Nada le servirá a los lideres que se abrogan la representación del No frente al nuevo acuerdo firmado entre el gobierno y la FARC en Colombia, me refiero al presentado la semana pasada que tomó en cuenta las
sugerencias de las mesas de concertación. Dicha propuesta fue entregada a los opositores para su estudio, nos han dejado saber que no los convence, se decanta, por las declaraciones del
Doctor Uribe y del ex procurador Ordoñez que están en total desacuerdo
o lo que es peor, exigen que cada modificación debe tener su previa aprobación,
algo imposible políticamente hablando, olvidándose que esta es una negociación
y no un acto de sumisión. Esto significa que no habrá acuerdo sobre el acuerdo.
Esta será la realidad que dominará el espectro político en los próximos días, la cual esperamos se pueda manejar
políticamente, las diferencias también son válidas en una democracia, aunque en Colombia la violencia
siempre será una opción latente, a los opositores se les olvida que siempre estamos bailando sobre filo de la navaja. Esto obliga al presidente asumir de una vez el
liderazgo con absoluta entereza y decisión tendiente a implementar el acuerdo, la paz es un deber constitucional, pues las comunidades y las zonas afectadas por la
violencia, quienes han tenido la paciencia, han esperado la aceptación
de las élites del acuerdo en mención, con sus acostumbradas arrogancias de poder, ocultando hipocritamente sus intenciones encubiertas, ellos, me refiero a las élites, quienes nunca han sufrido la
guerra, suponemos, se tomarían todo el tiempo, dilatarían como es su costumbre, nada les importa, no son conscientes de lo peligroso que esta actitud resulta. Entretanto, las victimas, realmente solo esperan ver resultados prácticos, realidades que de verdad les hagan sentir que estamos frente a un proceso
de paz. La ceguera de nuestra clase política, la misma que ha manejado el poder
en los últimos treinta años, que ha llevado
a este país al caos y al estado perpetuo de violencia que nos ha caracterizado
con las nefastas consecuencias por todos conocidas, comience de una vez por
todo a ceder en sus insaciables intereses. El presidente Juan Manuel Santos, debe
asumir con absoluto carácter el liderazgo que el país necesita, no puede ser
inferior a las circunstancias y de una vez por todas debe lograr que los acuerdos funcionen.
Un país completo espera que así sea y sobra decirlo que ya no tenemos tiempo
extra.
Existe un ambiente enrarecido, pues es evidente que hay una
clase especifica que no quiere ningún acuerdo, que no les conviene este proceso y que asumen que la única salida
es la entrega de la FARC, olvidándose que nunca han sido derrotadas, son los mismos, los que
le han venido poniendo palos a la rueda a los acuerdos. Los efectos se dejan
ver con absoluta claridad. La devolución
de las tierras, la titularización de amplias hectáreas están enredadas en tramites perversos y están tan claros estos procesos, menos los de expropiación. La tierra y la propiedad que es
nuestro peor problema, seguirá siéndolo por mucho tiempo. El latifundio seguirá prevaleciendo.
Así pasará con otros temas fundamentales, confirmando la
sentencia de Lampedusa: que todo cambie para que todo siga igual.
ADDENDA : El Presidente
de la república ayer a las 7 Pm en alocución
nacional expresó su decisión de presentar el nuevo mejor acuerdo al congreso
para su aprobación e implementación una vez cumplido este trámite.
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