He leído dos textos de este escritor Ingles, radicado en New York: “La posguerra “y “Pasado imperfecto “de una factura y estructura muy rigurosa, dentro de esa corriente de pensamiento que está repensando el fascismo y la posguerra, para entender la intrincada geopolítica de estos tiempos y la configuración de poder entre las naciones con todas las conexiones posibles. Su relación con Israel le ha traído muchas críticas y se ha enfrentado a controversias incomodas, aun así nadie discute la calidad de sus libros. De padres Judíos, educado dentro de la ortodoxia Judía, sus libros nunca se someten a los anclajes típicos del dogma ni menos justifican posiciones doctrinarias, demuestran el carácter secular y la independencia que deben asumir en principio todos los historiadores serios. “El pasado imperfecto” es un estudio sobre la clase intelectual Francesa entre 1944-56, que nos recuerda con absoluta lucidez una de las épocas más relevantes de la intelectualidad, donde los pensadores eran verdaderos estrellas y adquirieron una influencia sin igual en la sociedad, lugar que nunca más volverian a tener en ninguna parte del mundo. En este texto, se controvierte a esta clase, presenta la irresponsabilidad moral de ciertos pensadores e incluso, se demuestran sus inconsistencias. Se presenta una tácita biografía del comunismo de la posguerra en Francia y Europa. Se demuestra como algunos dogmas de fe enceguecieron a intelectuales de mucho peso, que vistos en perspectiva, hoy sorprenden por su ingenuidad o peor, por su entrega a la Rusia de Stalin.
Curioso, quería en este artículo rendir memoria a un historiador que hoy se bate con una enfermedad muy dura y termine hablando de sus libros. Tony Judt padece una esclerosis lateral amiotrófica. “Está paralizado de cuello para abajo. Le cuesta tragar, hablar, sujetar la mandíbula. Necesita ayuda para todo. Pero sigue lúcido, lo que le permite asistir día a día a su proceso degenerativo. Este brillante profesor de la Universidad de Nueva York, especializado en cuestiones europeas, relata aquí su experiencia, que describe como una prisión progresiva sin fianza”. Esto le dijo en una entrevista en el “País “de España: Padezco un trastorno neuromotor, en mi caso una variante de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA): la enfermedad de Lou Gehrig. En la práctica, la ELA constituye una prisión progresiva sin fianza. Primero, uno pierde el uso de un dedo o dos; luego, de una extremidad; luego, y de forma casi inevitable, de las cuatro. Los músculos del torso se adormecen hasta casi el letargo, un problema práctico desde el punto de vista digestivo, pero que, además, pone en peligro la vida, porque la respiración se vuelve al principio difícil y luego imposible sin la ayuda externa de un aparato con un tubo y una bomba. En las modalidades más extremas de la enfermedad, relacionadas con la disfunción de las neuronas motoras superiores (el resto del cuerpo funciona gracias a las llamadas neuronas motoras inferiores), tragar, hablar e incluso controlar la mandíbula y la cabeza se convierten en cosas imposibles. Yo no sufro (todavía) este aspecto de la enfermedad; si no, no podría dictar este texto.
Aun así continua trabajando en medio de un viacrucis inenarrable. Esperamos pueda sobrellevar tan angustiosa enfermedad y recomendamos este articulo en el País de España:
1 comentario:
Aquí se demuestra el derecho a la voluntad y las ansias de vivir.
Tony Judt, Ingles, quedará para la historia de los hombres cultos que han adornado las letras con sus pensamientos de enseñanzas, como un claro ejemplo de vivir con fe hasta el final del proceso vivencial. Otro, ya estaría postrado y al cuidado de una enfermera; por el contrario, él narra la forma como se subre esa experiencia. Es digno de tener en cuenta, es un ejemplo de vida, al menos para mí.
Saludos,
canticoprimaveral
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