Estoy hablando de las
facturas, esas cuentas de cobro que nos asedian por doquier, producto del sistema y la sociedad capitalista, cuya estructura es una compleja trama, indescifrable, estas constituyen uno de sus ejes principales, un componente de suma importancia desde lo macro-económico, la relación del
individuo con el mundo se articula imprescindiblemente desde estos recibos, generan
mil cruces, todos obligan pecuniariamente, sino las paga las consecuencias son graves. Las facturas tienen
el don de atentar contra nuestra tranquilidad, representan una de las
peores servidumbres que impone el sistema.
Es imposible
desligarse de ellas, no atender la lista de ellas que nos obliga todos los días. En todas las
casas hay un sitio para las facturas. Una carpeta, una cajón de la mesa de
noche. Es como un lugar maldito, nos recuerda a su paso que, de no pagarlas,
las cosas no funcionaran bien en adelante. Antes había dos o tres facturas, la vida era
simple. Hoy son muchas. No recuerdo a mi padre preocupado por el pago de la TV,
esta era gratis, menos del internet, ahí estaba una enciclopedia que suplía
todo, menos el celular, había un teléfono para toda la casa, ahora se paga: El
propio, el de la esposa, el de cada hijo y uno adicional para las urgencia. Vivíamos en grandes barrios, no había por lo tanto el
pago de la administración, ni conjuntos cerrados, existía solo un celador en bicicleta sin importar lo grande que fuera el barrio, curiosamente al final no cuidaba a nadie, terminaba siendo el mandadero.
Una de las arterias vitales
del sistema capitalista son las facturas, sin ellas no funciona el sistema. Miremos bien su universo. Todo servicio genera
una factura. La luz, el agua, el aseo, saneamiento… en fin. A las cotidianas
les sumamos, el predial, el seguro del carro, la revisión metal-mecánica, las
suscripciones, la tarjeta de crédito, el curso de la niña, la cuota del banco,
la hipoteca, la universidad, el trasporte escolar, el parqueadero de la oficina………el
pago del seguro incluyendo el seguro funerario……..Estar vivo: significa estar
facturado, esta es la moraleja…..ser o factura. Producimos para pagar, el
entorno sobrevive gracias a estos pagos…somos un sistema de pago, la
modernidad, la tecnología, el entretenimiento y el mismo conocimiento dependen
de la capacidad de pago que tengamos.
Desde lo tributario
para el estado el lío es aún mayor, hablamos de ligas mayores, el recaudo en este caso es más complicado y por supuesto más alto. Para ello se crearon órganos de regulación y control muy fuertes. En esta escala las facturas siendo menores, son de
suma importancia para el sistema y su pago puntual constituye buen o mal síntoma
del funcionamiento de la economía. El tema principal sobre el cual quiero centrar
esta columna, es que estos recibos, se volvieron todo en nuestra existencia, se han convertido en una tortura. Un
hombre de pocas facturas, es un ser insignificante, no existe, no consume. Esta sociedad de consumo todos los días busca crear más obligaciones, se las
inventa, con sistemas de suscripción, ventas de productos innecesarios, casi
todos engaños bien promocionados por un mercado perverso. Otro fenómeno, es que
cuando usted merca, sale del supermercado y casi siempre se le olvida que el 19
% de la factura se la paga al estado, el IVA nos persigue. Como liberarnos de
la mayoría…hay que empezar a pensar en lo que consumimos…..cuál debería ser
nuestra relación con el estado en este tópico especifico, vaya usted a saber. Recuerden, no
pagarlas genera consecuencias mefastas.
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