El acuerdo de la Habana
sacó a flote los grandes sectores que se enfrentan en Colombia, son diferencias de carácter ideológico
y de facto, entre una clase que no acepta ninguna modificación al modelo de
desarrollo, a la tenencia de tierra y al proceso de apertura política, clase
que entre otras es dueña del 90 % de la tierra productiva del país, a esta se le suma una iglesia recalcitrante y retrograda, una godorria del peor pelambre, quienes han estado cercanos al poder en los últimos treinta años y por la otra un país variopinto, plural
sin otra coherencia que la inequidad que padecen, su exclusión económica, política y
social, de muchos matices, colores, con una tragedia tenaz acuestas que se traduce en
desplazamiento, violencia e informalidad, acompañados de una clase media escéptica, desesperanzada, sin otra razón que su trabajo para sostener un estatus de vida insostenible y la gran masa de población pobre en una lucha diaria y tenaz por la vida.
Pocos se han leído el acuerdo
con juicio, el modelo de desarrollo rural, es un programa muy bien hilvanado,
serio, riguroso y suple en gran parte la inequidad existente que afecta directamente al campesino, este documento atiende el
problema más grave, el de la tenencia, la propiedad rural, su adecuada y justa explotación. No se entiende las críticas al mismo, más cuando se expresa categóricamente que no podrá ser trasformado de ninguna manera, que no es facultad de la mesa, lo que se ve a todas luces es una defensa de los privilegios existentes. Lo mismo pasa con la mirada que hace del modelo de desarrollo,
temas que han sido tratadas bajo la lupa que establece “la enunciación de los
derechos y contenidos en la constitución y en los convenios internacionales
vigentes, no debe entenderse como
negación de otros que, siendo inherentes a la persona humana, no figuren
expresamente en ellos”, lo que establece como principio el respeto a la
constitución, quien constituye la matriz sobre la cual se firmó el acuerdo, que
como es lógico establece una ruta para la incorporación de las obligaciones que
tendrá que incorporarse al corpus legal y por su puesto a la propia
constitución.
El presidente ha escuchado
al bloque divergente del no, que entre otras cosas no está en cabeza ni del
doctor Uribe y menos del Centro Democrático, partido que entre otras recibió
donaciones para la campaña del no de latifundistas de Uraba, con graves problemas legales por violencia y paramilitarismo. Este grupo es heterogéneo, hay múltiples grupos y tendencias, micropoderes envestidos de un aparente representación basada en una mayoría muy pequeña que nadie puede apropiarse y la cual no les da derecho de ninguna manera a desconocer las personas que le apostaron al SI, que son muchas.
A esto se le suma una masa
inmensa de jóvenes, de estudiantes, de ONGS y ciudadanos sin partido, espontáneos, quienes estuvieron al
margen del país político y del propio proceso de acuerdo de la Habana, por cansancio,
escepticismo, quienes decidieron participar ante la incertidumbre que generó el resultado,
no están dispuestos a dejar pasar el momento histórico, hoy se han organizado en torno a
la paz tomándose la plaza pública, siempre con el cuidado de no caer en los
enredos propios de la clase política colombiana y los grupos de interés, los mismos
que le vienen poniendo palos a la rueda al proceso de paz, las circunstancias han demostrado hasta la saciedad que están dispuestos a realizar lo que sea para que no se implementen los acuerdos y se incorporen al marco legal y constitucional, no desean ver sus efectos prácticos, o lo que es peor, lo torpedean pensando en las próximas elecciones, muy grave desde cualquier punto de vista
que se le mire y nefasto para el país.
Esta semana se espera algún
pronunciamiento de la corte constitucional, del presidente señalando la bitácora
a seguir después de recibir las propuestas de aquellos que dicen representar el
NO, por su puesto continuara la presión de la sociedad civil, el gobierno tiene
el sartén por las manos, debe ser superior a las circunstancias, señalar la forma
en que el proceso termine definitivamente, estoy seguro que el país lo
respaldará por las vías que elija.
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