Muchos son los retos del
nuevo pontífice frente a situación que vive la iglesia católica en la
actualidad. Jorge Mario Bergoglio estaba en la baraja de candidatos más
opcionados, pero nunca espere que se eligiera dentro de la terna por aquellas vicisitudes
propias del poder en el vaticano, que siempre terminan entronizando a un
cardenal cercano a la ortodoxia católica europea, que es la dominante en estos
tiempos. Es un sacerdote Jesuita, nacido en Argentina el 17 de diciembre de
1936 en el barrio porteño de Flores de Buenos Aires, descendiente de italianos.
El
día 21 de febrero del 2001, cuando iba a ser consagrado cardenal rememoró las
palabras de su padre: “Cuando vayas subiendo, saludá a todos. Son los mismos
que vas a encontrar cuando vayas bajando". “Hijo de Mario, un trabajador
ferroviario, y Regina, un ama de casa, ambos de origen italiano”. Es un hombre
humilde, austero por naturaleza. Elige
pasar sus días de descanso de la manera más reservada, siempre mantiene un
perfil bajísimo, viaja en subte y hace largas caminatas por la ciudad porteña. “Suele
cenar o almorzar en pequeños comedores populares; lo hace solo y jamás acepta
una invitación para ir a un restaurante”. Es muy duro con la clase política, recurrentemente
denuncia sus malos actos y las bajezas de los partidos. Hace poco, expresó: “Continua, la pobreza masiva,
la marginación y la desigualdad social: La esclavitud no está abolida. En esta
ciudad fracasó y sigue fracasando el librarnos de esa esclavitud estructural que
es la situación de la calle". Es hincha fervoroso del club San Lorenzo,
club que paradójicamente fue fundado por otro cura, el padre Lorenzo Massa.
El hecho que haya sido
elegido un papa por fuera del círculo cerrado europeo no es casual. La iglesia,
como todo poder instaurado, superará todos las divisiones internas, naturales
de por sí e inevitables, su problema más grave es otro. Tiene que ver con su
clientela. Otras religiones le disputan feligreses y de no actuar con
diligencia, estos seguirán desertando masivamente. Latinoamérica constituye la
parte del planeta con más cristianos en el mundo. Es una rebaño que el vaticano
debe cuidar y de la actitud y evangelización que realice depende su futuro, de
hecho es aquí donde se dará una verdadera disputa con las nuevas comunidades y
organizaciones religiosas protestantes.
Ahora, en esta elección se
dieron dos hechos emblemáticos: Fue elegido un Latinoamericano y pertenece a la
compañía de Jesús, que constituye la organización más importante de la iglesia católica
por fuera del vaticano y la cual cumple un papel preponderante en materia
educativa, pues en su haber están los mejores colegios y centros universitarios
de Hispanoamérica, en países europeos y en los Estados Unidos. Con respecto a
la primera, ya establecimos qué papel que jugará el nuevo pontífice. Con respecto
a la segunda es preciso recordar algunos aspectos relevantes. La orden Jesuita
fue fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola. Es una de carácter apostólico y
sacerdotal -aunque la conforman también Hermanos, es decir, religiosos no
sacerdotes-. Está ligada al Papa por un "vínculo especial de amor y
servicio"; su finalidad, según la Fórmula del Instituto, documento
fundacional de la Orden (1540) es "la salvación y perfección de los
prójimos". En términos de Derecho Canónico, la SJ es una asociación de
hombres aprobada por la autoridad de la Iglesia, en la que sus miembros, según
su propio derecho, emiten votos religiosos públicos y tienden en sus vidas
hacia la "perfección evangélica"[1]. La Fórmula del Instituto
(confirmada por Julio III en 1550) dice: «Militar para Dios bajo
la bandera de la cruz y servir sólo al Señor y a la Iglesia, su Esposa, bajo el
Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra». El papel de esta orden es muy importante, en el entramado de poder
del Vaticano y la crisis de la iglesia, en temas graves como las denuncias recibidas,
por los delitos sexuales de sus sacerdotes y el fuero que mantiene la iglesia;
el reto que tiene frente a temas como el celibato; el homosexualismo; el aborto
y la revolución de las tecnologías de la información; serán asumidas posiblemente
desde esta organización, como cuerpo y con las herramientas que le brindan la educación y no desde el dogma y la imposición como se
ha venido dando, aunque no debemos ilusionarnos que el cambio se dé súbitamente.
Aun así, el cambio para enfrentar la crisis se hará en el discurso pedagógico,
lo que no quiere decir que se vaya a cambiar la posición de la iglesia.
Las expectativas están
abiertas y esperamos nuevas sobre esta elección, mucha será la información que
pase por debajo del puente.
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