Nunca antes
había visto tantas reacciones ambivalentes del gobierno frente a la
manifestación de protesta y paro de las centrales obreras; los estudiantes, son
muchas las universidades que saldrán a marchar; sectores independientes y un número
indeterminado de ciudadanos; todos, inconformes con el gobierno de turno, y por
supuesto, en el marco del legítimo derecho de manifestarse.
Las
reacciones del gobierno han sido incoherentes, torpes, casi todas de policía,
generando intimidaciones de tipo verbal, sacando a las calles el ejército
regular, allanando revistas independientes, aludiendo de manera insistente que
no entienden la marcha, para ellos los motivos de su convocatoria son
mentirosos, en los últimos cinco días hay visibilidad intensa del presidente en
todos los medios; la pregunta, cómo antes no lo había hecho. El presidente no
se conecta con su electorado, con la nación.
Cada vez se reflejan
dos visiones de gobernanza que chocan y le hacen daño a la gobernabilidad: La
de su partido “El centro democrático” y otra, la propia. Esto ha generado una
tensión que se traduce en una total contradicción entre lo que propone el
ejecutivo y lo que aprueba el congreso, sí es que logra la aprobación.
Dificultades
que sumadas tienen muy inconforme a una buena parte del país, más cuando ha
demostrado ser un gobierno más de derecha que de centro, con posiciones de
centro ganó las elecciones, eso es otra cosa, es un hecho que cada vez se
radicaliza más.
Revivir el
toque de queda, cerrar desde ayer a las doce de la noche las fronteras,
decretar la ley seca en casi todas las ciudades, para nada contribuyen a un
ambiente de protesta sano, el mismo gobierno genera muchas tensiones, ni hablar
todo lo que se ha dicho en las redes de parte de sus funcionarios o entrevistas
a los medios.
El centro democrático
es caso aparte. El radicalismo y la vehemencia de sus declaraciones generan un
ambiente de guerra para nada conveniente.
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