LA IMPLEMENTACION DE UNA POLITICA CRIMINAL PELIGROSISTA
Hay cientos de estudios que demuestran los efectos de reacción y desafío que generan las actitudes penales más severas por parte del Estado. Es decir, aún si aceptáramos que las mayor severidad penal tiene efectos disuasivos (algo que no resulta nada claro), deberíamos balancear dichos resultados con los efectos reactivos generados por las políticas del maltrato estatal.
Hay cientos de estudios que demuestran los efectos de reacción y desafío que generan las actitudes penales más severas por parte del Estado. Es decir, aún si aceptáramos que las mayor severidad penal tiene efectos disuasivos (algo que no resulta nada claro), deberíamos balancear dichos resultados con los efectos reactivos generados por las políticas del maltrato estatal.
Es Preciso advertir que no soy especialista en derecho penal, ni mucho menos en criminología. Algunas lecturas desde la perspectiva filosófica sobre el mismo, me permiten otear el tema con sentido social, advirtiendo que nunca hemos pisado un juzgado como liteigante, pero aun así, tomare el riesgo de tocarlo, preocupado por grave tendencia peligrosita de la política criminal en Colombia. Hace veinte años el mundo especializado proponía una revisión de las políticas criminales, asumiendo que debía crearse los mecanismos necesarios para una politica de prevención, descriminalización, despenalización y resocialización, sobre todo por los teoricos de la criminología critica, sobre la base de lo perverso de la políticas represivas, sin ningún tipo de garantías y mecanismos sociales de prevención que impidieran el crecimiento de las altas tasas de criminalidad del mundo, donde era evidente, existían gravísimos problemas sociales no contextualizados por el Derecho. El debate constituía caldo de cultivo en las principales facultades y existía en Europa y América, una corriente al frente de los nuevos paradigmas: Bergali, pavaroni, ferrajolli, Lola Aniyar de Castro, Echandia, quienes apoyados de un sustrato humanístico y de la mejor escuela historicista: Foucault, Recar, Levis Strauss, socavaban los criterios humanistas y le aportaban una mirada al derecho por encima del positivismo voraz de los tiempos. En síntesis, se criticaba el excesivo carácter represivo del derecho, su énfasis peligrosita, el deseo de corregir las conductas delictivas solo con políticas carcelarias, sin tener en cuenta la realidad social donde se empozaban. El debate, generó una corriente garantista que se fundamento en los derechos humanos y los principios fundamentales, que se tradujo en políticas criminales con un incisivo interés por la despenalización y descriminalización de buena parte de los tipos penales, acompañadas siempre de políticas de prevención. Después de los fenómenos del 11 e Septiembre, la visión en el mundo cambio abruptamente y se asumieron políticas peligrositas para todo, hasta el punto que hoy es posible atacar a una comunidad simplemente por prevención, se socavaron las libertades, se acabo la privacidad y se le dieron al estado todo tipo de herramientas para capturar a una persona, sin ningún tipo de garantías, basados en la simple sospecha. Colombia ha entrado en esta senda. El nuevo código penal y de procedimiento es una expresión flagrante de ello, la nueva ley de las pequeñas causas de igual manera, cada problema que se vislumbre sobre la palestra, el gobierno y el legislativo decidieron solucionarlas con cárcel y aumento de penas, sin ninguna política e prevención. Se quieren eliminar los delitos culposos, parece quererse ver con la esclerótica del dolo cualquier conducta ( no se nos olvide que el presidente trato de imponer la cárcel por el porte de la dosis personal). La cárcel parece ser la solución a los problemas sociales que nos agobian, como se denota en las actitudes del presidente y los legisladores. Grave, más cuando es absolutamente claro que los centros carcelarios son verdaderos focos de delincuencia. Los especialistas tienen la palabra. Amanecerá y veremos.
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