Pese a la cantidad de libros que hay sobre el conflicto armado y en concreto sobre la violencia, son pocos los Colombianos que pueden hablar con conocimiento y rigor sobre el tema, a pesar de sufrir sus consecuencias, gran parte de la población ha vivido sus nefastos efectos pero están lejos de entenderla a cabalidad. Inventamos una nueva especialización en ciencias sociales y humanas, los violentologos, verdaderos expertos en el tema, muchos de ellos dictan conferencias en diferentes partes del mundo. Esto demuestra hasta la saciedad que nuestro conflicto està sobre-diagnosticado y que la aprehensión teórica de un hecho no garantiza su manejo, más cuando se trata de fenómenos donde la conducta humana prevalece.
El acuerdo final firmado ayer en la Habana entre el gobierno y la FARC es histórico. Desde el gobierno de Belisario Betancur se había intentado incorporar el grupo guerrillero a la vida civil y siempre por efectos del radicalismo y la faltad de sinceridad y voluntad política, sobre todo del grupo insurgente, estos prer-acuerdos terminaron en un fracaso y el efecto inmediato era un recrudecimiento de la lucha armada. Así fue durante el gobierno del Doctor Virgilio Barco, Gustavo Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe…… Solo el doctor Santos, de la mano de un grupo asesor muy importante, con el acompañamiento de Enrique Santos logró llegar al final de un acuerdo total, lo cual es un hito.
“En una ceremonia, celebrada en La Habana, Santos y el comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño, o 'Timochenko', escucharon a la lectura de un acuerdo que detalla cómo unos 7.000 rebeldes van a dejar las armas y se van a desmovilizar una vez el acuerdo final de paz se suscriba”.
Desde el texto de Umaña Bernal, a principios de los años sesenta cuando aparecieron los dos tomos sobre la violencia en Colombia, se han publicado más de quinientos textos sobre el tema, la academia mantuvo siempre su presencia con líneas de investigacione sobre el fenómeno, además se crearon corporaciones y fundaciones dedicadas a la búsqueda de la paz, siempre en medio de un conflicto sangriento e injusto, que llenó al país de victimas.
Esto quiere decir que Colombia nunca cedió en su propósito de buscar la paz. Hernando Gómez Buendía empezó su informe “El conflicto callejón sin salida” con estas palabras magistrales, que caen como anillo al dedo: “Debo darles fe de una constatación personal: Colombia es un país que no se resigna. Muchos quizá no lo perciban. Pero créanme: aquí hay más solidaridad que barbarie; más imaginación que rabia, y más resistencia a la guerra que desconfianza en la paz. También hay mucha tenacidad, confianza y, sobre todo, esperanza, a pesar del sufrimiento, las evidencias de la violencia y los desencantos que nos afectan día tras día. Lo expresan por igual empresarios, políticos, gobernantes, líderes sociales, defensores de derechos humanos, periodistas, investigadores, religiosos, diplomáticos, y hasta los que siguen combatiendo. Y aunque haya divergencias o matices en las interpretaciones, prioridades, procedimientos, percepciones de sus roles y de sus sueños a largo plazo, el objetivo es el mismo: vivir en paz, con todo lo que supone. Si la construcción de la paz es un sueño compartido, no hay obstáculos insalvables. La paz sería imposible si nadie trabajara por ella. Pero en Colombia son muchos: la prueba reina es este Informe Nacional de Desarrollo Humano. Este instrumento es como una carta de navegación inédita para “ser más padres y madres de nuestro porvenir que hijos e hijas de nuestro pasado”, habría dicho Unamuno. Hablo en plural: la construcción de la paz la hemos asumido como propia desde el PNUD y todo el Sistema de Naciones Unidas en Colombia, con el concurso decidido de la comunidad internacional y, muy especialmente, de la agencia Sueca de Desarrollo Internacional (Asdi)”. El acto de ayer confirmó a cabalidad lo expresado por este politólogo, contra viento y marea, sobre-poniéndose a verdaderas resistencias encubiertas y otras más abiertas, el presidente, la mesa de negociación en cabeza del doctor De la Calle Lombana, el congreso que le aprobó toda la agenda, la academia, las fuerzas militares, las organizaciones sociales, el sector privado y los gobiernos facilitadores, así como los organismos multilaterales, lograron este acuerdo histórico, que es el comienzo de una nueva Colombia.
No será fácil consolidar el acuerdo, los aspectos prácticos conllevan muchas dificultades, a estas se le suman los enemigos ocultos de la paz que siempre están al acecho, en todo caso se debe comenzar a operar la justicia transicional, la reparación de las víctimas, la restitución de tierras y la propia desmovilización e inclusión de los miembros de la FARC. El camino es culebrero.
Resulta curiosa la cantidad de errores de la prensa extranjera sobre nosotros. En todo caso la divulgación fue masiva.
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