Acabo
de terminar la biografía de Álvaro Gómez Hurtado del escritor Colombiano Juan
Esteban Constaín, en otro artículo ya había escrito sobre la primera parte de
la misma, sobre los días de formación. Nuestra violenta y caótica historia nos
obliga no sólo a mirar, investigar, nuestro pasado con absoluta sindéresis, por
la tozudez de ciertos hechos oprobiosos, luctuosos y el cumulo de
interpretaciones amañadas de algunos actores que han usufructuado el poder,
comprometidos en hechos delictivos y desmesurados. Saber por qué no hemos
podido superar el conflicto interno, la guerra, la violencia descarnada de tan
múltiples variables, es peor que la tragedia misma. Vivimos anegados por la
sangre de compatriotas inermes, viendo poblaciones desplazadas, propietarios
despojados, grupos ilegales asentados cumpliendo el papel que debería ser sólo
del estado. Resultaba necesario quién se le midiera a esta biografía. Álvaro
Gómez fue protagonista de la historia del país desde 1930 hasta el día de su
asesinato de triste recordación. Desde su esquina, el partido conservador, como
toda la élite política de mitad del siglo XX, ayudó a sembrar estas guerras. el doctor Álvaro vivió entre los radicalismos del padre, padeció la violencia del país de la
que fue protagonista en proteicas discusiones y en batallas por el poder de su partido conservador que, llenaron de sangre a vastas zonas de nuestra geografía. Este hombre fue capaz
de cambiar después de muchos acontecimientos que le permitieron llegar a una
categórica conclusión: la tremenda equivocación de la clase dirigente, la
impotencia de los partidos tradicionales embelesados en el poder, los hechos
los superaron, el país ha vivido siempre en una violencia penosa y cruel, la
sufren los marginados, el sector rural y los pobres. Después de su secuestro,
hecho que le llevó a una reflexión profunda, se produjo un cambio de actitud,
el mismo se venía forjando lentamente desde su candidatura en 1974. El doctor
Älvaro insistía en que el país necesitaba un acuerdo sobre lo fundamental. El
cambio debería hacerse con el apoyo de todas las fuerzas vivas de la sociedad y
por supuesto del país político. Álvaro fue hijo de uno de los hombres más
controvertidos de nuestra historia: Laureano Gómez, hombre radical del partido
conservador, historiador, humanista, propició gran parte de los hechos
luctuosas de nuestra historia desde el poder implacable de su oratoria, de
corte ciceroniano, igual que muchos líderes liberales, nunca midieron el efecto
de sus disputas por el poder, incitaron a guerras que después lamentarían y que
tristemente aún perduran. La historia del siglo XX contada desde la otra
orilla, la del partido conservador, de la mano de uno de sus líderes más
connotados, constituye la esencia de esta biografía. Álvaro Gómez Hurtado con
una formación excepcional, abogado, historiador, politólogo, artista y lector
infatigable, le cabía el país en la cabeza, lo caminó, lo estudió y hablo con
sus gentes a lo largo de toda su vida.
El texto de Constain no cae en los excesos del fundamentalismo acostumbrado
en Colombia, no es una defensa del doctor Álvaro, es objetivo y claro, evita el
estigma con que siempre fue tratado este líder.
Al doctor Álvaro lo cambiaron los hechos tozudos de este país. Fue
testigo del fracaso continuo de la búsqueda de la paz, esquiva y siempre
obstaculizada por oscuras fuerzas. Fue defensor del frente nacional, para él
fue un acuerdo de paz. Su vida fue marcada por el secuestro que padeció de las
manos del grupo guerrillero M-19. Este hecho terminó de convérselo de la
necesidad de un cambio, a partir de este momento se dedicó a buscar un acuerdo,
que permitiera un giro total de nuestras instituciones, de la manera cómo
hacemos política, del régimen como solía decir. El 29 de julio de 1988 en “La
cumbre por la Salvación Nacional” se empezó a dar el cambio. El secuestro la
había convertido en un un hombre reflexivo, un líder en el amplio sentido del
término. Decía que una cosa era hacer elecciones y otra hacer política, y que a
él le encantaba sobre toda la segunda. Participó en todos los sucesos que
terminaron en la constituyente. El plebiscito convocado por el movimiento
estudiantil permitió la reforma del artículo 218 de la Constitución nacional,
el nudo gordiano que la impedía. Estuvo
al frente de la constituyente que creó la constitución del 91 junto a Navarro Wolf
y Horacio Serpa. Esto quiere decir que hizo parte del diseño institucional del
país que aún perdura con la promulgación de la constitución que nos rige. Sus
últimos años los dedicó a la academia, a la formación política, los editoriales
fueron cátedras sobre el estado y la política. El asesinato igual que la de
muchos líderes ha quedado impune, la investigación del mismo fue desviada por
ciertos organismos de seguridad del estado que de antemano estaban
comprometidos con el mismo. El autor de esta biografía, no cayó en los sesgos
que tanto daño le han hecho a nuestra interpretación del pasado. Al final nos
deja lelos, en una especie de desesperanza. Nada ha cambiado en el país, o muy
poco, nos seguimos matando y pese al acuerdo de paz firmado con la FARC no
encontramos el camino que nos conduzca a una convivencia sana y sin violencia.
Curiosamente en los últimos diez años hemos vuelto a la polarización en
política de tan nefastas consecuencias. La
ceguera de nuestra clase dirigente es inexplicable
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