AVATARES PEDAGOGICOS DEL CONFLICTO COLOMBIANO
En medio de la política de seguridad democrática con resultados aun no muy claros, la ausencia total de norte del proceso de reinserción realizado a través de la ley de justicia y paz, una guerrilla asediada y débil en plena transición de sus lideres, los analistas a favor de la salida negociada del conflicto parecen haber cedido frente a la salida militar impuesta por el actual gobierno. Aquí, tomaremos el Estado-sociedad, como lo hace Rawls, con el estudio sobre la justicia liberal, en donde establece que la misma debe aplicarse a la ‘estructura básica de la sociedad’. Pero ¿cuál es la sociedad relevante? Para Rawls, la ‘sociedad’ se define en los términos del Estado-nación. Cada Estado-nación forma una (y sólo una) sociedad, y la teoría de este autor se aplica dentro de los límites de cada Estado-nación. Esta herramienta nos permitirá desde una perspectiva del papel del estado en la resolución del conflicto, asumir el debate con una perspectiva más solida y con una óptica absolutamente institucionalista. Sobre nuestra violencia existe una literatura tan extensa, su excesiva proliferación, demuestra así mismo una debilidad específica para comprenderlo a cabalidad, desde la academia, el gobierno, la sociedad civil y los organismos multilaterales que han ayudado con trabajos y practicas específicas. El lugar común de nuestro conflicto es una violencia de mil cabezas. Al respecto dice el analista, Efraín González, “que en el conflicto Colombiano los actos violentos no giran entorno a una sola polarización, en torno a un eje especifico de conflictos (Económico, étnico) sino que sus contradicciones se producen en torno a varias dinámicas y procesos históricos diferentes, que se reflejan en identidades más cambiantes y producen cambios frecuentes en el control de los territorios”. Las premisas de análisis sobre las causas de la violencia y del mismo conflicto han sido plurales. Posada Carbo, aludía a la más corriente de ellas: “La idea que relaciona los niveles de violencia con la situación económica y social del país, advierte Mauricio Rubio, “ha sido el conductor más importante de las políticas estatales en materia de violencia, incluyendo los actuales esfuerzos por lograr la paz” (Crimen e impunidad, Bogotá, 1999, p. 82). En el lenguaje académico que permeó el discurso político, esta idea se conoce como las “causas objetivas” de la violencia. Con ella quiere expresarse que la violencia tiene un origen estructural: en la pobreza, en las desigualdades económicas, en fin, en la falta de oportunidades – sociales, políticas o económicas -, ofrecidas por el sistema.”, según el autor esta mirada ha sido revaluada por estudios muy serios y ella puede ser la premisa dominante en el análisis. Traigo a colisión el tema de la violencia, para relevar lo difícil que es asumir el debate y por lo tanto el camino a su resolución. Durante dos décadas caminamos entorno a un gran dialogo nacional que permitiría un acuerdo que cambiaria las bases esenciales del estado Colombiano, en donde actores ausentes del poder hasta la fecha, participarían activamente en el nuevo estado, que resolvería o tendría las herramientas necesarias para imponer los cambios necesarios que requiere el país y que eliminarían gran parte de la desigualdad reinante, que es el caldo de nuestro conflicto y la violencia para unos. Ahora, el gobierno impone una salida militar, parte de la premisa que acabando la guerrilla, el narcotráfico y gran parte de la delincuencia común, la plataforma para realizar los cambios, el estado y la política de oportunidades brindada por el gobierno, en un esquema netamente institucionalista, entroncado en la ley y la seguridad, ira generando los cambios requeridos. Las miradas con contradictorias en esencia, de hecho, seguimos considerando que solo a través del dialogo podemos tener una salida seria a nuestro conflicto, que sobra decirlo, no terminamos de comprenderlo. Es preciso un análisis genealógico del mismo, una mirada que lo abarque en su totalidad. No es fácil por supuesto. Preocupa la salida militar que se está imponiendo. Otras miradas son pertinentes y es preciso decirles a los actores involucrados que no estamos para radicalismos.
En medio de la política de seguridad democrática con resultados aun no muy claros, la ausencia total de norte del proceso de reinserción realizado a través de la ley de justicia y paz, una guerrilla asediada y débil en plena transición de sus lideres, los analistas a favor de la salida negociada del conflicto parecen haber cedido frente a la salida militar impuesta por el actual gobierno. Aquí, tomaremos el Estado-sociedad, como lo hace Rawls, con el estudio sobre la justicia liberal, en donde establece que la misma debe aplicarse a la ‘estructura básica de la sociedad’. Pero ¿cuál es la sociedad relevante? Para Rawls, la ‘sociedad’ se define en los términos del Estado-nación. Cada Estado-nación forma una (y sólo una) sociedad, y la teoría de este autor se aplica dentro de los límites de cada Estado-nación. Esta herramienta nos permitirá desde una perspectiva del papel del estado en la resolución del conflicto, asumir el debate con una perspectiva más solida y con una óptica absolutamente institucionalista. Sobre nuestra violencia existe una literatura tan extensa, su excesiva proliferación, demuestra así mismo una debilidad específica para comprenderlo a cabalidad, desde la academia, el gobierno, la sociedad civil y los organismos multilaterales que han ayudado con trabajos y practicas específicas. El lugar común de nuestro conflicto es una violencia de mil cabezas. Al respecto dice el analista, Efraín González, “que en el conflicto Colombiano los actos violentos no giran entorno a una sola polarización, en torno a un eje especifico de conflictos (Económico, étnico) sino que sus contradicciones se producen en torno a varias dinámicas y procesos históricos diferentes, que se reflejan en identidades más cambiantes y producen cambios frecuentes en el control de los territorios”. Las premisas de análisis sobre las causas de la violencia y del mismo conflicto han sido plurales. Posada Carbo, aludía a la más corriente de ellas: “La idea que relaciona los niveles de violencia con la situación económica y social del país, advierte Mauricio Rubio, “ha sido el conductor más importante de las políticas estatales en materia de violencia, incluyendo los actuales esfuerzos por lograr la paz” (Crimen e impunidad, Bogotá, 1999, p. 82). En el lenguaje académico que permeó el discurso político, esta idea se conoce como las “causas objetivas” de la violencia. Con ella quiere expresarse que la violencia tiene un origen estructural: en la pobreza, en las desigualdades económicas, en fin, en la falta de oportunidades – sociales, políticas o económicas -, ofrecidas por el sistema.”, según el autor esta mirada ha sido revaluada por estudios muy serios y ella puede ser la premisa dominante en el análisis. Traigo a colisión el tema de la violencia, para relevar lo difícil que es asumir el debate y por lo tanto el camino a su resolución. Durante dos décadas caminamos entorno a un gran dialogo nacional que permitiría un acuerdo que cambiaria las bases esenciales del estado Colombiano, en donde actores ausentes del poder hasta la fecha, participarían activamente en el nuevo estado, que resolvería o tendría las herramientas necesarias para imponer los cambios necesarios que requiere el país y que eliminarían gran parte de la desigualdad reinante, que es el caldo de nuestro conflicto y la violencia para unos. Ahora, el gobierno impone una salida militar, parte de la premisa que acabando la guerrilla, el narcotráfico y gran parte de la delincuencia común, la plataforma para realizar los cambios, el estado y la política de oportunidades brindada por el gobierno, en un esquema netamente institucionalista, entroncado en la ley y la seguridad, ira generando los cambios requeridos. Las miradas con contradictorias en esencia, de hecho, seguimos considerando que solo a través del dialogo podemos tener una salida seria a nuestro conflicto, que sobra decirlo, no terminamos de comprenderlo. Es preciso un análisis genealógico del mismo, una mirada que lo abarque en su totalidad. No es fácil por supuesto. Preocupa la salida militar que se está imponiendo. Otras miradas son pertinentes y es preciso decirles a los actores involucrados que no estamos para radicalismos.
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