La guerrilla Colombiana debe superar todos los
anacronismos en que está envuelta: Es la única en el mundo de este tipo; está inmersa en el
delito de narcotráfico hasta más no poder; la falta de norte político es evidente, es un hecho que requiere asesores por fuera de sus cuadros y persiste en errores militares, como si la norma fuera generar opinión adversa. Hoy, en pleno siglo XXI, no parecen entender, que está en un mundo absolutamente diferente al que
tienen en su cabeza, como de los años setenta del siglo pasado, y de no firmar los acuerdos de la Habana, pervivirá sólo como grupo delincuencial,
terrorista, como suele decirlo a voces la oposición. Debe aprovechar por lo tanto, el momento histórico que
le ofrece el proceso, que
le permitirá recoger cincuenta años de lucha armada, como lo afirman categóricamente
sus dirigentes, lo que los apoltronaría de una vez por todas en el sistema, para bien
o para mal. Para lograrlo, se hace absolutamente necesario que vaya desmontando
muchos de los atavismos, de un marcado acento Leninista,
que lo dejan muy mal ante el país y la comunidad internacional, como el
reclutamiento de menores, que en vez de disminuirse, se incrementa impunemente,
inexplicable en las actuales circunstancias.
Desde la perspectiva jurídica, sabiendo que Colombia
suscribió el acuerdo de Roma, la costumbre de reclutar a niños, perversa, además
de ser un delito atroz desde todos los puntos de vista, cada vez le pone palos
a la rueda del proceso, pues este delito es muy difícil de pasar por lo alto,
no es cuestión simplemente de tragarnos sapos de esta magnitud, sino que el
tratado que firmamos nos obliga a denunciarlo y nos impide firmar cualquier
tipo de pasa mano o llave de la impunidad en esta materia, pues el mismo no
cabe dentro de los ajustes propios de estos procesos, a los que se someten ciertas acciones delictivas de
suyo, por el mecanismo que se genere, que será de seguro, la justicia transaccional.
Pero por encima de estos vericuetos de tipo jurídico, no se entiende esta
actitud de su clase dirigente frente a un país que tiene puestos los ojos en el
proceso. Pareciera que estos señores viven en otro planeta, la torpeza es
enorme.
Lo logrado en la Habana hasta la fecha es muy
importante, pero resulta inentendible, que el gobierno, ni la FARC, no hagan lo suficiente para visualizarlo y socializarlo más, muchas personas no tienen ni idea del proceso y en
qué estado se encuentra. Este proceso, hay que decirlo con absoluta convicción, es fundamental para el país y el mundo, es una salida a cincuenta años de
conflicto, que tiene seis millones de victimas, por lo tanto es una oportunidad histórica sin igual, para estructurar, por lo menos desde lo
institucional, un nuevo país, más equitativo, incluyente y justo.
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