Sartre expresó: “El
individuo es, lo que otros han hecho de él”. La mayoría de nuestra
personalidad, los comportamientos, valores y actitudes están determinados por influencias
de nuestro entorno, empezando por aquellas en las que nos hemos formado,
principalmente la familia, el medio en que nos desarrollamos y aquellas que
nosotros adquirimos en la vida, que dependen de múltiples factores, subjetivos
unos, externos otros. La pregunta desde la ciencia es como los estados de
conciencia, aprendizaje y los hábitos surgen en el cerebro. En el Hamlet se
dice con más vehemencia, “ser o no ser”, pensar. Cuáles son los procesos psíquicos
y fisiológicos alrededor de este proceso. Hay mucha literatura al respecto y la
neurociencia hoy está en su mayor apogeo. La pregunta que propongo: ¿hasta
donde llega nuestra autonomía y capacidad de configurar nuestro propio destino?,
en una era donde todo lo que hacemos y pensamos está casi siempre articulado
desde la red, con lo digital, el mundo del internet y las redes sociales, desde
la parte primigenia de formación de conceptos, valoraciones y rutas de acción,
hasta las etapas más extremas, que tienen que ver con las elaciones sociales y
con el estado. Los mínimos conceptos se articulan desde la red. Un hijo estando
en nuestro hogar, está más conectado desde su teléfono móvil con el mundo digital
que con sus pares en el sitio concreto. En una revista de la universidad
nacional me encontré con un artículo sobre psiquiatría y conciencia, que en
alguna parte se hacía esta pregunta: “Como es de esperarse, las opiniones se
encuentran enormemente divididas cuando se trata de explicar en qué consisten
nuestras sensaciones conscientes, subjetivas; es decir, esas experiencias que
están esencialmente atadas a nuestra perspectiva de primera persona, a nuestro
punto de vista como sujetos experimentadores. No solo es difícil encontrar
unanimidad en el modo en que, se supone, debemos hablar de “conciencia”, tanto
en neuropsicología como en psiquiatría, sino que tampoco resulta fácil entender
exactamente la manera como la conciencia figura en los modelos y explicaciones
científicas de dichas disciplinas. Porque, como nos lo advierte William Lycan,
“parece haber una infranqueable tensión entre una visión científica,
materialista del mundo, y el carácter subjetivo, fenoménico de la experiencia”
(1996 2). ¿En qué consiste esa tensión?, ¿de qué modo la filosofía puede
arrojar luces sobre el problema? y, finalmente, ¿cuáles son las teorías
filosóficas y científicas sobre la conciencia más prominentes del momento?, son
las preguntas que este artículo de revisión busca ayudar a responder”[1].
Al actuar, quienes somos, que realmente nos motiva. Ahora, cómo surge esta
pregunta en el mundo digital, que lo es todo, lo virtual hoy es la realidad. Una
cosa es: Cómo es qué pensamos ( Llinas) y qué es ser conscientes. Hoy, sería,
por qué pensamos de esta manera. Ahora que se habla de tendencias, que son
verdaderas oleadas desde donde se prefiguran comportamientos, gustos, me
pregunto por la autonomía, cómo marco directriz de lo que pensamos y hacemos.
Habría que contraponer: “Pero hoy, por primera vez en la historia de la
Humanidad, los cerebros del mundo están conectados, el conocimiento fluye a la
velocidad de la luz y alcanza cada rincón del planeta a coste cero. Por eso,
por su sobrecogedora abundancia, es precisamente por lo que no vale nada: “en
la sociedad del conocimiento” dice el profesor Tasaka de la Tama University de
Tokio “el conocimiento no es importante” (Tasaka, H., 2011). Lo que importa es
la sabiduría”[2].
Castell lo expresa de otra manera: “Internet es el tejido de nuestras vidas en
este momento. No es futuro. Es presente. Internet es un medio para todo, que
interactúa con el conjunto de la sociedad y, de hecho, a pesar de ser tan
reciente, en su forma societal (aunque como sabemos, Internet se construye, más
o menos, en los últimos treinta y un años, a partir de 1969; aunque realmente,
tal y como la gente lo entiende ahora, se constituye en 1994, a partir de la
existencia de un browser, del world wide web) no hace falta explicarlo, porque
ya sabemos qué es Internet. Simplemente les recuerdo, para la coherencia de la
exposición, que se trata de una red de redes de ordenadores capaces de
comunicarse entre ellos. No es otra cosa. Sin embargo, esa tecnología es mucho
más que una tecnología. Es un medio de comunicación, de interacción y de
organización social”[3].
Realmente quienes somos, por qué actuamos de determinada manera, en que era
estamos desde la perspectiva subjetiva. Esta es la pregunta.
El problema de
la conciencia para la filosofía de la mente y de la psiquiatría, ideas y valores • vol. lxvi • suplemento n.o
3 • 2017 • issn 0120-0062 (impreso) 2011-3668 (en línea) • Bogotá, colombia •
pp. 15 - 45
[2]
Universidad complutense, la revolución digital.
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