El peor error
de cualquier gobierno es desconocer la realidad, perder la comunicación con ese
concepto etéreo que denominamos pueblo y que, en el caso colombiano, en todo
caso ha buscado la manera de hacerse oír con total des-atención del ejecutivo.
El rechazo a la reforma tributaria en los términos en que la presentó el
ministro de hacienda, con un exceso de carga impositiva y pretendiendo arreglar
la falta de dinero de un solo tajo, acudiendo al bolsillo de los asalariados,
sin ningún plan de contingencia, austeridad, reforma que entre otras cosas, nunca
fue concertada con el país político, los gremios, los sindicatos, la academia, el
estudiantado y la cual puso el dedo en la llaga de una clase media y baja en
total crisis, producto de circunstancias especiales que nos impuso la pandemia
y por gracia de una clase dirigente equivocada, autista y ensimismada en el poder que no ha tomado las decisiones a tiempo y cuando lo hace, se equivoca inexplicablemente.
El paro constituyó
una muestra irrefutable de la inconformidad de la gente, una radiografía del
resentimiento contenido de amplios sectores sociales, de la clase trabajadora,
los comerciantes y los trabajadores informales, que son muchos en este país. Ninguna
violencia es casual, ni responde solo a los efectos delincuenciales y
desmedidos de unos pocos, es una apuesta contra el mal gobierno, que, si no
permite la protesta pacífica, se atiene a las consecuencias, pues el mal
gobierno siempre es obligado a escuchar, a concertar, la evidencia fue el alto número
de personas que salieron a marchar para decirle al presidente: No estamos de
acuerdo. La democracia entre sus cuidados, tiene como obligación tacita,
respetar los contrapesos y atender el clamor de sus ciudadanos.
Las cifras de
desempleo, bajo crecimiento económico, informalidad y pobreza presentadas por
el DANE, deben ser un signo de preocupación para el señor presidente, no puede desconocer
esta realidad y contrario a la actitud terca del último año, es necesario generar
mecanismos de concertación para salir de la crisis económica que nos aqueja,
siempre y cuando acuda a fórmulas más ingeniosas y equitativas.
Contrario a
lo que pensaba el gobierno, que esperaba el apaciguamiento de las protestas, todos
los días hay marchas y pronunciamientos en pro de que se retira la reforma
tributaria. Por lo tanto, cada día es más grave la situación de orden público,
sin que el presidente desde su urna de cristal cambie de parecer. Espero, que
los males que produce el poder en su aislamiento no permitan que haya
consecuencias irreparables y que cuando se decida gobernar atendiendo la
realidad, no sea tarde.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario