Por los trágicos sucesos de
Francia, el tema del terrorismo vuelve a la palestra y el mundo de nuevo se
solidariza en una cruzada contra estos actos, buscando prevenir próximos ataques.
El terrorismo de hoy no sobre-pasa en nada las nefastas épocas de los ochenta y
setenta, pero es absolutamente intimidador por efectos de la revolución de los
medios de comunicación, las TIC y las redes sociales, esparce miedos en
segundos y altera fácilmente la tranquilidad del mundo, en proyección geométrica, es un tsunami que
aterra al más indiferente de los mortales.
El terrorismo es un arma
política con objetivos muy claros. Además de sentar posiciones sobre algún punto,
busca reconocimiento y reacciones específicas, atentando y comprometiendo a la
población civil de manera directa. Con los actos terroristas el ciudadano de a
pie sale de la burbuja y se ve inmerso en temas que aparentemente no son de su
resorte. El terrorismo reverbera las controversias, sienta posiciones y altera
la psiquis colectiva, comprometiendo a todos los ciudadanos a pronunciarse de
alguna manera. Es la peor manera de expresarse, pero para ciertos fundamentalistas
y radicales, ha sido la más efectiva.
Son muchos los datos históricos
de su genealogía, que data de mucho tiempo atrás. “ En el siglo XII, un grupo
ismailí de los musulmanes shiíes, los 'Asesinos', llevó a cabo campañas
terroristas contra musulmanes suníes. En Irlanda, grupos protestantes y
católicos se aterrorizaron mutuamente tras la Reforma. En su forma moderna, sin
embargo, el terrorismo sistemático recibió un gran impulso a finales de los
siglos XVIII y XIX con la propagación de ideologías y nacionalismos seculares
tras la Revolución Francesa. Adeptos y detractores de los valores
revolucionarios utilizaron el terrorismo tras las Guerras Napoleónicas. El
nacionalismo imperialista que en Japón condujo a la restauración Meiji en 1868
estuvo acompañado de frecuentes ataques terroristas al shogunado Tokugawa. En
el sur de los Estados Unidos de América, se creó el Ku Klux Klan tras la derrota
de la Confederación Sudista en la Guerra Civil estadounidense (1861-1865) para
aterrorizar a los antiguos esclavos y a los representantes de las
administraciones de la reconstrucción impuesta por el Gobierno Federal. En toda
Europa, a finales del siglo XIX, los partidarios del anarquismo realizaron
ataques terroristas contra altos mandatarios o incluso ciudadanos corrientes. Una
víctima notable fue la emperatriz Isabel, esposa de Francisco José I, asesinada
por un anarquista italiano en 1898. El movimiento revolucionario ruso existente
antes de la I Guerra Mundial tuvo un fuerte componente terrorista. En el siglo
XX, grupos como la Organización Revolucionaria Interna de Macedonia, la Ustashi
croata, y el Ejército Republicano Irlandés (IRA) realizaron a menudo sus
actividades terroristas más allá de las fronteras de sus respectivos países. Recibían
a veces el apoyo de gobiernos ya establecidos, como fue el caso de Bulgaria o
de Italia bajo el líder fascista Benito Mussolini. Este tipo de terrorismo
nacionalista apoyado por el Estado provocó el asesinato de Francisco Fernando
de Habsburgo en Sarajevo en 1914, lo que dio origen a la I Guerra Mundial.
Tanto el comunismo como el fascismo utilizaron el terrorismo como instrumento
de su política, contando con defensores entusiastas como Liev Trotski y Georges
Sorel (quien representó intermitentemente ambos extremos del espectro político)”[1].
El acto terrorista más
visible y cruel por sus víctimas y por
los efectos que produjo indudablemente fue el de las torres gemelas en Manhattan, para el Islamismo fundamentalista
constituyo un triunfo y el principio de su propia aniquilación. Este acto sentó un precedente nefasto, quedo claro
que en esta materia no hay límites.
A los gobiernos
occidentales se les olvido que en alguna época lo fomentaron impunemente, hoy
son víctimas de su propio invento, lo que no deja de ser paradójico. La política
siempre se viste con los perores trajes, utiliza las peores armas, hoy, los
actos terroristas buscan publicidad, reconocimientos y efectos, de hecho lo
obtienen. El mundo reacciona creando una verdadera red de solidaridad, pero
sobra decir que no basta, que se deben atender los conflictos desde su matriz y
no solo por los efectos que el mismo produce. El oriente sigue siendo el punto
donde las tensiones geopolíticas reverberan al máximo en un entrecruzamiento de
intereses que muchas veces para el ciudadano corriente de esta parte del mundo
son muy poco inteligibles. Vive el conflicto por vía de actos como el de Paris, pero lo
desconoce totalmente, aunque este semanario también a través de la caricatura
sentaba una posición política con respecto a la liberta de cultos y de opinión,
lo que también ratifica una toma de posición desde otro flanco
“Actualmente el terrorismo
global está materializado en la figura de Al Qaeda, que se autodetermina como
yihadista, por tanto, terrorismo yihadista nos remite a terrorismo global. El
uso del miedo como factor desestabilizador en las sociedades y su
materialización a través de los actos terroristas, es lo que buscó Al Qaeda el
11 de septiembre, y es lo que persiguen actualmente sus franquicias”[2]. Esto quiere decir que como sucedió a principios
del siglo pasado hasta bien entrados los años cuarenta con los anarquistas, más
tarde con los Israelitas, los Palestinos, Los Irlandeses, para solo citar los
más importantes, el terrorismo de hoy tiene nombre propio.
No quiere decir que haya
cambiado sino que se adaptó a los tiempos y aprovecha los medios a su alcance. El terrorismo sigue siendo el mismo, aunque
no deja de ser un término gaseoso si se le mira seriamente. “Cualquier debate
acerca del concepto y fenómeno del terrorismo tiene garantizada la aparición de
controversia, emociones, imprecisiones y confusión, hasta el punto de que, tal
y como ha dicho la experta Louise Richardson, lo único seguro sobre el
terrorismo es que se trata de un término de connotación peyorativa. Que el uso
de una palabra te enseñe su significado, escribió Wittgenstein en un aforismo
que, dada esta situación, parece especialmente aplicable a los términos
terrorista y terrorismo (Horgan,2006: 25)”.
Es preciso que los líderes
políticos, los que tienen el sartén en la mano, no se olviden de donde provienen estos conflictos, los atiendan en todo su contexto y no solamente por sus
efectos. Nadie está de acuerdo con los actos terroristas, en Colombia los
sufrimos todos, de la peor manera. El papel de los gobiernos no es solamente atacar a los terroristas, además debe atender las raíces
más profundas que le dan origen al mismo, para acabarlo de una vez por todas, así se
encuentre en este camino con la verdad culposa que, en algún momento también lo
fomentaron.
Esto quiere decir que el terrorismo
debe ser atendido con más profundidad y
compromiso, debe sobre pasar todo el simbolismo de solidaridad que, siendo
necesario, genera solo actos policivos y se olvida del contexto político que
rodean al mismo En que esta el mundo y como se atenderá el conflicto de
oriente que involucra a todo el mundo. Cuál
es la posición de Europa, cual es la posición de los Estados Unidos, de Rusia, que
piensa Israel, los Islamistas no radicales, Los palestinos, los grupos políticos que aun
ven una salida política a este conflicto, estos son los verdaderos
interrogantes.
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