FERNANDO BOTERO
El padrino de Mario Puzo, nos mostró de manera magistral, la relación pecaminosa, que siempre ha existido, entre la política y las mafias. El fenómeno no es nuevo y de esta trama no se han escapado las democracias más importantes y estables del planeta. El dinero, siempre constituye un poder que doblega la más férreas voluntades, más cuando se vive en una sociedad de consumo jerarquizada inexplicablemente, por el poder de compra, que incita constantemente al dinero fácil. Italia, en los últimas décadas ha vivido el oprobio de perder a sus mejores políticos, en la garras de una mafia legendaria. En Colombia, desde hace tres décadas, la situación frente a los dineros ilícitos y el poder de las mafias del narcotráfico, es verdaderamente grave y se parece a los hoyos negros del universo: todo lo que toca, lo atrapa en su centro. Hasta aquí el cuento no tiene nada de sorprendente y estamos día a día recibiendo noticias al respecto. Lo que preocupa es como abordamos el problema y cuales son las respuestas desde lo institucional frente a los hechos. No cabe duda, que la historia de Fernando Botero, ahora que ha sido condenado por la Corte Suprema de Justicia, por una apropiación indebida de dineros aportados a la Campaña del expresidente Samper, por empresarios y algunas personas naturales, refleja a nuestra clase dirigente. La historia es sencilla: El señor Botero, quien fue educado de la mejor manera, en los mejores Colegios, con todos los lujos propios de su clase, viajó por todo el mundo en compañía de un padre honesto, trabajador y lleno de reconocimientos, por lo tanto tiene una cultura de cosmopolita, además se crió en un ambiente de poder, con un abuelo expresidente, rodeado de gente muy importante, en el punto más interesante de su maratónica carrera política, decide ( Se permite el lujo ) tomar de una cuenta de la campaña, casi un millón de dólares, trasladarlos a la cuenta personal, como un vulgar ladrón de Billetera. La justicia, ósea los jueces civiles, hasta la última instancia: la Honorable corte, una vez surtidas las instancias a cabalidad, lo condenan, con base en las pruebas aportadas al proceso. El señor Botero, quien era presidenciable en Colombia y ahora se declara, connotado ciudadano Mexicano, decide mezclar los hechos en un alarde de retórica infantil: Dice que ya fue condenado y que pagó por sus errores…no es cierto, una cosa son los dineros del cartel de Cali y otra apropiarse de dineros de la campaña. Pero lo mas grave de sus declaraciones, es el hecho de admitir que conocía de la procedencia de los dineros del cartel de Cali, antes de asumir su cargo de ministro de Defensa y peor aun, dejar entrever que la relación narcotráfico-política, es absolutamente vieja en la política Colombiana y que el no es mas que un perseguido político, pues sobre el tintero no hay nada nuevo. Aunque es cierto que desde la Bonanza marimbera de finales de los setenta, la política ha estado mezclada con la mafia y de alguna manera todas las campañas hacia la presidencia han estado penetradas por el fenómeno, ello no exime a nadie de sus responsabilidades éticas y penales frente al tema. De hecho, el proceso actual con los paramilitares, quienes tuvieron como principal fuente de financiación al narcotráfico y que involucra a un grupo importante de congresistas, es la prueba más fehaciente de este contubernio. A la perorata de disculpas, frente a un problema tan grave, lo que se prepara en el camino por parte de algunos congresistas y el gobierno central, no es una solución a fondo, sino una ley de punto final, que implica: borrón y cuenta nueva. Ahora, la actitud del gobierno frente a la contundencia y gravedad de los últimos hechos, es acusar al M-19, de terrorista, condenarlos a punta de espejo retrovisor……como les parece. Este es nuestro país….la historia se repite, difícil creerlo.
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