Hay hechos que logran
sacudir al país por su brutalidad, reflejan la más cruda barbarie, delatan la
flagrante impotencia del estado, de las autoridades, exponen la capacidad de
los violentos, del crimen organizado que parece nadie controla a pesar de que se sabe, quiénes son y cómo actúan, pero el tras-fondo de todo, es la muestra de nuestro estado mental, eso que el editorial del periódico “El Espectador” de Colombia, denominó; “Sicología colectiva”, la pregunta es: cómo llegamos a esa especie de inmunidad, de indiferencia, de absoluta
frialdad, lo que es peor, cómo es posible que exista
alguien capaz de cometer semejante acto; el sicario para este caso, ese asesino a sueldo, ahora
que desgraciadamente los exportamos, como llegó a semejantes límites, matar un niño, el ser más
inocente, está claro que no le despertó la más mínima compasión, los asesina
vilmente con un tiro de gracia. La prensa relato estos episodios, que realmente
nos apenan para el mundo de la siguiente manera:
“En la noche del miércoles
en la vereda Las Brisas, de Florencia (Caquetá), personas armadas incursionaron
en una vivienda donde, sin mediar palabra, dispararon contra cuatro hermanitos.
Los menores, hijos de Jairo
Vanegas Lozada y Victoria Grimaldo Amézquita, se encontraban
solos en su casa porque sus padres habían viajado a la capital del Caquetá para
matricularlos en el colegio. Otro pequeño de 12 años logró sobrevivir y antes
de que fuera trasladado de urgencia a un centro hospitalario en Florencia,
logró llegar hasta la vivienda de un pariente cercano, a quién le comentó lo sucedió y quien posteriormente
aviso a las autoridades”.
De acuerdo con un familiar
de las víctimas, la masacre se presentó por un problema de tierras, el cual
asegura que ya había sido avisado a las autoridades.
Colombia tiene un grave
problema de salud mental,una gran mayoría de colombianos sigue
viendo la violencia como opción, nos acostumbramos a resolver todos los
problemas de esta manera: En todas las ciudades hay oficinas de cobros,
extorsión, fronteras invisibles, combos y organizaciones criminales,
delincuencia perfectamente articulada con la sociedad, que los tolera y los
usa, para referirse a la tranquilidad de un barrio, dicen sin ruborizarse: aquí
no pasa nada, los muchachos mantienen el control. Vivimos inmersos en muchos
tipos de violencia, nuestra historia esta plegada de guerras, de
masacres, de mafia, de muerte. Lo que quiero destacar es la falta de conciencia
frente a un fenómeno que nos socava, que no nos permite tener un mínimo grado
de civilización. Hablamos de educación, pero estamos lejos de ver resultados
prácticos que nos permitan sentir un cambio al respecto, que toque la herida, la
violencia, parece un virus, ha sido imposible erradicarlo.
“La Organización Mundial de
la Salud, OMS, define la salud mental no solo como la ausencia de trastornos
mentales. Se refiere a ella como “un estado de bienestar en el cual el
individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las
tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera
y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Todas las tensiones las
resolvemos en nuestro país con violencia, de la más descarnada, ahora que la
exportamos, los que tenemos la fortuna de viajar al extranjero, sabemos cómo al
colombiano en muchas partes, se le
respeta por lo despiadado, por su capacidad de impartir violencia.
La violencia se refleja en nuestra cotidianidad: Como hablamos, como actuamos y como pensamos. Lo
sucedido en Caquetá, como lo que pasó en México con los 43 estudiantes, refleja
nuestra condición mental, muchas de las insuperables condiciones sociales de
inequidad e injusticia social, la impotencia del estado, así como la incapacidad
de la sociedad para generar soluciones a un problema, muy grave. Como ciudadano de a pie, ahora que estaba fuera del país, quede impertérrito
con la noticia. He venido estudiando el fenómeno de la violencia con mucho
juicio, a propósito de las
conversaciones de la Habana y sucesos como este me dejan anonadado, la mente en
blanco, como sí tuviera que aceptar de antemano, la solución no es tan fácil, existe una realidad compleja, que está por
encima de los intringulis políticos y sociales, hacen parte de nuestros genes
históricos, los que nunca hemos enfrentado seriamente. El fenómeno
amerita otra mirada, mucho más profunda.
1 comentario:
Tengo en mis manos un libro de el Reverendo Robert De Grandis S-S-j. y Linda Schubert, de la editorial AMS, con el ISBN 9789588027197; se llama SANACION INTERGENERACIONAL, entre otras cosas nos dice:
El estado emocional de los padres afecta a los hijos; un nuevo entendimiento de lo que es la herencia se abre entre nosotros; se puede transmitir un dolor emocional a través de la sangre; una persona puede tener heridas que son más viejas que ella misma;... Es bueno leer este libro, ahora que estamos trabajando la paz. ¿Cuántos dolores tiene Colombia causados por sus hijos, durante su historia? y ¿Cuánto tiempo abra de pasar para sanearse?
¿Cómo será la herida que ha abierto el asesino de los cuatro niños de florencia, que deberán pagar la descendencia de quién lo hizo? No tiene respuesta.
Gracias a este blog por permitir insinuar la lectura de este libro en la actualidad.
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