón se
enteró de las amenazas de muerte que había en su contra fue a la cárcel La
Modelo donde se encontró con Gaitán Mahecha, alias la Ruana, quien a través de
radioteléfono lo contactó con Carlos Castaño. Señaló que el extinto jefe
paramilitar le dijo que se tranquilizara, que todo estaba bien; días después
murió.
La Fiscalía presentó como último testigo en el proceso
al exparamilitar Jesús Emiro Pereira, alias Huevo de Pisca, quien se negó a
rendir declaración argumentando que se guardaba el derecho a silencio durante
este y otros casos en los que fuera citado.
Ante la negativa de Pereira, la Fiscalía envió copias
compulsadas al tribunal de Justicia y Paz para investigar su actuación.
[2]
http://www.elespectador.com/noticias/judicial/en-el-crimen-de-jaime-garzon-se-quiso-garantizar-la-impunidad-articulo-707593
[3]
Ibidem
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