Desde que
tiene seis años mi hija fue diagnosticada con diabetes uno. Vivir con esta
condición no ha sido fácil para ella. Consciente de su estado ha sabido manejar con
mucha atención todos las prevenciones y protocolos médicos que esta condición requiere.
Tres veces ha estado en urgencias con la consabida hospitalizada, en 11 años el balance no
ha sido malo. Quiero hablar de la última experiencia en la clínica León XIII de
Medellín. Siempre que llegamos a urgencias lo hacemos por una descompensación
que le pone en una situación grave, se denomina coma diabético y requiere de
cuidados muy especiales y atención inmediata. Los síntomas son muy claros en
este caso: 1 Temblores o nerviosismo 2 Ansiedad 3 Fatiga 4 Debilidad 5
Transpiración 6 Hambre 7 Náusea 8 Mareos o aturdimiento 9 Dificultad para
hablar o Confusión. Ahora con el COVI nuestras apreciaciones sobre la mirada
médica han cambiado mucho, reconocemos los esfuerzos del cuerpo medico y los
auxiliares frente a este virus fatal y sorpresivo. He tenido un acercamiento a
la mirada medica desde los textos del filosofo Michel Foucault, sobre todo “En
la locura en la época clásica” y “El nacimiento de la clínica”. La primera “Aborda
la visión de la sociedad occidental sobre la locura en diferentes etapas: el
renacimiento, la edad clásica (siglos de la Ilustración, finales del XVI y casi
la totalidad del XVIII), y la experiencia más contemporánea. La segunda es un
ensayo histórico sobre la mirada medica y las discontinuidades de la misma, sus
trasformaciones, además de una episteme sobre el objeto de saber medico desde el
contexto institucional y social, “una investigación sobre la medicina, como
campo de la producción de lo humano en la modernidad”. Vivir la mirada medica en estos momentos como
usuario del sistema corresponde a una experiencia especial y de la que quiero
escribir. Es cierto, las clínicas desde el espacio, no solo están diseñadas en
pro de la atención médica, sus espacios responden a esta necesidad, pero no
dejan de ser sistemas cerrados de control, donde se privilegia la mirada, algo
muy parecido al panóptico que nació en los albores del renacimiento en
Francia. En urgencias nos atendieron con diligencia y en menos de lo que esperábamos
estábamos en el cuarto piso de la clínica, en las UCI. Acostumbrados a que las
espera en urgencias son de cuatro horas, producto de un
sistema bastante inhumano, en este caso, tuvimos la sorpresa que mi hija
Isabella, estuvo en manos de los expertos en muy poco tiempo y en atención a su
cuadro médico que, era muy grave.
Quiero
recalcar la formalidad, la atención y la diligencia del cuerpo médico, sus enfermeras
y el personal en general. Mi hija fue tratada
con total atención y con una amabilidad poco usual en estos tiempos. Los
médicos tuvieron una comunicación permanente, lo que es una excepción, hubo
siempre una enfermera en la habitación, pendiente de cada uno de los protocolos
impuestos y siempre cordiales con mi hija, no solo en los aspectos pertinentes a sus responsabilidades, sino como amigas y consejeras casuales, acorde con las circunstancias, aspecto muy positivo, sobre todo en una condición
tan especial como es la diabetes.
Muchas veces
somos muy críticos de cualquier falencia en estos casos y más bien parcos
cuando se trata de reconocer la diligencia y responsabilidad del sistema, cuando se nos
atiende bien. Quiero con esta nota agradecer a la clínica León XIII de Medellín
y a todo el cuerpo médico y asistentes de las UCI en el piso cuarto. Gracias,
muchas gracias.
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