La economía siempre se explica con un tecnicismo, que muchas
veces delatan a los economistas en sus desaciertos, pese a sus continuos fracasos en materia económica, con una semántica laberíntica
y cargada de simbolismos indescifrables para el común de los mortales, maquillan lo que la realidad
refleja con absoluta contundencia, viven excusándose, tratándonos de hacer ver
que todo está bien, cuando sabemos que no es cierto. Colombia hoy vive una crisis
económica sin precedentes, existen indicadores muy importantes que han generado
una alarma general y el gobierno, desde el presidente, su ministro de hacienda
parecen no querer aceptar la situación grave que tenemos, de hecho toca el bolsillo de
los hogares de la peor forma.
Sus locomotoras, como llamo a los sectores que jalonarían la economía
no funcionaron, la minería está en crisis, el sector industrial está viviendo
su peor momento, pese al fortalecimiento del dólar, las exportaciones en Colombia
finalmente no arrancaron y la agricultura y el sector agro-industrial han tenido repuntes que
aún no han permitido sacarlos del largo
letargo en que están. El comercio y el consumo están en su peor nivel y por supuesto,
como consecuencia, no hay liquidez; para rematar la cartera vencida en los
bancos comienza a mostrar índices preocupantes. El último editorial de la
revista dinero expresa: “la economía apenas logró un crecimiento de 1,3%,
frente a 2,5% del mismo periodo del año anterior y 1,2% del primer trimestre de
este año. El dato confirma que la actividad económica sigue a un ritmo muy
lento, aunque tuvo un ligero repunte respecto del primer trimestre y no recayó.
Sin embargo, el riesgo de un estancamiento no se ha disipado. Aunque de las 9
ramas de actividad económica 7 lograron incrementos positivos, únicamente 3
sectores registraron aumentos significativos: agricultura (4,4%), financiero
(3,9%) y servicios (3,0%), mientras otros decrecieron, como el minero y
petrolero (-6%), al igual que industria (-3,3%)”[1].
Pienso que la realidad supera estas cifras, en las calles hay un absoluto pesimismo, se siente una falta de norte, hay una ausencia de políticas
que reactiven la economía, no existen esperanzas de que se produzca algún cambio. Eduardo
Sarmiento es más contundente: “La información del primer semestre revela una
economía desarticulada en que la mayoría de los sectores crecen a ritmo
negativo y el conjunto lo hace menos que la población. Como lo señalamos al
principio del año, la economía evoluciona dentro de un sendero de crecimiento
de 1 %, sin visos de recuperación. Los errores sistemáticos de política y
predicción confirman que las autoridades económicas han perdido el control
macroeconómico”[2].
El fenómeno es mundial, pero esto no excusa
al gobierno, en pleno pos-conflicto, con una deuda social enorme, a la que se suma el grave problema de nuestro vecino país que nos endosa su problema
social, al que no le podemos sacar el quite, situaciones que obligan al gobierno a tomar medidas contundentes, la primera, reconocer la crisis. Hay que ver las
cifras escalofriantes de la delincuencia común y la total incapacidad del
estado para hacer presencia en las zonas que fueron dominio de la FARC. Solo
espero que no sea tarde y terminemos en una recesión de la
economía que sobre-pase la capacidad de reacción de un gobierno que hasta ahora
ha sido demasiado lento en la toma de decisiones en materia macroeconómica.
[1] www.dinero.com/edicion-impresa/editorial/articulo/recta-final-ultimo-ano-de-gobierno-santos/248707
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