La
mayoría de asesinatos políticos en Colombia no han sido resueltos, existen interrogantes a granel, dudas, velos: sobre las causas, los autores, las conspiraciones, los
motivos, que mantienen nuestra historia en un envilecimiento típico de aquellas
sociedades de control donde incluso la historia es manida y poco clara. Arturo
Alape en el libro dedicado al Bogotazo, creo que es la mejor indagación, en el capítulo
8 del texto narra los hechos exactos que traigo a colación, con el ánimo de volver
a recrearlo pues las consecuencias aun las padece nuestro país, de ello dan
cuenta la multiplicidad de interpretaciones, casi todas validas: “El 9 de
abril, de 1948, a la una y cinco de la tarde, Jorge Eliecer Gaitán, fue herido
de muerte, en frente del edificio donde tenía su oficina en el centro de
Bogotá, mientras agonizaba en la clínica central, donde expiro en menos de una
hora después del atentado, un grupo de exaltados linchaba al supuesto asesino,
un tal Juan Sierra Roa, un hombre de origen humilde y hasta ahora desconocido.
La muerte de Gaitán se propago rápidamente en Bogotá y el resto de la nación.
Una multitud enardecida se congregó en el centro de la capital, mientras un
grupo de manifestantes se trasladaba hacia el palacio presidencial acusando a
su paso presidente Ospina y al partido conservador de ser los culpables del
asesinato del líder liberal. Algunos se tomaron las estaciones de radio e
invitaron a unirse en la revolución en contra del gobierno. Y aunque los
militares permaneció leal a las autoridades civiles, gran parte de la policía se
solidarizó con los rebeldes”.
Aún se discute sobre los autores, los mismo pasa con las consecuencias de tal
hecho en la historia de Colombia. Recuerdo un texto de Marcos Palacios que enfatizaba sobre el hecho que el país es el único que no ha tenido gobiernos de
origen popular, nunca un caudillo cercano a la izquierda o en contravía del
establecimiento ha llegado al poder. Ana Lucia Magrini lo sintetiza, en un trabajo
doctoral de manera magistral: “Detrás del nombre populismo y violencia
subsisten relatos de lo traumático, lo indeterminado y, fundamentalmente, lo
enigmático de la experiencia histórica colombiana. La Violencia (en mayúscula)
remite a la denominación que la historiografía le ha dado al período posterior
al asesinato del político liberal de corte popular Jorge Eliécer Gaitán el 9 de
abril de 1948. Pero la violencia también refiere a un concepto que polemizó los
debates sobre la experiencia histórica de este país desde mediados de los años
cuarenta hasta nuestros días. Durante los años setenta y ochenta dichos
conceptos, eminentemente polisémicos, comenzaron a articularse ¿Qué tipo de
disputas y articulaciones se produjeron en el campo político-intelectual entre
el concepto de populismo y el de la/s violencia/s? ¿Qué modalidades asumió la
representación de la figura del pueblo? ¿Cómo se re-significó el gaitanismo?
Son algunas de las preguntas que orientan nuestro análisis”[1].
Mucho
se ha escrito en Colombia sobre estos hechos, lo qué significó para nosotros la
muerte del caudillo liberal, cómo quedaron después las relaciones entre la clase obrera y los
partidos tradicionales, cómo incidió en el surgimiento de la guerrilla y su consolidación entre el cincuenta y el 70, en la
dictadura del general Rojas, el frente nacional con su nefasta hibernación a otras alternativas de poder. Expresa Ana Lucia Magrini al respecto: “En
Colombia estas oposiciones binarias se tensionan al extremo. Gran parte del
debate sobre el populismo en este país ha rondado y aún ronda alrededor de la
pregunta por la posibilidad o la imposibilidad del populismo. Algunos análisis
que argumentan la inviabilidad del populismo en Colombia sostienen un supuesto
implícito contundente: el populismo pudo haber sido “bueno” para los argentinos
o para los brasileros pero no fue deseable o viable en Colombia. La
inviabilidad del populismo se ha explicado por la ausencia de una serie de
elementos socio-económicos estructurales que se produjeron en otros países del
Cono Sur (como industrialización acelerada, migraciones externas, formación de
una clase obrera organizada, entre otros) sumado al carácter no-autónomo o
dependiente de la clase obrera colombiana respecto a los partidos políticos
tradicionales. Estos trabajos discuten la condición populista de los
movimientos populares desarrollados en Colombia durante el siglo XX y ponen el
foco especialmente en el gaitanismo 11 , proceso que desarrolló una amplia
movilización social durante los años cuarenta y que quedó inconcluso luego del
asesinato de su líder, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948. Estos
estudios generalmente señalan el carácter no genuinamente popular tanto del
movimiento como del líder y depositan la evidencia de la condición
desorganizada del pueblo en la producción del bogotazo”. No podemos olvidar del
contexto: “Sobre estas realidades de crisis de la república liberal, con su
colofón reaccionario en el gobierno de Alberto Lleras, quien propició un clima
de violencia laboral, se dio la división del liberalismo entre el político
seductor de las maquinarias y usufructuario de los gobiernos de partido,
Gabriel Turbay, y el creador de la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria
(UNIR), defensor de los trabajadores, también partícipe en los gobiernos de
partido en calidad de ministro de Educación, del Trabajo y alcalde de Bogotá,
Jorge Eliécer Gaitán. Los dos buscaron el favor popular, pero fue más nítida la
proyección de Gaitán hacia lo popular y democrático, y de enfrentamiento a lo
que denominó las “oligarquías” liberales y conservadoras”. La tensión entre las
clases políticas tradicionales, aquellas que dependían de la burocracia
partidista y la emergencia de un movimiento popular que representaba un peligro
para la clase dominante y que no se veía bien en otras latitudes, reflejaba también el principio de la guerra fría entre las dos potencias. Con el proceso de revisionismo de una corriente histórica novedosa se presentan nuevas interpretaciones que es preciso tener en cuenta. Lo que es un hecho es que el tema continua siendo caldo de muchos debates y mantiene demasiadas variables no resueltas.
“La
forma de las ruinas” es una novela de Gabriel Vásquez toca puntualmente el tema[2], en las memorias de
Gabo también hay una alusión sobre este día, son en fin, muchos los textos históricos al respecto y los análisis
académicos, el hecho es que gran parte de las nuevas generaciones no lo
conocen. Será muy bueno profundizar sobre este hecho tan importante.
[1]
Populismo/violencia y gaitanismo en Colombia
http://web.isanet.org/Web/Conferences/FLACSO-ISA%20BuenosAires%202014/Archive/e38288ac-4da8-4c56-86dd-9fe020ef7dff.pdf
[2]Entrevista
a Juan Gabriel Vásquez: Cómo nació La forma de las ruinas, esta novela repleta de teorías
conspirativas que intenta explorar qué hay detrás del asesinato de Jorge
Eliécer Gaitán y de Rafael Uribe Uribe? Lo que pasó con esta novela fue que
conocí a un hombre que por diversas casualidades de la vida, llegó a tener en
su poder una vértebra de Gaitán. Su padre era un médico forense muy
importante. En el momento, hace más o menos una década, en el que él me
puso en mis manos esa vértebra de Jorge Eliécer Gaitán, nació la novela,
estalló el proyecto. Pero me tardé diez años para saber cómo escribirlo.
Era un monstruo muy difícil de manejar y me tomó mucho tiempo en aprender a
hacerlo.
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