La
justicia en el mundo está sometida a la presión indebida de los medios de
comunicación, estos nos sólo acceden a la reserva del sumario por conductos no
santos, convirtiendo los procesos en un espectáculo
público, un factor de rating, que en nada favorece al cumplimiento de las
responsabilidad de la rama judicial, sino que además generan una influencia perversa, cuando exponen irresponsablemente pruebas, entrevistan sospechosos,
argumentan, contradicen en temas sustanciales, mucho antes de ser
tratados en la respectiva audiencia de acuerdo al procedimiento de ley.
Es
un virus mundial, inevitable además con la explosión y revolución de las
comunicaciones. Recuerdo el juicio de Simpson por el asesinato de su esposa,
que resultó u novelón, un oprobio y la muestra flagrante de la indebida penetración
de los medios en la justicia. Al final nada se dió como debía y el resultado
fue nefasto, como hecho paradójico el señor pese a la carga probatorio en su
contra resultó libre. A partir de este evento triste para la justicia, los
ejemplos son innumerables: El caso Berlusconi en Italia, el triste evento del ex
presidente del FM Dominique Strauss-Khan, quien fue arrestado en el aeropuerto
neoyorquino John F. Kennedy tras ser acusado de agresión sexual por parte de una camarera del
Hotel Sofitel de Manhattan donde se había alojado, plato gourmet para la prensa
quien asumió el caso como suyo y lo permeo al final. La prensa no solo este
pendiente y a la caza de lo que se produzca en materia de justicia y que sirva
a sus intereses, sino que los promueve, actúa como ente acusador, confronta,
indaga y acusa.
En
Colombia los ejemplos son infinitos y cínicos. El más connotado el caso Cárdenas,
todas las investigaciones; las acusaciones
e imputaciones penales de la campaña presidencial; que no son pocas; los falsos
positivos; los escándalos del carrusel de la contratación en Bogotá; el caso de los Nule; las investigaciones contra la Gata; el infinito de denuncias contra la clase
política; los desfalcos de interbolsa, para citar los más emblemáticos. En cada
uno de estos procesos la actitud de los medios fue diabólica.
Cuando
un ciudadano cae en la mira de un fiscal o de un error de la justicia, que
todos los días los comete a granel, no hay quien pueda hacer algo, se pudre
entre los avatares de la burocracia judicial. En cambio el poder de los medios
cuando se trata de mover el aparato judicial es sorprendente, en un minuto
resuelven lo que mil memoriales no han podido hacer.
Imposible
mitigar este efecto, solo le queda a la justicia mantener la poca independencia
que reguarda. No dejarse permear será el reto que le permita actuar en derecho.
Por ahora, la justicia será un espectáculo más, no hay nada que hacer. Aquí les dejo un ejemplo.
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