En una discusión casual con
mis hijos debido al ruido, les dije: Muchachos, el silencio es necesario, hay
que valorarlo en toda su sabiduría. Después de emitirla como una
sentencia que, en el caso de mi hogar sirvió tan solo para apagar un adminiculo
y someter a la casa a una paz momentánea en pleno domingo, pensé en el silencio
desde muchas perspectivas, lo que significa para la vida. Lo primero, es difícil
disfrutar del silencio en estos tiempos, así sea de manera breve, el mundo
siempre esta vibrando con algún sonido o peor, ruido, casi siempre de manera
invasiva.
Jairo Gutiérrez Bossa en un
artículo aparecido en el portal de “Antropodernismo” se preguntaba desde la
óptica de la comunicación: “Por consiguiente, la palabra dada es el código
esencial de como la comunicación llegó a ser lo que es, pensar que el que dice
algo sobre algo es el que comunica, es la base de todo tipo de propuestas
teóricas; sin embargo, ¿Qué sucede con el que calla? ¿Con el que se sumerge en
el silencio?”. María Zambrano alguna vez escribió: ““La palabra entonces no
es necesaria, pues que el sujeto se es presente a sí mismo y a quien lo
percibe. Es el silencio diáfano donde se da la pura presencia”. El silencio es una forma de comunicación,
con el también se dicen muchas cosas, se afirma o se niega, se protesta, se
reflexiona, se corta una conversación inoficiosa, se evade….. “hoy, en
general se sostiene que la palabra no puede conquistar todos los territorios de
la comunicación y algunos de ellos son sólo inteligibles desde el silencio. La
muerte nos hace guardar silencio y la vida muchas veces también”[1]. Nicolas Fontaine
establece una especie de genealogía del silencio como posición: “La filosofa,
Mónica Virasoro, señala que la primera imagen del silencio es la figura
de Antígona: “La heroína del silencio, muere por callar, por salvar la
honra de la casa de los Labdacos” [1] Antígona, resuelve
su conflicto por medio del silencio. Transformándose, según la autora, en uno
de los primeros personajes que sacrifica sus ideas por la honra de los otros”.
Heidegger escribía en su juventud: ““la palabra misma ya descubre algo
(conocido) y encubre con ello lo que en el decir pensante debe ser manifestado”
(Heidegger, 2003 p. 81), es decir, que el habla implica el preguntar, pues la
experiencia fundante no es el enunciado o la proposición sino el contenerse de
la afirmación. Lo que está calla u oculta, es lo que surge como silencio, y
está a su vez surge como esencialidad del lenguaje: “el decir como silencio
funda”.
El
ruido es el lugar común, ocupa los espacios, se nos roba la atención, perturba,
por donde quiera que vamos abunda, se nos olvidó el silencio como factor
determinante en la vida, como recurso importante en los procesos de interiorización
de larealidad. Wittgenstein le daba al silencio todo un significante esencial
para la comprensión y era cortante en su aplicación: “De lo que no se sabe, es mejor no hablar”.
Mahatma
Gandhi hizo del silencio un arma política y muchas veces este fue más efectivo
que todas sus argumentaciones y actividades en busca de su objetivo mayor, la
independencia de India. Callar es tomar posición. Incluso “En el lenguaje verbal
también se grafía el silencio. Así, los puntos suspensivos dejan colgado el
discurso, lo suspenden. Pero el valor de estos puntos depende de la palabra que
los antecede”. En la composición musical este juega un papel importante: “En el
interior de esa metáfora, el silencio posee un valor cuantitativo: la figura
que lo representa y que indica por cuánto tiempo se debe interrumpir la nota,
así como un valor que podría llamarse intensivo y que depende del lugar que
ocupa el silencio en la composición. El modo en que se escucha el silencio en
esas construcciones viene determinado, generalmente, por la manera en que se
atiende al sonido. Pero, se podría asimismo, escuchar el sonido que
continúa en función del silencio que le precede. No obstante, esta segunda
posibilidad solía quedar relegada y cuando se hablaba del silencio en música,
se acostumbraba a afirmar que la función del silencio consistía en concurrir al
sentido de la melodía. En consecuencia, el silencio se convierte en una pausa
cargada de intención[2].
La
velocidad, lo efímero, lo fugaz, constituyen la única constante del mundo
moderno, el ruido es una consecuencia de la lucha tenaz para imponerse, para desaparecer el otro, todos quieren hacerse oír, hace parte de los efectos de una guerra
por prevalecer, la voz se alza.
La
literatura que tiene como instrumento ineludible la palabra, el
silencio cumple un papel relevante y está cargado de significaciones: “En
definitiva, será nuestro intento reflejar cómo el silencio, en palabras de
George Steiner, «[...] parece, en virtud de la perspicacia de Wittgenstein, no
tanto un muro como una ventana»[3]. Rosa M.A. Mateu Serra en
un trabajo excelente sobre literatura y silencio expresa: “Nosotros nos
interesa, pues, el «callar» como producto intencionado del escritor. Partiendo
de este presupuesto, queremos anticipar que, aunque a lo largo de esta
exposición utilizaremos generalmente el término «silencio» por ser el que
habitualmente se emplea para expresar la antinomia de la palabra, en realidad
debe adquirir la significación atribuida por Bajtin de «callar», porque esa
acepción es la única que permite explicar la ambigüedad, la falta de respuesta,
la polisemia, el vacío, la angustia, etc.. Que refleja la escritura poética de
los autores que serán objeto de nuestro análisis. El «callar» se produce, pues,
cuando no hay intención o hay imposibilidad de decir, no simplemente cuando no
se habla”[4].
Deberíamos
disfrutar más del silencio. Hay que darle espacios en nuestra existencia.
[1]
http://sitiocero.net/2012/el-silencio-2-como-concepto-filosofico/
[2]
http://www.uclm.es/artesonoro/olobo3/carmen/formas.htm
[3]
George Steiner, Lenguaje y silencio (Ensayos sobre la literatura, el lenguaje y
lo inhumano), Barcelona: Gedisa, 1990, pág. 45. Recordemos que Wittgenstein
cita varias experiencias en las que aparece lo que él denomina la esfera de lo
místico, lo inexpresable verbalmente. En estas situaciones el intento de
expresión verbal conduce a la perplejidad. Así la filosofía, según este autor,
será la encargada de poner límites al discurso verbal (cfr. Francesc Torralba,
Rostres del silenci, Lleida: Pagés Editors, 1990, págs. 16-17)
[4]
http://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/13/aih_13_3_085.pdf
No hay comentarios.:
Publicar un comentario