Los nombramientos de los
nuevos ministros realizados por el presidente Juan Manuel Santos para su
segundo periodo y la elección del contralor, corresponde a la milimetría de
gobernabilidad producto de sus acuerdos electorales, común políticamente
hablando, necesaria desde la perspectiva de la gobernabilidad, que además
deberá ajustarse a las necesidades propias de su plan de desarrollo y los retos
que le imponen algunos problemas críticos del país.
Apenas el presidente nombró
equipo, la infantería como se dice, de los nombramientos hechos decanta que
busca un gobierno de carácter nacional, trata de cumplir con las cuotas
regionales, como es lógico, de la mano de sus aliados, en este marco hubo
incluso ofrecimientos a la izquierda, por lo menos aquella que lo apoyo
en su elección, en cabeza de Clara López, el cual fue rechazado de plano.
Encontrar el equilibrio no es fácil. En este galimatías, la lagartearía es el
pan de cada día, son más las frustrados que los posesionados, suelen ser muchos
los aspirantes, ahora al ejecutivo le sobran aliados.
De los siete ministros
nombrados, muy pocos corresponde a criterios técnicos, ha sido imposible que se
manejen desde esta óptica los mismos, resulta ser una epidemia histórica, en
todo caso es explicable, la gobernabilidad responde a criterios políticos, los
malabarismos son difíciles de comprender para el ciudadano de a pie, pero
sustanciales al manejo del poder, lo que se espera es que por lo menos los
nombrados conozcan de sus carteras, tengan capacidad técnica, manejo político,
sean excelentes administradores, expertos en gestión pública, sino llegarán a
improvisar y perderán tiempo valioso, pues se enfrentaran a mil problemas,
inaplazables todos, cada cartera hierve, deberán paralelamente enfrentar a la
oposición, que come ministros, por ahora ese es su plato favorito.
Desde hace dos semanas
estaban designados los ministros de Defensa (Juan Carlos Pinzón), Hacienda
(Mauricio Cárdenas), Relaciones Exteriores (María Ángela Holguín), Agricultura
(Aurelio Iragorri) e Interior (Juan Fernando Cristo).
El liberalismo, que ha
luchado con esa última organización política por ser el más fiel al mandatario,
no fue menos afortunado. La Cancillería (María Ángela Holguín), Justicia
(Yesid Reyes), Interior (Juan Fernando Cristo), Salud (Alejandro Gaviria) y TIC
(Diego Molano) quedaron en sus manos.
A los conservadores, que
estuvieron a medias con la reelección, les dieron dos ministerios claves:
Hacienda, para Mauricio Cárdenas, y Minas, para Tomás González.
Uno de los grandes
ganadores dentro del nuevo gabinete es el vicepresidente, Germán Vargas, quien
se hizo con los ministerios de Transporte, con Natalia Abello, y de Vivienda,
con Luis Felipe Henao. Son las carteras de la infraestructura y con mayor
ejecución presupuestal.
Dos carteras que quedarán
en el gabinete con aire de independientes: Lucho Garzón, en Trabajo, y Mariana
Garcés, en Cultura.
Gabriel Vallejo, nombrado
ministro de medio ambiente, muy poco sabe de esta materia, siendo un personaje
educado, decente, con trayectoria, tendrá que enterarse de su cartera. La
ministra Abello siendo talentosa está en el mismo orden, Alejandro Gaviria
hasta ahora no ha podido sacar el tema de la salud adelante y en términos
prácticos, hablo como usuario del sistema, muy poco ha cambiado. Gina Parody,
ministra de educación, quien viene de dirigir el SENA, donde realmente hizo una
labor exitosa, constituye garantía de eficacia, claridad y coherencia. Alfonso
Prada, realmente una reserve para el futuro la remplazará en la entidad,
esperamos responda a las expectativas pues fue uno de los mejores
parlamentarios del cuatrienio pasado: Estudioso, con formación académica,
experiencia política y administrativa y desde hace 20 años cercano a la
educación, su nombramiento es garantía de gestión y visión para el desarrollo
de tan importante entidad.
El nombramiento de Eduardo
Maya esta semana como Contralor demuestra la capacidad del ejecutivo para
sobreponerse a la autonomía del Congreso, la aplanadora de la unión funcionó
exitosamente, es un hecho que existe una necesidad que los fueros se
respeten. El poder del presidente por efectos del régimen presidencialista es
muy difícil de cambiar, nosotros tenemos un régimen absolutamente
presidencialista, aun así es preciso hacer que los contrapesos de ley cumplan con
su función dentro de la estructura general del estado. Como siempre la elección
de la cabeza de este ente generó las primeras divisiones, la más notoria entre
el presidente y el ex presidente Gaviria.
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