La grandeza personal de
este hombre supera sus logros deportivos que son muchos, se puede afirmar
categóricamente que hasta la fecha sigue siendo el boxeador más
importante de todos los tiempos. Cambió la manera de boxear, convirtió este deporte
en un espectáculo universal, puso al mundo a madrugar alrededor de una pelea,
arrodilló a sus pies a los medios de comunicación, volvió loco a los
apostadores, subió la tarifa por pelea a cifras astronómicas, se enfrentó al
gobierno y sentó posiciones que nadie esperaba, le dijo no a la guerra en una
de las objeciones de conciencia más emblemáticas de que se tenga conocimiento.
Los grandes periodistas
escribieron sobre él: Norman Mailer, Truman Capote y Gay Talese,
encontraron el mejor modelo para interpretar una época difícil, la guerra de
Vietnam, la producción irresponsable del arsenal nuclear, la guerra fría, la
discriminación racial en pleno auge de las drogas psicoactivas, con una
juventud en oposición total a las actitudes belicista de los Estados Unidos.
Alí
tenía la facultad de reinventarse a cada rato, sus discursos eran largos, al
desparpajo, hablaba de lo humano y lo divino, desde una posición ideológica
específica, la de un musulmán pacifista que entendía que en los Estados Unidos
muy pocas cosas habían cambiado y aun gobernaba una derecha recalcitrante y
conservadora. Marc Bassets en el diario España lo definió con absoluta
categoría: Como Obama, que creció en una familia blanca y asumió su identidad
negra de adulto, Ali también buscó y encontró su identidad. “Cassius Clay no
quería ser Cassius Clay. No quería ser un luchador obediente y tradicional de
la era de la segregación", dijo Remnick. "Quería ser algo distinto.
Eligió la Nación del Islam, eligió otro nombre, eligió unas ideas políticas
que, para ser justos, él sólo entendía ligeramente”.
Alguna
vez explicó el cambio de su nombre: "Classius Clay es el nombre de un
esclavo. No lo escogí. No lo quería. Yo soy Mohammad Ali, un hombre libre".
En su etapa amateur, logró la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma
1960 y, como profesional, ganó el título de campeón indiscutido de la categoría
de los pesos pesados en 1964 a la edad de veintidós años, el cual recobraría diez
años después. En 1978, consiguió otro cetro de campeón, lo que le convirtió en
el primer boxeador en ostentar en tres ocasiones un título mundial en dicha
categoría. Fue dirigido la mayor parte de su carrera por el entrenador Angelo
Dundee, y sostuvo memorables combates contra los más renombrados pugilistas de
su tiempo, como Sonny Liston, Joe Frazier, George Foreman y Ken Norton. Recuerdo de manera personal los combates
contra Joe Frazier, constituyó para los
medios de comunicación un verdadero cambio, poner a girar al mundo entorno una pelea, un banquete que cambió desde la
fecha la relación entre el medio y el deporte, polarizó la opinión y la gente
que nada tenía que ver con este deporte de pronto se vió implicada a favor o en
contra de cada Boxeador.
Casi
a los tres años de haberse retirado del boxeo, en septiembre de 1984 Muhammad
Ali fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson. Esta enfermedad fue un verdadero viacrucis en
la vida. Ahora con su muerte se me vienen muchas historias alrededor de su
vida, pero lo más relevante creó fue el carácter ideologizante de su carrera y
en los últimos años el reconocimiento total en su país y el mundo a su vida deportiva. Este
hombre fue un icono.
1 comentario:
Esta vida demuestra bien que todo lo que se hace bien hecho, es trascendental para el mundo, y deja un aporte para las nuevas generaciones.
El ejemplo cundió desde una carrera inusual, que es el boxeo, para desde allí, anunciar al mundo que desde el ángulo donde nos toque vivir la vida, podemos ser eficientes.
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